Hola chiquiss!!! ¿¿Cómo vais con la historieta?? ¿¿Os va gustando?? ¿¿Queréis que haga los capítulos más cortos??
Lo de siempre...¡¡Seguidme y dejadme vuestros comentarios que leeré y contestare cada uno de ellos con mucho amorr!!
Un beso!! Disfrutad del capítulo!!
Corrí con rapidez, mis pies se sumergían en el suelo y me impedían avanzar. La cabeza me iba a explotar. Miré a mí alrededor, todo estaba muy oscuro. Podía sentir las ramas de los arboles arañarme y cortarme los brazos. No podía dejar de correr... algo me decía que huyera, que huyera lejos. ¿Pero, de qué?
En ese momento, mi pie tropezó con una piedra y caí al suelo. Mi mejilla chocó contra el suelo y un ardor se extendió por esta. No sabía dónde estaba. Me había perdido.
Entonces miré hacia abajo. Un vestido blanco cubría mi cuerpo... ¿Vestido blanco?
—Por favor... —balbuceé desesperada. Todo a mí alrededor era silencio, solo silencio.
Apoyé mis manos en el suelo intentando incorporarme. Pero no podía. Había algo pesado en mi espalda que me impedía levantarme. Empecé a agobiarme y me removí con desesperación intentando que ese peso disminuyera. El peso aumentó aún más causándome un dolor horrible en mi espalda.
—No tengas miedo... —un susurro distorsionado resonó en forma de eco en medio del bosque. Mi cuerpo se paralizó. ¿Qué está pasando?
—Despierta —se escuchó otra voz. Miré a mí alrededor desde el suelo confundida. ¿Mamá?
—Maddi, despierta —repitió y sentí que alguien me zarandeaba. Abrí los ojos de golpe encontrándome con mi madre que tenía sus manos en mis hombros moviéndolos continuamente.
—¿Mamá? —balbucee somnolienta y el zarandeo paró—. ¿Qué haces aquí? —le pregunté extrañada mirando a mi alrededor perdida. La iluminación que traspasaba las ventanas me cegaba los ojos.
—¿Cómo que qué hago aquí? —preguntó indignada—. ¿Sabes qué hora es? —preguntó señalando el reloj colgado en la pared de mi habitación.
¡¿Las 8:02?! Abrí los ojos de par en par.
Me levanté tan rápido que un mareo me inundo y tuve que apoyarme en el cabecero de la cama para no caerme. Cuando me recupere me dirigí al armario y saqué una blusa blanca holgada y unos vaqueros cortos. Mi madre estaba sentada en mi cama mirando cómo me vestía a toda velocidad.
—¿Recuerdas que hay mañana? —preguntó.
La miré con el ceño fruncido intentando hacer memoria aunque solo una cosa venía a mi mente.
—¿El campeonato? —dije en pregunta, no sé a qué se refería.
Suspiró rodeando los ojos.
—Mañana empiezan tus citas con el psicólogo —comentó como quien ya me lo había dicho mil veces.
¡¿Qué?!
—¿Cómo citas con el psicólogo? —pregunté lentamente con miedo y confusión.
—Ya hablamos de esto, ¿no te acuerdas? —dijo y yo negué con la cabeza.
En ese momento, recordé mi conversación con mi madre hace un mes aproximadamente. Cuando le dije que mis pesadillas empeoraban cada vez más y más, mi madre se lo tomo como un llamado de auxilio, como si estuviera diciéndole indirectamente que me llevara a un psicólogo o yo que sé, cuando en realidad lo único por lo que se lo dije fue por la confianza que nos habíamos tenido desde que nací, siempre le contaba mis problemas y ella los solucionaba al igual que yo con ella.
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Un perfecto verano © (Completa, en edición)
Ficção Adolescente¡AVISO! - YA PODÉIS VER EL BOOKTRAILER EN EL PRÓLOGO. Cuando me dieron la noticia de pasar un verano en el hotel de playa más lujoso de todo el país, lo único que se me pasó por la cabeza fue... Divertirme como hacía mucho que no lo hacía. Viajaría...