Una Noble Humana...

Capítulo 59.- No sin mi permiso

— Nos divertimos mucho

— Nos vemos el próximo año!

— Cuidense mucho!

— Feliz año nuevo anticipado!

Aquellas palabras aun resonaban sobre la piel quemada de todos. Todavía no podían asimilar que de un momento a otro, cambiarán de un clima cálido a uno frio, incluso se podía sentir las gotas de agua nieve rozando sus mejillas.

Pero como siempre, en la vida, la felicidad siempre va acompañada del dolor.

Cuando llegaron a la casa, todo estaba revuelto, lanzado al azar y con mucha intención. La rabia inundó por completo los sentidos de Rayla, ¿por qué? Porque tenía una vaga idea de quien podía ser.

Revisaron todo el lugar, incluso el laboratorio había recibido una porción de huracán que parecía haber entrado al lugar. Los papeles importantes habían sido quemados en su totalidad, era una suerte que Frankenstein se hubiera llevado los originales a la pequeña isla que visitaron.

Rayla, al igual que el resto, examinó su habitación. Todo estaba revuelto y algunas cosas habían sido quemadas, el temor inundó su corazón y con desesperación busco debajo de su cama.

Felia susurró después de un buen rato de verla buscar "No allí, ¿recuerdas que lo cambiaste de lugar?" Rayla aspiró con asombro, para luego correr hacia su armario y sacar todas sus ropas.

Detrás de una calcomanía que ella había pegado había un cerrojo, acercó sus dedos y Dark Shadow entró suavemente en el orificio. Luego de un click la pequeña puertilla se abrió, dejando a la vista un montón de pequeños tesoros que ella escondía con amor, entre ellos estaban: una libreta con miles de bocetos en blanco y negro, una pulsera de piedras brillantes, calcomanías metálicas, una cajita de crayolas retraibles, algunos esponjosos monstruitos de ojos movibles y entre ellos el pequeño llavero de fresa soñolienta.

Con aquellos tesoros entre sus manos, se deslizó lentamente hasta el suelo, el suspiró salió de sus labios, pero la preocupación no dejó su rostro.

Los guardó nuevamente y volvió la mirada hacia su ventana, entonces notó de donde había entrado aquel intruso. Su ventana estaba totalmente hecha pedazos y al pie de la ventana una pequeña nota revoloteaba con el frio viento de invierno.

— ... — sus dedos estrujaron la nota con odio al terminar de leerla — yo... te mataré

Se dio media vuelta, dándose cuenta de la persona que se hallaba al pie de su puerta, mirándole en silencio. Sus labios se separaron pero no pudo decir nada, escondió su mano detrás de su espalda y fingió.

Pero olvidaba algo: ella era mala fingiendo y él había aprendido a leer todas sus mentiras.

— ¿A quién matarás? — cuestionó, con tanta naturalidad que no parecía que estuviera preguntando algo serio, Rayla bajó la mirada — ¿sabes quién hizo todo esto?

— Sí

— ¿Quién?

Rayla estrujo más el papel, pero no servía de nada ocultarlo, por lo que extendió la mano y dejo que Rael tomara el papel.

— Aquí dice una dirección ¿Irás?

— Sí — bajó la mirada

Rael suspiró, observandola de pies a cabeza.

— No irás — sentenció firmemente

Rayla levantó la mirada, dispuesta a replicar. Pero había algo en esos ojos carmesí que le impidieron hablar, solo podía mirar.