JESS ANDERSON Y BEN WILSON
HANNAH
—Lo lamento —dijo antes que pudiese si quiera decir algo. Apenas había abierto la puerta y sus palabras ya estaban abofeteando mi orgullo.
Pero, un «lo lamento» era poco para lo que significó ese grito en medio del corredor, para lo que fue el día completo preguntándome que le había pasado y si, tal vez, se había tirado de un risco o estaría ebrio en algún bar.
—Deja que te lo explique —siguió con la mano frotando su cuello. Su mirada se deslizó por mi cuerpo y los hoyuelos que aparecieron en sus mejillas me advirtieron de la sonrisa que estaba tratando de oprimir.
Entonces, recordé que estaba con mi facha de estudiante y es que cuando me proponía a estudiar de noche, cogía lo más cómodo de mi armario. Un polerón de Hello Kitty y un pantalón roñoso de color rojo.
—No te atrevas a decir nada —me adelanté fingiendo dureza y modulando cada palabra con lentitud y seriedad.
—¿Qué edad tienes? —soltó con una sonrisa socarrona.
Y luego de azotarle la puerta en la cara y escucharlo rogar que le abriera y jurar que no se reirá más de mi amor por Hello Kitty o mi horrible peinado —cosa que ni si quiera yo había notado—, nos sentamos a hablar en los peldaños de la escalera de concreto.
Nunca había visto a Adam tan enojado como aquel día. Todo en él se había opacado, como si su cuerpo hubiese reflejado la oscuridad escondida en un rincón polvoriento de su alma y parecía justificarse cuando decidió hablar de su padre.
Los Wilson habían sido una familia feliz como todas lo son en un principio. Sus padres se habían comprado una casa siendo muy jóvenes porque el padre de Adam se había asociado con otros abogados para hacer una firma jurídica en una importante ciudad de Massachusetts y, aunque ellos vivían en Nueva York, su padre, Ben Wilson, no tenía problemas en viajar todas las semanas con tal de disfrutar de su familia los sábados y domingos. Lo que lo hacía parecer un hombre trabajador y comprometido con su esposa e hijo de apenas tres años. Pero, cuando la madre de Adam descubrió que lo que tanto le apasionaba de Boston a Ben era su novia de preparatoria, los problemas comenzaron. La familia feliz comenzó a ser como cualquier otra. La madre de Adam comenzó a volverse paranoica e insegura y las discusiones eran cosa de cada día. Sin embargo, Adam no supo la razón de todo hasta que tuvo siete años y un joven de casi catorce pasó el verano en su casa.
Joseph Wilson.
Su padre había tenido un hijo con su novia de prepa y Ben se dio por enterado cuando inauguró su firma en Boston y ese viejo amor de los diecisiete años lo contactó. Jess y Ben Intentaron que funcionara, intentaron que Joseph sea parte de la familia y que nada les afectara, pero no lo lograron, porque Jess, después de tantos años de dudas, tenía razón: El padre de Adam sí mantenía una relación con la madre de Joseph.
Entonces, llegó la hora de escoger.
Y el abogado escogió Boston o, como dijo Adam, a Joseph. Dijo que un día lo vio salir con todas sus maletas, subir todo a su auto y marcharse sin mirar atrás, literalmente. No se despidió.
Jess Wilson se había enamorado de un hombre mayor que la había dejado por un antiguo amor. Apenas era una joven de veintitantos cuando descubrió que la vida era más cruel y dura para lo que ella podía soportar y decidió quitarse la vida con una sobredosis de pastillas. Entonces, Adam quedó solo y a la deriva y, aunque un tío lo cuidó y logró ser tanto o mejor abogado de lo que era su padre a su edad, nunca pudo responder la pregunta de por qué Ben, el mismo hombre que le había enseñado a jugar beisbol y quien le contaba cuentos al dormir, lo desechó de la forma que lo hizo. Él estaba dispuesto a compartir su amor con tal de no perderlo. Pero, al parecer, Joseph no. Nunca quiso descubrir la verdadera razón, pero se consoló a sí mismo culpando a su medio hermano porque es menos doloroso que el pensar que su padre no lo amaba lo suficiente como para quedarse.
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Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTO
RomanceHannah ha sido premiada con una beca en una prestigiosa firma de Nueva York. Adam no está feliz con la llegada de la novata. Hannah es alegre, espontánea y risueña. Adam es arrogante, escéptico y orgulloso. Hannah es golpeada por una noticia que pod...