Raven se mantenía callada sobre los pies de la cama. Ya llevaba minutos así, con la mirada en un punto clave del piso. Su pecho subía y bajaba con cierta lentitud. Imaginaba que era una consecuencia al estarse reteniendo sentimentalmente.
Se estaba reprimiendo. Y me daba tanta lástima verla así porque, incluso, era peor que yo. Yo al menos prefería soltarlo todo desde mi abandonada habitación. Pero Raven se veía como esa clase de personas que poquisímas veces lo hacía. Quizá nunca. Y, a lo mejor, cuando eso sucedía, venía el mayor de los arrepentimientos.
Esta noche, después de lo que sucedió, fui capaz de ver otra de esas capas que hacían a Kim Raven. Siempre procuraba guardarse las emociones malas, lo que en realidad hacía era reprimirlas para evitar mostrarlas. Aun así, y aunque ella fuese capaz de negárselo en su conciencia, la verdad era que de, todas formas, su cuerpo seguía sintiendo todo ese dolor. Supe todas esas cosas porque Jin me las dijo. La verdad no eran temas muy complicados. Tal vez lo sabíamos, pero nos ocupabamos de pensar en otros conceptos, supuestamente, más importantes.
Dispuesto a hacer algo al respecto, me arrodillé frente a ella mantiendo la cautela. No quería que se sintiera avergonzada conmigo. Ella ya había visto mis grietas y dolor, ¿por qué yo la juzgaría ahora?
La única luz que entraba a la habitación era la que provenía del exterior y entrada por el portón.
—Raven —dije mirando a sus ojos. Algo me dijo que se arrepintió al mirarme de igual forma porque vi debilidad en esos tonos verdes brillantes—, no puedes estar así. Si debes llorar, hazlo.
—No... —Su voz se quebró.
—Sí. —Afirmé sacudiendo la cabeza.
—No... —Ella negó con la cabeza, casi como si suplicara. Pero ya era tarde, su rostro se contrajo de tanto dolor. Se cubrió los labios con una mano, con fuerza para reprimir sus lamentos. Sentía como si se ahogara en su propio llanto.
Me partió el corazón verla así. El solo hecho de llorar delante de mí, para ella, era como el pecado más grande, como si ardiera, como si alguien atravesara una navaja en su garganta, como si después de lo que hiciera estuviese a punto de morir. Las comparaciones eran largas.
Tiré de una de sus manos libres y, entonces, sin chistar, se dejó a mis brazos en medio de un fuerte lamento que se hizo libre. Quedó rodeada entre mis piernas, aferrada a mi torso como yo a su delgada anatomía.
—Está bien, Raven. —Poco más tarde, pasé una de mis manos sobre su brillante cabello—. Necesitas hacer esto porque si quieres saber lo que es la felicidad, debes primero aprender lo que es la tristeza.
—No quiero hacer esto —replicó entre lamentos—. No quiero sentir nada. Quiero que se detenga.
Cerré los ojos por un segundo, en busca de estabilidad. Sus ruegos solo me provocaban debilidad y esas ganas de unirme a su llanto, porque me dolía en extremo ver cómo sufría.
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...