DEJA QUE OCURRA
ADAM
Perdí la cuenta de los minutos, así como de las veces en que me dije a mi mismo que era hora de bajar del carro. Suspiré una última vez y entonces pude abrir la puerta y poner un pie afuera.
Observé mi reloj de pulsera que apenas marcaba las tres de la tarde. Faltaban alrededor de cuatro horas para el matrimonio de Jude y Felicity.
Todo se celebraría en el Prospect Park Boathouse. En un principio, sería frente al lago, pero debido a las constantes olas de frío y la posible lluvia, prefirieron prevenir y hacer toda la ceremonia adentro, incluso la fiesta. Sin embargo, había algunas carpas blancas con mesitas y coctel sobre ellas. Me imaginé que más de alguno iba a querer disfrutar de un buen trago junto al lago a la luz de la luna. Con todo, les había tocado un buen día. El sol brillaba en lo alto a pesar del frío. No era un sol que calentaba, ni si quiera sé cómo las mujeres iban a poder andar con vestidos de noche con un clima como ese. No tenía intenciones de culpar a Montgomery si quería ir vestida con bragas de lana.
Cogí mi traje de la cajuela del auto y me lo eché al hombro con sumo cuidado de no arrugarlo. Caminé en dirección a la habitación que estaba detrás del salón principal. A pesar de lo maravilloso que podría parecer el día, el césped crujía por las bajas temperaturas. Con unos movimientos de cabeza saludé a los meseros y a todos los que estaban terminando las preparaciones. Los conocía a todos. Absolutamente todos.
Se me congeló el corazón cuando uno de los chefs encargados de la cena se acercó para darme unas palabras de consuelo. No sabía que alguien podía dar palabras de consuelo por la pérdida de un ser querido aun cuando ya habían transcurrido más de dos años del suceso. «Gracias», me limité a decir. El hombre, con ese traje de cocinero negro y de botones rojos, me atrajo hacia él para darme un abrazo que terminó con unas palmadas en la espalda. Asentí a modo de gratitud.
Después de él, siguieron otros cuatro sujetos.
—Supe lo que hizo por Jude y la señorita Felicity. Es usted un buen amigo y un gran hombre, señor Adam —me dijo el encargado del edificio con una mano sobre mi hombro y la otra estrechando la mía.
Solo le agradecí. No iba a hablar de ello.
Caminé con la cabeza gacha y crucé el salón principal mirando el suelo. No quería más abrazos ni palabras de aliento por «mi perdida».
Debía sobrevivir a ese día. Debía sobrevivir al recibimiento de las personas, a la ceremonia, a la cena y quizá a la fiesta. «Un día», me dije. Solo un día y todo terminaría. Era el último esfuerzo. Con la boda de Jude, debía cerrarse el ciclo. Ese era el plan.
Cuando entré a la habitación del novio, me sorprendió la cantidad de comida que había en la mesa que estaba en el centro de la sala. Frutas, dulces, baguettes y sándwiches tan diminutos que te los devoras en un mascado. Sentado en uno de los sofás estaba Alex que meneaba su cabeza hastiado y con cara de abrumado mientras se frotaba el entrecejo. Cuando me vio, me hizo una señal con los ojos en dirección a Jude que no dejaba de caminar de un lado a otro con el móvil en la mano.
—Esto parece un funeral —dije cuando cerré la puerta detrás de mí.
—Felicity no le contesta el teléfono y el gilipollas cree que se ha marchado del país —contestó Alex de mala gana y revolviendo los ojos.
—Joder, Jude —gruñí. Dejé el traje con cuidado en el respaldo de uno de los sofás y me paré frente a mi amigo que necesitaba unos buenos puñetazos en la cara. Le cogí por los hombros y lo sacudí. Luego, le quité el móvil y lo guardé en mi bolsillo —: Deja ya eso. Tu novia está afeitándose las piernas, ¿vale? Está preparándose, deja de hostigarla o si no de verdad se irá del país.
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Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTO
RomansaHannah ha sido premiada con una beca en una prestigiosa firma de Nueva York. Adam no está feliz con la llegada de la novata. Hannah es alegre, espontánea y risueña. Adam es arrogante, escéptico y orgulloso. Hannah es golpeada por una noticia que pod...