Mientras le daba otra mordida a mi sandwich y tomaba un sorbo de mi bebida de durazno, observaba en mi tablet con un notable ceño fruncido las imágenes que me envió Goeun, claro, bajo confidencialidad, pues Namjoon sería el primero en ladrar si se enterara. Goeun podría estarse ganando un pase directo a una reñida. Más valía por ella que nadie se enterara.
Las imágenes específicamente se trataban del cuerpo desnudo, inmóvil y abusado de una anciana de ochenta y ocho años. Parecía ser un cometido simple, sencillo para cualquier individuo que se dedicara a tiempo completo a matar personas; lo único inusual era el dedo anular de su mano derecha, no estaba, simplemente se lo arrancaron, y ese acto sí parecía haber sido cometido con toda la violencia, rabia y placer del mundo.
Estaba segura que Goeun me envió la fotografías porque sabía que el departamento se estaba haciendo de la vista gorda, o al menos no querían admitir lo que estaba pasando. Y en caso de estar haciendo algo al respecto, lo hacían de forma muy lenta y, digamos, que sin muchas ganas de encontrar al causante de todo esto.
En serio necesitaba darle una visita a Namjoon, por mucho que no quisiera.
Llevaba alrededor de veinte minutos observando aquellas fotografías, sentada en las inmensas gradas de mi escuela. Ya era la hora de la salida, lo que conllevaba a que lo primero que se cruzara en mi campo de visión fueran piernas bajando escalones, y de paso que murmullos llegaran hasta mis oídos. Ni siquiera eran murmullos, pues de ser así no alcanzaría a escuchar claramente lo que decían de mí: "mírala, está loca", "otra vez haciendo cosas de psicópatas", "deberían sacarla de esta escuela, es demasiado para ella".
Ni siquiera sabía por qué estaba relatando esa última parte, no era relevante.
—¡Eh, la loca rubia de las gradas! ¡Mira aquí!
Levanté la mirada y mis ojos cayeron directamente al Jeep de Jungkook, luego a él, quien se mantenía mirando hacia acá con los brazos puestos en jarra. Un segundo después, del asiento de copiloto, bajó Kim Taehyung. Aquella escena atrajo miraditas y suspiros de algunas individuas, al mismo tiempo un enojo absurdo hacia mí. Reí desde mis adentros, no por Jungkook, Taehyung o la atención del resto de personas, sino porque sabía que las cosas se estaban poniendo interesantes, y el enigma por el que cruzábamos se tornaba más inquietante.
De mi mochila saqué la caja de mis lentes, los guardé allí, para después ir con el repentino Jungkook y su acompañante. La última vez que vi a Taehyung fue apenas anoche, después de lo sucedido con el tipo extraño.
A Jungkook lo vi apenas esta mañana, cuando salió de casa hecho un rayo porque se le hacía tarde para ir a la escuela.
—Hola. —Saludé a Jungkook con una neutralidad típica, al segundo reparé en Taehyung, quien se acercaba con los brazos cruzados.
—Quería saber si tienes idea de algo de lo que pasó anoche.
Volteé a Jungkook, como para pedirle una respuesta. Lo entendió, pues encogió los hombros y dijo:
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...