Después de la muerte

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Luego, de la muerte de Polo, los nervios de Lucrecia estaban de punta, la morena se había refugiado en casa de Samuel desde aquel día fatídico que cambió su vida.

FLASHBACK

- Gracias ... -Sólo eso pudo pronunciar Lucrecia al salir de la mano de su medio hermano-

Ambos estaban completamente destruidos, Lucrecia sobretodo. Finalmente ella había cometido el homicido, que aunque fuese de un accidente no le quitaba el peso a la primera palabra.

Valerio se limitó a contener a Lucrecia mientras veían como todos sus compañeros, quienes ese día la habían salvado de ir a la cárcel, seguían su rumbo. Luego de perder a una familia a Lucrecia solo le quedaban esos amigos incondicionales y por supuesto su medio hermano, que nunca la abandonaba.

El sol les daba directo en el rostro, mientras ellos seguían abrazados frente a la entrada del bar donde habían disfrutado muchas veces y ahora ... Ahora solo traía recuerdos amargos. Era un día radiante, pero los Montesinos tenían una tormenta dentro de ellos. Valerio estaba seguro de que apenas empezaba la travesía para lograr sacar a Lucrecia del hoyo donde se encontraba en ese momento.

Pidieron un taxi y fueron directos a la casa donde estaba viviendo Valerio. El apartamento de Samuel, no fue necesario preguntarle a Lucrecia si quería estar allí, Valerio la conocía mejor que nadie y sabía que lo último que quería Lucrecia era estar encerrada en su casa enorme. Para su padre ella ya no existía, su madre era nula en el asunto y a decir verdad Lucrecia estaba consciente de que en este momento solo tenía una contención.

Fue muy poco lo que la morena habló cuando iban en el auto, Valerio le dijo que si quería pasar por su casa recogiendo algo de ropa y aunque ella realmente lo último que quería era poner un pie sobre su casa, su medio hermano tenía razón. Debía tener ropa suficiente para pasar una temporada con Valerio. Así que asintió con la cabeza, secando las lágrimas que aún caían sobre sus mejillas. Valerio mientras tanto sostuvo su mano en todo momento.

Llegaron en la casa donde un día habían jugado, donde por primera vez se besaron y donde por primera vez se conocieron cada centímetro de piel. Valerio respiró hondo y con nostalgia, Lucrecia por su parte se limitó a apresurarse en bajar.

- Val -pronunció torpemente Lucrecia- ¿Podrías ayudarme ?, quiero terminar con todo esto lo más pronto posible y mientras más manos mejor.

La morena sabía que no necesitaba las manos de Valerio, sino que lo necesitaba él, en todo momento. No quería pasar ni un segundo sola, no en ese momento y no después de lo que había pasado horas antes.

- Pero ... -logró pronunciar Valerio-

- Papá no llega hasta dentro de 2 semanas, además desde que nos desheredó nunca sabe si estoy o no, mientras más rápido recogamos más rápido nos iremos -dijo la morena interceptando las palabras de su medio hermano.

Valerio asintió con la cabeza, ambos entraron en la casa para rápidamente en una maleta grande empacar las cosas que necesitaría Lucrecia. Ropa y pijamas fue lo que ella guardó, no tenía cabeza para recoger más nada, en cambio su medio hermano sabía que ella necesitaría mucho más. Valerio tomó desde sales para baño hasta algunos libros, la conocía más que nadie y sabía que Lucrecia bebería tener distracciones en todo momento.

Mientras recogian las cosas Lu estaba en otro mundo, por la imagen de Polo con el cristal clavado en su pecho que no salía de su cabeza. Valerio terminó de empacar, tomó de la mano a Lu y subieron nuevamente al taxi dejando la maleta de la morena en la cajuela del auto. Valerio sin más dio instrucciones al chófer hacia donde dirigirse mientras con fuerza apretaba la mano de Lu, quien dejaba caer lágrimas por sus mejillas mientras miraba por la ventanilla.

Todo lo prohibido (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora