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UNIVERSOS PARALELOS

HANNAH


KEEP YOU SAFE - LINDSEY RAY


Siempre me gustaron las teorías. De niña leía mucho a Einstein y luego, de mayor, a Stephen Hawking junto con otros grandes cerebros de la historia, creo que por eso mi padre esperaba que yo estudiara algo relacionado con la física, pero, joder, la odio. Solo leo teorías porque ya están hechas y es simple estudiar algo que te enseñan en un manual o un papel cualquiera. Creo que no podría trabajar en una propia por mucho que me gustaría. Pero, el punto es que amaba estas ideas locas que surgían de repente y que se publicaban en los periódicos o las páginas webs de ciencia. Me gustaba creer en ellas porque hacían que la mayoría de las cosas inexplicables cobraran sentido.

Mi favorita es la de Hugh Everett.

La vez en que me dijeron que había heredado la enfermedad de mamá, me pregunté si la teoría de los universos paralelos sería cierta. Imaginar que existía una cantidad indefinida e ilimitada de universos alternativos al nuestro era una idea que me hacía soñar despierta. Quizá, había uno en el que yo estaba sana. Otro, en el que mamá no había muerto. Tal vez, existiría uno en el que la maldad no existiera y otro que alberga todos nuestros alter ego. ¿Por qué no? Son infinitos. Alicia en el país de las maravillas lo sabe muy bien... y Marvel, también.

Me gustaba soñar con esas cosas e inventar mundos en mi cabeza. Ahora, por ejemplo, me imagino un universo completamente diferente al mundo que conozco. Mi favorito es aquél en el que estoy sana porque tengo todo lo que quiero.

La física cuántica, a diferencia de la física clásica, te enseña que el mundo se rige por probabilidades, lo que es bueno, pero también muy malo. Hay cosas que me gustaría que estuvieran garantizadas; que solo sean «sí» o «no». Pero, según la física cuántica, eso no existe. Lo que existen son probabilidades, porcentajes, unos cuantos «tal vez sí» y unos «tal vez no». En otras palabras: Esperanza.

Tal vez, encuentre un corazón. Tal vez, no.

Tal vez, vuelva a ver a Adam. Tal vez, no.

Eso es física cuántica.

Y con este ejemplo, Stephen Hawking se revuelca en su tumba. Lo siento.

Pero, ahora, en este preciso minuto, solo quisiera estar en otro universo. Porque esto, lo que está ocurriendo ahora, es una putada.

—¿Te molesta? —me pregunta con su vista fija en mi nariz.

Estoy sentada en la camilla. Mis pies no alcanzan a tocar el suelo. Hago muecas y arrugo la nariz porque sí, sí me molesta, pero no lo quiero decir.

—No —Miento y toco mis fosas nasales con cuidado —. Es... raro, solamente.

—Mira, no es tan malo, te queda bien —El doctor Thomas sostiene un espejo en sus manos y lo eleva frente a mí.

¿«Te queda bien»? Dudo que un tubo de goma que se fija en tus orejas y rodea tus mejillas hasta llegar a tus fosas nasales, sea algo que pueda englobarse en el halago de un «te queda bien». No es un vestido ni una blusa ajustada. Es una cánula nasal. ¡No es una prenda de ropa, maldición! «Hinata, que diferente te ves hoy, ¿te hiciste algo en el pelo?». «¿No ves mi nuevo accesorio? Son cánulas. La última moda». «¡Que guay!».

Papá me observa de pie a espaldas del doctor que está levemente inclinado hacia mí, observando que todo esté en orden. Thomas lleva sus manos a mis orejas y sonríe con orgullo cuando ve que está todo bien acomodado.

Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora