Un perfecto verano © (Completa, en edición)

Capítulo 4.

Hola chiquisss!!!

Este capítulo es movidito y sí... sé que es el capítulo 4 y todavía no ha empezado la acción pero no os preocupéis porque en el siguiente capítulo aparecerán personajes nuevos y el famoso protagonista de la historia que pondrá patas arriba la vida de la señorita Madison!!! SII!!! Estáis emocionados??? Porque yo desde luego siiii

Espero que os esté gustando y no os perdáis el próximo o... lloraré muchoo!! Jeje

Un beso!!!

—¿Maddi? —escuché una voz femenina a mi izquierda, Wendy me miraba con el ceño fruncido—. ¿Te encuentras bien? Estas pálida —me preguntó, asentí con rapidez pasando mi mano por mi frente intentando borrar la capa se sudor que se había formado sobre esta.

—¡Bueno, bueno y sin más dilación aquí están "los chicos de acero"! —volvió a hablar el hombre del micrófono, los gritos no tardaron en hacerse presentes.

Después de presentar al otro equipo que jugaría contra el de Axel, el partido empezó con normalidad y táctica, nada fuera de lo normal. Hubo alguna que otra pelea en la que se tuvo que me meter un albitro de por medio pero no llego a pasar a mayores. Cuando finalizó, teniendo como ganadores a los chicos de acero, cada uno empezó a desplazarse por el campo o el exterior. Busqué con la mirada a Ingrid, pero era imposible. Había demasiadas personas como para encontrar a una en especial. Bufé y me di por vencida.

Cuando pensé que podría volver a mi casa de una vez por todas y acostarme en mi cama a dormir todo el verano, una mano se posó en mi hombro.

Me di la vuelta automáticamente.

—¿Dónde vas? —preguntó Axel con confusión, miré sus ojos bajo las luces de las farolas y las luces de los coches.

—A mí casa ¿Dónde voy a ir si no? —dije obvia, un chico pasó a su lado felicitándolo por el partido.

—Un chaval va a hacer una fiesta en su casa e irán la mayoría para celebrar el fin de curso —me comentó mirando disimuladamente su móvil—. Vendrás ¿no? —preguntó ahora mirándome con una sonrisa.

—No creo... —contesté lentamente.

—Dame una buena razón y te dejare en paz —dijo de brazos cruzados, respiré hondo.

—Estaré sola todo el tiempo, porque todos los que conozco estarán con sus grupos de amigos y tú estarás con el tuyo —expliqué.

—Eso no es verdad, Ingrid irá —dijo y lo miré con los ojos abiertos. ¿Por qué no me había dicho nada?

Miré detrás de Axel; unas parejas se besaban, otras bebían, otras fumaban y otros eran simplemente grupos de amigos que hablaban.

—¿Hola? —dijo Axel pasando una mano por delante de mí, lo miré perdida—. ¿Vendrás o no? —repitió.

—Pero si quiero volver me traerás, sea la hora que sea —contesté y una sonrisa se pintó en sus labios, desgraciadamente no podía decir lo mismo de mí. Mi estómago tenía una extraña sensación de pesadez, como si toda la comida me subiera por la garganta. Apreté los labios sintiendo como Axel agarraba mi cintura y me guiaba hacia los aparcamientos.

Miré por la ventana, todo estaba oscuro. Axel llevaba unos diez minutos conduciendo y yo empezaba a perder los nervios. Miré al pelinegro desde mi sitio, sus ojos estaban fijos en la carretera de manera atenta y concentrada, seguía vestido con la ropa del partido y me di cuenta de que yo también, pensaba cambiarme en mi casa cuando llegara pero alguien se interpuso en mis planes. Acordándome de mi casa, saqué el móvil para mandarle un mensaje a mi madre: "Mamá, iré a una fiesta con Ingrid, no me esperes despierta. Todo ha salido perfecto. Te quiero". Escribí y volví a guardar mi móvil en el bolsillo. Subí el volumen de la música cansada del incomodo silencio que llevábamos teniendo todo el camino. No entendía que le pasaba, en cuanto el coche arrancó su buen humor se borró por completo. Sus dedos se movieron dos segundos después de los míos apagando la radio, lo miré con la boca entreabierta pero decidí no decir nada. Volví a mirar por la ventana enfadada y cansada de la situación, si me había traído para pasar la noche de esta manera se había lucido.