(LA CANCIÓN DE ARRIBA CUENTA UN POCO LA HISTORIA DE CASTIEL) (RECOMIENDO QUE OS TOMÉIS UN TIEMPO PARA ESCUCHARLA Y ENTENDERLA DESPUÉS DE LEER EL CAPÍTULO).
CASTIEL
Algo iba mal.
Lo supe nada más llegar a esa tienda con los inútiles de mis colegas, los cuales había dejado de lado en este verano por no querer meterme en problemas para no decepcionar a Maddie.
Esta semana había sido un auténtico caos, con subidas y bajadas, con drogas y alcohol, con peleas y disputas, y debo decir que también había habido una que otra puta de por medio a la cual había intentado tirarme, aunque al final no había tenido el suficiente valor para hacerle eso a mí nena, a pesar de que ella ya no estuviera conmigo. La había tenido metida en la cabeza desde el mismo momento en que la vi marchar por aquella carretera, desde ese momento me había obligado a olvidarla para no volverme loco, pero creo que eso mismo fue lo que provocó que se me enterrara aún más en cada partícula de mi ser.
Me había comportado como un capullo total, lo admito, pero es qué estaba tan perdido sin ella...
En cuanto llegué a este cutre pueblo, más que nada porque de donde veníamos nos tenían catados por lo que éramos y hacíamos, supe que algo malo iba a ocurrir, se sentía en el aire. No fue nada más bajarme de la moto que había alquilado con la tarjeta de mi gente, si no cuando eché un vistazo hacia atrás y algo se retorció dentro de mí. Un sentimiento, un sentimiento que hacía poco había comenzado a sentir y que ya conocía muy bien.
Y después la vi aparecer... y fue como si ese disparo que ella recibió me lo hubieran dado a mí tres veces directo al corazón. Sin escrúpulos, sin una pizca de remordimientos, con precisión y odio, así fue como el cabrón de Izan le disparó al amor de mi vida.
Mientras la sacaba en brazos de ese sitio tuve que contener hasta mi mente para no adelantarme hacia ese hijo de puta y reventarle la cara en una fracción de segundo. Eso sí, no me reprimí de maldecirlo por dentro hasta desearle la muerte y ser yo mismo el que tuviera el placer de enterrarlo vivo.
Lo mataría, de eso no me cabía ninguna duda.
Corrí por la calle con ella en brazos, no sentía ni una parte de mi cuerpo y mi mente estaba en pausa. Sabía perfectamente que era debido al shock tan fuerte que estaba sufriendo en estos momentos. ¿Quién me hubiera dicho a mí que podría encontrarme la noche en la que tenía pensado desahogarme y pasarlo bien, con mi novia medio muerta en los brazos por un disparo? Y todo por mi culpa... Joder, esto no podía ser verdad.
—P-por favor, no me dejes —dije en cuanto llegué frente a las motos y empecé a pensar a toda prisa como demonios la iba a subir ahí.
Sentí como mi cuerpo empezaba a temblar de lo acojonado que estaba.
—L-lo siento m-mucho —me susurró y al instante sentí que la perdía en mis brazos.
Bajé mis ojos apresuradamente hacia ella, dándome cuenta de qué acababa de perder la consciencia.
—No, joder, mierda —siseé mirando a mi alrededor, en ese momento pude ver un destello de esperanza, muchos, a decir verdad.
Había coches aparcados por toda la calle, muchísimos coches de todo tipo y colores. Corrí hacia el primero que vi sintiendo como mis brazos empezaban a dolerme por tenerlos tan tensos y a la misma vez haciendo fuerza para tener sujetada en una buena posición a Maddie.
Me coloqué al lado de un coche rojo y levanté mi pierna derecha como reemplazo de mi brazo que la sujetaba por detrás de las rodillas. Inspiré aire con fuerza por la nariz antes de estrellar mi puño contra el cristal del coche, haciendo que este se rompiera en mil pedazos.

ESTÁS LEYENDO
Un perfecto verano © (Completa, en edición)
Подростковая литература¡AVISO! - YA PODÉIS VER EL BOOKTRAILER EN EL PRÓLOGO. Cuando me dieron la noticia de pasar un verano en el hotel de playa más lujoso de todo el país, lo único que se me pasó por la cabeza fue... Divertirme como hacía mucho que no lo hacía. Viajaría...