Llevaba diez minutos exactos conduciendo y lo único que se escuchaba eran las transitadas calles de Seúl. Por el espejo retrovisor vi que Taehyung nos pisaba los talones. O los neumáticos. Como se quisiera llamar.
La situación ya no me parecía un simple acertijo como los que estaba acostumbrada a lidiar. No tenía miedo, pero me preguntaba si él sí detrás de toda esa apariencia recargada de seriedad y de «me vale mierda todo».
—¿Estás asustado? —Rompí el silencio sin la necesidad de voltear a su rostro.
—¿Por qué?
—Escribieron en tu casillero y no sabemos todavía de quién se trata. La gente normal estaría asustada.
—Bueno, entro en la categoría de los normales, pero no estoy asustado. Curioso y con la necesidad de saber quién rayos es tan listo para entrar a la escuela sin ser captado, sí.
Aproveché el cambio de semáforos para detenerme y reparar en su cara, para escudriñarlo. No había pupilas dilatadas, ni ninguna otra cosa que me dijera que estuviese mintiendo.
—Dame tu mano.
—¿De qué...
Agarré su extremidad sin esperar de su autorización. Nada. Tampoco tenía el pulso acelerado. Estaba diciendo la verdad y eso me pareció fascinante.
—En serio estás diciendo la verdad.
—¿Por qué te mentiría?
—¿Para quedar bien ante tu ego? Puede ser. —Se preparaba para argumentar algo contra mí, pero me adelanté—. De cualquier forma es genial tenerte en el equipo. Nunca se sabe cuándo se vaya a necesitar un asistente.
—No soy tu asistente —tajó.
El semáforo volvió a cambiar. Aplasté el pedal.
—En la guantera están tus medicinas y una botella de agua. Ya es hora.
No escuché más que un bufido caprichoso de su parte.
Ahyeon-dong era una especie de ladera ubicada más allá del centro de Seúl, cerca de la estación principal de trenes. Uno de los barrios más humildes de la ciudad. Todo lo que veía eran calles estrechas y empinadas. Las calles se volvían todavía más estrechas gracias a los autos y camiones estacionados frente a las viviendas o tiendas. Incluso habían largas escaleras que algunos habitantes tenían que usar para llegar a sus casas.
Al ser la hora en que la mayoría de los estudiantes regresaban a sus casas, se podían ver a algunos deambular por las calles, quizás en busca de alguna riña entre otro bando y potenciado gracias a la ingesta de alguna droga que estimulara su sistema nervioso.
Lo próximo que nos deparaba eran unas escaleras dobles que llevaban a un punto más alto de este vecindario. Tuvimos que detenernos.
—¿Es seguro dejar los autos aquí? —inquirió Taehyung luego de cerrar la puerta y ponerle seguro.
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...