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RESPIRA. RESPIRA. RESPIRA

HANNAH


Respiré. Inhalé. Exhalé.

—Otra vez —ordenó el hombre de bata blanca. Mi espalda sintió nuevamente el frío de su estetoscopio.

Cerré los ojos.

Respiré. Inhalé. Exhalé.

—¿Cansancio? —preguntó. El metal frío daba toquecitos en mi piel —. Respira otra vez, por favor —repitió.

Me encogí de hombros.

—Lo normal, trabajo y estudio. No hago mucha actividad física. Ya sabe, no puedo.

—¿Te ahogas a menudo? ¿más que antes? —Como si él supiera cuánto era antes.

Me demoré en responder.

Se apartó y volvió a su mesa donde tenía todos mis exámenes. Los observó con calma. Levantó la radiografía a contraluz e hizo una mueca con la boca que me advirtió que lo que seguía no era tan alentador como quisiera.

—Creo que solo cuando duermo —dije sentada desde la camilla. Mis pies colgaban y no llegaban a tocar el suelo. De niña creía que algún día llegaría el día en que pasaría, pero creo que nunca crecí lo suficiente. No heredé la altura de papá. Vale, en realidad, creo que no heredé nada de él, ni si quiera su buena salud.

—Vale —se limitó a decir al tiempo que anotaba algo en mi expediente. Su mirada lo decía todo. Conocía esa forma de ver a los pacientes como si uno fuera Bambi y él el cazador.

Se quedó en silencio observándome desde su lugar.

—Dígalo —sonreí —. Estoy anestesiada contra las malas noticias.

—Escucho soplos cardiacos, Hannah —sentenció y apoyó su espalda contra el respaldo con sus brazos cruzados.

Resopló.

Yo también.

—Ah, eso —musité reprimiendo mis ganas de contraer los labios. Sonreí por educación, aun cuando no era el tiempo ni el momento para hacerlo.

—Pero aún no reúnes todos los requisitos para estar en prioridad en la lista de espera. Lo siento.

Eso, aunque no sonara tan bien, era una buena noticia.

—Eso es bueno, ¿no? Significa que no me estoy muriendo... —hice una pausa y agregué —: No todavía.

No contestó.

Volví a hablar.

—Me alegra que no me vayan a abrir el pecho con una sierra todavía, quisiera usar bikini en el verano —bromeé.

Se mantuvo impasible. Inescrutable. Impenetrable.

Él no era como el doctor Roger en Stanford. Él al menos se reía, éste parecía ser el hermano de Wednesday Addams.

La línea recta en sus labios me ponía más nerviosa, ¿no se supone que él debería brindarme un poco más de tranquilidad?

—¿Sucede algo? —pregunté con temor tras demasiado silencio.

Me bajé de la camilla luego de abotonar mi camisa y me senté en la silla frente a su escritorio. Coloqué mi maletín sobre mi regazo y me preparé para la retirada.

—Tu enfermedad se caracteriza por avanzar muy rápido, Hannah. ¿Estás consciente de eso?

Agaché la mirada.

Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora