Capítulo 34

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Los días pasaban sin tantos contratiempos, Tao se había sumergido en la Red investigando finos rastros de organizaciones que aparentaban ser dañinas, pero al final no podía dar con nada más que laboratorios ilegales o traficantes de órganos, claro que se ocupó de algunos de ellos exponiendo su ubicación o dando pistas a las autoridades, anonimamente. Pero nada parecía fuera de lo usual.

Raizel por su parte, disfrutaba los días llenos de vida. Los chicos también estaban felices de convivir con ellos, eran días alegres y sin mucho peso encima.

Rayla había aprendido a jugar ajedrez, pasaba muchas horas en el laboratorio de Frankenstein, jugando. También solía jugar con Raizel, pero él en lo particular prefería los juegos sencillos, por lo que la mayoría de las veces terminaba jugando con Frankenstein o con Rael, quien al parecer conocía muy bien el juego.

Cierto día, cuando volvían del instituto Rayla fue la primera en entrar en la casa, había estado practicando como abrir la puerta, ya que la mayoría de las veces simplemente tocaba el timbre.

Por lo bajo, Tao la animó cuando la puerta se abrió, pero ella no parecía haberlo escuchado, sus ojos revisaron el lugar lentamente. Mientras avanzaba su vista se agudizaba, el resto que había visto su actitud sintieron al instante incomodidad. Ellos no eran tan perceptivos como Rayla así que sólo les quedaba ser silenciosos y abrir muy bien los ojos.

Luego de entrar a la sala Rayla miró en dirección al laboratorio, dejo sus cosas sobre el sofá y camino en esa dirección. Los chicos la miraban curiosos pero sin hacer ruido alguno.

Rayla siguió un rasto invisible, sus sentidos eran un poco mejores que antes, así que no le tomó mucho saber que el aura que emanaba esa persona era distinta a la de las personas que se había topado antes.

Rayla encontró la puerta del laboratorio abierto, así que con sigilo revisó. Una persona de piel morena y cabellos blancos le daba la espalda, parecía buscar algo entre los papeles de Frankenstein.

"Oh, oh... ¿alguien quiere robarnos?" La voz sarcástica de Felia resonó en la cabeza de Rayla. Ella entrecerró los ojos y se acercó a la persona.

Aquella persona ni siquiera notó que alguien lo vigilaba hasta que el aliento de esta rozó su oreja izquierda y su cuerpo entero había quedado atrapado entre dos suaves y delgados brazos.

- ¿Quién eres y por que - Rayla dudó un poco si debía usar "esa" palabra ahora, estaba en casa, pero esa persona era un desconocido, al final la usó - estabas revisando el trabajo de mi papá

- papá?!

La voz de aquella persona era tan suave que incluso un suspiro habría tenido un tono más fuerte. Aún así Rayla notó su sorpresa. Su mano izquierda estaba revestida de una masa oscura, que creaba largas y afiladas uñas. Acercándose más a su cuello volvió a preguntar.

- ¿Quién eres?

- ¿Esta no es la casa de Frankenstein?

Rayla abrió los ojos, ¿un conocido quizás? Apretó más su agarre. Estaba a punto de volver a cuestionarlo, cuando unos pasos llamaron su atención.

- Rayla, ¿qué sucede?

- Intruso

Frankenstein observó por un momento al "intruso", un suspiro escapó de sus labios y con calma pidió a Rayla liberarlo. Rayla no estaba muy contenta, aun así lo liberó.

- No sabía que tuvieras una hija - dijo, mientras frotaba sus brazos, aquella joven si que tenía un buen agarre - Frankenstein

Una Noble Humana...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora