PASTELES Y SONRISAS
ADAM
Penny me saludó como si no me hubiese visto en meses y algunos colegas lanzaron bromas de qué mi ausencia les había alarmado sobre el fin del mundo. Tuvo sentido, yo nunca faltaba al trabajo salvo por ciertas fechas en que me reservo los motivos y me ausento. Días como esos. Fuera de eso, no faltaría al trabajo ni aunque me contagiaran de una peste mortal.
Antes de entrar a mi oficina reparé en que el cubículo de Montgomery no estaba y, en lugar de eso, habían puesto una máquina dispensadora de agua y más sillas para que los clientes esperen su turno. No tardé en encontrar la respuesta. No, no la habían despedido, no había desaparecido ni había muerto. Estaba dentro de mi oficina. En realidad, estaba usando mi oficina.
Solté la manija de la puerta y retrocedí. Volví sobre mis pasos y caminé apresurado en dirección al despacho de la única persona que podría dame una puta respuesta de porqué alguien, que no alcanza a ser junior, estaba con el culo en mi silla.
Ignoré a los que me saludaron a distancia desde sus asientos. Ignoré a los novatos de los cubículos que querían hacerme preguntas de mierda que ya deberían poder contestar en su nivel. Ignoré a los clientes con cara de culo que esperaban su turno a las afueras de las oficinas. Ignoré sus problemas, sus miradas de súplica y su sentir de vida incomprendida.
Las puertas del elevador se abrieron y Alex apareció allí. Maravilloso, la única persona con la que podía desahogarme sin que me despidan.
—Me cago en la puta —murmullé entre dientes cuando presioné el botón que me llevaría tres pisos más arriba.
—¿Y ahora qué?
—¿Acaso le darán mi oficina a la pasante?
Alex se encogió de hombros. Estaba leyendo unos papeles que tenía en la mano.
—Es tu aprendiz, ¿no tiene derecho a usar tu oficina si te ausentas?
—No —espeté con el ceño aún más fruncido.
Alex rio a carcajadas al tiempo que palmaba mi espalda.
—Ay, amigo, Hanks te tiene cogido de los huevos. Esto se está volviendo divertido.
—No para mí.
La campanilla del elevador sonó.
Las puertas se abrieron.
Alex giró en dirección a la oficina de otro de los socios. Yo iba directo donde el hombre que había pasado de ser mi ídolo a ser un dolor en el trasero.
Toqué y entré sin esperar a que me dieran la venia para entrar.
—Dígame que no le dio mi oficina a la chica —rogué con un pie adentro y otro afuera.
Hanks sonrió sin elevar la mirada.
—Buenos días, ¿te has recuperado?
—No estuve enfermo. Fueron vacaciones. Y de dos días, cabe agregar.
—La chica es buena, me recuerda a ti cuando eras un novato.
—No lo creo —me apresuré.
Me senté en la silla frente a su escritorio y crucé los brazos a la defensiva.
—Sí, tienes razón, ella puede llegar a superarte. Le has enseñado bien a tu pasante —Dejó lo que estaba haciendo a un lado y me observó por sobre los cristales de esos lentes gruesos —Claro, porque supongo que le has estado enseñando —Arqueé una ceja sin decir nada —. Y dado que eres su tutor, creo que deberías compartir tu oficina con ella en lugar de tenerla en un cubículo afuera. Es ágil de mente, astuta y conecta los hechos rápidamente, podría ayudarte más si está en medio de tus conversaciones con los clientes.
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Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTO
RomanceHannah ha sido premiada con una beca en una prestigiosa firma de Nueva York. Adam no está feliz con la llegada de la novata. Hannah es alegre, espontánea y risueña. Adam es arrogante, escéptico y orgulloso. Hannah es golpeada por una noticia que pod...