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OCEAN BEACH 

ADAM


Las manos me sudan y la bilis me sube por la garganta. No sé si pueda hablar, creo que la respiración me va a entrecortar las palabras y terminaré pareciendo un completo gilipollas. Cierro los ojos y me ordeno bajar del carro. Y me siento estúpido de estar hablando solo.

La casa de Hannah es bonita y acogedora por fuera. Tiene un jardín frontal amplio que enmarca la construcción. Es envidiable, estoy seguro de que en primavera y verano el lugar debe estar repleto de verde y salpicado de muchos colores florales. Un camino angosto de adoquines, rodeado de arbustos, conduce hacia una escalera pequeña que da hacia el porche. La casa es de madera, pintada en amarillo claro con ventanas de marcos blancos a juego con la puerta y los pilares gruesos que sostienen el pórtico. A la derecha, hay un muro de piedra que advierte la chimenea que sobresale del techo y a la izquierda hay una cochera. No es grande, pero tampoco pequeña; está bien para una familia. Tiene forma rectangular con tejados a dos aguas de donde se proyectan dos buhardillas. Tiene muchas ventanas, así es que me imagino que a Hannah le encanta estar en su hogar porque no debe faltar luz. A ella le gusta eso; recuerdo una vez cuando quise cerrar las cortinas un domingo mientras seguíamos acostados. Me pidió que no lo haga porque le gustaba que entrara la luz del sol.

Mi mano empuñada tiembla frente a la puerta. Tomo aire. Boto. Siento que el aire no llega a mis pulmones así es que lo hago de nuevo y, sin pensarlo más, toco la puerta.

No me he planteado la posibilidad de que otra persona me abra. Solo ruego que sea Hannah porque no estoy preparado para...

Mierda.

La puerta se abre y un niño de cabello negro y alborotado aparece. Si no fuera por los ojos rasgados, dudaría si he anotado bien la dirección del expediente que Penny robó de recursos humanos por mí.

Miro hacia ambos lados. El niño frunce el ceño y me pregunta que qué se me ofrece. Responder a secas que quiero ver a su hermana parece una opción descortés, así es que me determino por un preámbulo.

—Hola. Ah... —Pero no sé cómo formularlo. Doy un paso atrás y me aseguro de que el número de la casa es el correcto, aunque ya lo hice antes de tocar. Vuelvo la mirada al chico. Su cabello cae por su frente en una ola desordenada y sus ojos son más oscuros que los de su hermana, claro, suponiendo que este niño es Haru. Me llevo una mano a la nuca, nervioso —: ¿Esta es la casa de los Montgomery? ¿Eres Haru?

Su mirada me escanea de la cabeza a los pies.

—Sí, Haru Montgomery. ¿Eres de la policía o algo?

Vale, esta parte no la esperaba. Boqueo para responder, pero se me adelanta.

—Porque si es por tirarle huevos a la casa de Ezra Geller, debo decir que el idiota me tenía cabreado.

Aclaro la voz y me llevo las manos a los bolsillos de los vaqueros para fingir seguridad. En realidad, no sé dónde cojones dejar las manos ni qué hacer con ellas.

—No, no soy policía —aclaro. Él parece aliviado. Sus hombros se relajan y sus cejas ya no están tensas —. Y eso de los huevos no es precisamente un delito si no dañaste nada ni a nadie. Pero, puedes tener algún tipo de responsabilidad en materia civil. Aunque, eres un crío así es que... —Mi voz se deshace cuando sus ojos se entornan y esas cejas pobladas vuelven a contraerse.

—¿Eres abogado? —arruga su nariz.

—Sí.

Entrecierra sus ojos, dudoso.

Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora