33

2.5K 235 13
                                    

TEORÍA DEL CAOS

HANNAH


¿Te has puesto a pensar cómo es que la vida parece ser de una determinada manera y, de pronto, ha cambiado a otra totalmente diferente? Como si una sola persona viviera distintas realidades de una misma vida en un lapso corto de tiempo. Un día, estás disfrutando de la dicha de estar sano y, al otro, te llega la noticia de que padeces cáncer, lupus o, ¿por qué no? Un defecto en el corazón. Un día, ríes y al otro, estás de luto. Eres una persona en un momento y en el minuto inmediatamente siguiente, la vida te podría obligar a ser alguien en quien nunca pensaste. O, también puedes ser como yo y darte cuenta de que estás riendo y eres feliz, y al minuto inmediatamente siguiente, afrontas una realidad que habías olvidado...

... Y todo cambia.

Así fue como pasó.

—¿De verdad? ¿Me compraste un vestido para la cena de hoy? —reí mientras subíamos los escalones del tribunal. En la mitad del camino, me quedé de pie, tratando de no parecer agitada. Pero, lo estaba. Me estaba costando subir esa escalera.

—Sí —contestó Adam unos escalones más arriba —. Creo que te gustará. Es de tu estilo.

—¿Mi estilo? —contesté con una sonrisa ladeada, fingiendo estar viendo algo en el móvil para que no se pregunte porqué me había detenido. Unos abogados suben corriendo a nuestro lado.

—Reservado, pero atractiva.

Guardé el móvil en el maletín e inhalé profundo.

Seguí.

Adam me esperó.

—¿Quién lo ha escogido? ¿Tu o la vendedora?

—Me ha ayudado Penny. Le he mandado fotos al móvil.

Reí.

—No me sirve que una señora de sesenta y tantos te haya ayudado a escoger un vestido. ¿Tiene escote o es cuello alto?

Adam hizo un mohín.

—Creo que tiene escote.

—¿Crees? ¿Lo compraste tu o Penny?

Desvió la mirada hacia cualquier lado al momento en que se frotaba el cuello.

—Algo así.

Me brotó una carcajada fuerte.

—¿Y vas a adelantar algo de lo que quieres hablar conmigo? Yo también debo decirte algo. Es importante. Y, tal vez, debo decirlo primero —comenté con la garganta algo apretada. Solo pensar en ello me daba ansiedad. Necesitaba decirlo ya.

No contestó.

Nos quedamos de pie detrás de la puerta donde sería la audiencia.

Adam arregló el cuello de mi blusa y murmulló algo de que no debía nunca descuidar la presentación, sobre todo con juezas mujeres como la de ese día.

—Tengo calor —murmullé.

—Eso siempre pasa con los novatos. Al menos no has vomitado en la entrada. Eso es bueno.

—Creo que no debí traer blusa. Quizá un vestido era mejor. ¿Mi falda es muy corta?

Sus ojos reptaron desde mis ojos hasta mis piernas.

—Es perfecta. Me gusta. Nunca hemos tenido sexo contigo vestida así.

—¿Algo así como sobre el escritorio?

Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora