30

2.7K 230 9
                                    

DERECHO A ESCOGER


HANNAH


«Has estado desaparecida», fue lo primero que dijo Laureen tras el abrazo apretado que me dio aquella tarde. Le sonreí y, antes de que pudiese darle los motivos, se adelantó:

—Lo sé. He visto tus fotos en redes sociales.

Traté de contener la sonrisa que se dibujó en mi rostro, pero fue imposible. Ese era el efecto Adam.

Nos sentamos en una mesita redonda cerca del pequeño puesto de comida aledaño a los edificios de la universidad. Pedimos unos burritos mexicanos. Un vaso de bebida para Laureen y té para mí. Hablamos de todo lo necesario para poder decir con libertad de que «estábamos al día» e incluso más.

—¿Lo dejaste de amar? —pregunté cuando terminó de contarme una historia amarga, donde ella había dejado a su novio sin motivo suficiente.

—No lo sé. Wes es... —hizo una mueca de disgusto —, es todo. Pero, de alguna forma, creo que necesito otra cosa.

—Quizá él no es el problema.

—No puedo hablar estas cosas con Tina porque no le gusta hablar de relaciones estables. Tu sabes cómo es ella.

—¿Un culo suelto? —reí.

—Sí. Tiene una libertad desmedida. Wes y yo fuimos novios por mucho tiempo y, hubo un momento en que fui feliz con él, pero ¿sabes? Últimamente me he replanteado todo. Mi familia quiere que sea cirujana y yo solo quiero... no lo sé. Estoy en una crisis de quinceañera.

—Creo que te llegó diez años tarde —contesté con la taza de té rozando mis labios.

Laureen rio.

Pensé en las preguntas que podía hacerle para continuar la conversación. Preguntarle si estaba bien con su decisión, si Wes le seguía provocando mariposas en el estómago y todas esas cursilerías que las mujeres solemos decir cuando creemos que estamos enamoradas. Pero, tenía la cabeza en otra parte.

Me quedé observando la botella de Coca-Cola de Laureen por unos largos segundos. Mirando las burbujas de gas que saltaban y dejaban un débil susurro.

«¿Cómo iba a decirle?».

—¿Y tú? —dijo de pronto y volví a la realidad.

—¿Yo qué? —sonreí e ignoré su mirada. Fingí concentrarme en comer mi burrito.

—Tienes cara de circunstancias. ¿Te embarazaste?

Me atoré.

—Joder. No. No debería, al menos que tenga tan mala suerte que el preservativo se haya roto, cosa que me hubiese dado cuenta.

—Entonces, ¿reprobaste?

—No.

—Vamos, no puedo adivinar toda la tarde. Tengo clase en una hora.

Cerré mis ojos y respiré profundo.

—He estado pensando mucho en como decirles a las personas esto y aún no encuentro las palabras adecuadas. Eres la primera a quien se lo diré.

—Me estás asustando.

—Laureen...

Mis labios se cerraron.

Ella me observó con las cejas en alto y la ansiedad dibujada en su mirada.

El mesero se acercó para preguntarnos si necesitábamos algo, pero Laureen lo despachó rápido con un movimiento de manos.

Fuera de contrato - EN FÍSICO A PARTIR DEL 18 DE AGOSTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora