BAILA CONMIGO
ADAM
Hannah era hermosa y no lo digo por aquella noche; Ella era hermosa. Sus ojos eran de color castaño oscuro enmarcados por unas pestañas largas que levantaban un poco esa forma pequeña y rasgada propia de su descendencia asiática y que a mí me habían gustado desde el primer día, por más que haya querido negar; Sus labios eran gruesos y con una forma ovalada y simple, pero muy atractiva. Tan bien formados que tampoco me fueron indiferentes; Su nariz era fina y envidiable; Su piel, a pesar de ser pálida, parecía ser suave y bien cuidada como la de una muñeca de porcelana que a las abuelas les gustaba tanto presumir; Sus cejas eran delgadas y castañas, a juego con su cabello liso y brillante, y siempre tenían algo que expresar y eso era normal en ella, Hannah era una de las personas en las que no necesitabas que te dijera que le ocurría, porque su cara lo decía todo; Su espalda era sutil y pequeña, así como todo su cuerpo que parecía ser de los que debías abrazar con delicadeza.
Dicen que los gustos cambian y que las personas nunca se mantienen constantes y supongo que es verdad. Hannah no era de ojos ni cabello claro, no era alta ni tampoco despampanante. No era de las mujeres que destacaban por su gusto en vestidos o ropa, ni de las que dirías que es conveniente regalarle joyas o accesorios de belleza; más bien, de las que le puedes regalar un libro y quedarán felices. Hannah era simple, pero no en el mal sentido. Era cosa de ver sus zapatillas de punta blanca que no hacían más que reducirla a un pequeño ser humano de un metro cincuenta y tantos centímetros. Sus jerseys de cuello largo, siempre a juego con un abrigo, tampoco la ayudaban a llamar la atención de los hombres y casi siempre se quejaba de los tacones, de las faldas apretadas y de tener que utilizar el cabello suelto porque «se le iba el cabello a la cara». Asi es que, lo que pasó entre ella y yo no se trataba de «gustos» o de esa conexión errática que uno cree tener con el juego del amor a primera vista. No era algo que parecía poder cambiar fácilmente. No era un capricho. No era la forma «perfecta» en que nos veíamos juntos.
Hannah y yo fuimos un caso diferente. Nos necesitábamos sin saberlo, supongo. Ella me estaba despertando de una pesadilla. De un dolor profundo. Ella quería quitar las banditas que cubrían las heridas que escondía bajo la ropa. Era una especie de ángel...
... O de magia. Sí, ella era eso.
Asi es que, cuando la vi aquella noche no dudé en que ella estaba haciendo algo en mí.
—¿Lista? —pregunté cuando la tuve frente a mí.
Llevaba su cabello recogido con un peinado que parecía de bailarina de ballet y un abrigo negro cubría su cuerpo hasta las rodillas y debajo de él un vestido rojo tocaba el suelo, cubriendo sus zapatos que apenas se dejaban ver cuando bajaba los tres peldaños de la entrada de su residencia.
Su mirada se levantó hacia mí. Me sonrió y asintió.
Me extendió una de sus manos y me ofreció una pequeña caja rectangular azul.
—En las fiestas, las parejas suelen combinarse. El vestido de la mujer con la corbata del hombre es de un mismo color o bueno, algo así ¿verdad? —Parecía avergonzada. Bajo las farolas de las calles pude notar el rubor de sus mejillas.
—O bueno, si no quieres... —Me había quedado observándola tanto rato que había olvidado recibirle el presente.
—Joder, no. Claro. Sí. Me la colocaré antes de entrar —Mis palabras tropezaron entre ellas de lo rápido que salieron.
Le arrebaté la caja de sus manos como un idiota apresurado y le abrí la puerta torpemente para que suba.
Me sentí tan estúpido que no supe que decir en todo el viaje; solo me salieron cosas como «Qué frío que hace» o «¿Leíste el Times hoy?» a lo que ella respondió con un «Hmm» y un «No». Mejor coloqué la radio.
ESTÁS LEYENDO
Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTO
RomansaHannah ha sido premiada con una beca en una prestigiosa firma de Nueva York. Adam no está feliz con la llegada de la novata. Hannah es alegre, espontánea y risueña. Adam es arrogante, escéptico y orgulloso. Hannah es golpeada por una noticia que pod...