Madre estaba muy contenta con mi estadía aquí, compró algunas prendas para mí y ahora las metía al armario que, de por sí estaba vacío; toda mi ropa se quedó en las maletas que, seguramente, se encontraban tiradas en alguna parte del apartamento. Lo que cargaba puesto ahora era algo que ella salió a comprar en una emergencia en vista de que no tenía nada, y bueno, eso se reducía a las prendas que solía usar siempre, mi estilo. Al menos esta vez sí lo recordó.
Supongo que era un avance.
Hoy era treinta y uno de diciembre, si bien el último día del año. Eso al parecer la tenía más animada porque tendríamos una cena que, por lo visto, sería una real, con términos calmados y no una en donde abunde la tensión.
Las cenas no eran de mi agrado, cada vez que asistía a una —solo aceptaba asistir de vez en cuando— era porque quería evitar dramas con padre. Pero esta vez todo parecía ir tan bien entre mi familia que no quería arruinar nada. Permanecer en la casa en la que un día quise escapar —y lo hice—, me hacía sentir segura y con la total confianza de pensar con sensatez lo que pudiese hacer. Si pensaba en otra cosa como quedarme en el apartamento sola debatiéndome, enseguida una sensación de desesperación crecía.
Además, Jungkook iba a estar aquí para la cena, y digamos que otro escándalo igual al de la última vez ya sobrepasarían los niveles. El pobre no sabía qué hacer ese día.
—Ese chico... —habló madre mientras acomodaba algunas chaquetas.
—Se llama Jungkook —informé ya sabiendo a quién se refería, pues el pelinegro era el único chico de mi edad que formaba parte de mi reducido círculo social y que tanto madre como padre lo han visto.
—No le había prestado tanta atención. Lo vi en el hospital, incluso estuvo aquí en la cena, pero no, jamás le presté tanta atención como ahora —comentó mientras guardaba algunos calcetines dentro de las gavetas—. Él es muy atento contigo, ¿cierto?
—Lo necesario. —Observaba a madre realizar cada mínima acción con suma destreza. Era increíble ver como su agilidad para meter prendas en el armario y gavetas hacían tornar mis ojos como dos pelotas de ping-pong.
—¡Sííí! Me dio mucha ternura cuando habló tan bien de ti. —El sentimiento de ternura era tan palpable hasta en su voz—. ¿Están saliendo? —soltó.
—¿Saliendo?
—¡Sí! —afirmó—. ¿Novios?
Me replanteé la pregunta. De hecho, hizo coro en mi cabeza. Jamás lo pensé. ¿Era necesario ponerse una etiqueta como esa? De ser así, ¿quién la ponía? ¿Jungkook lo pensó o no?
¿Por qué me era tan difícil deducir estar cosas? Solo sabía que le gustaba, más nada. Las relaciones interpersonales nunca fueron mi fuerte, después de todo.
Luego de eso me puse a investigar, y terminé enterándome de que en varios lugares las personas no suelen hacer la típica pregunta: «¿quieres ser mi novia?» porque con acciones bastaban. Pero el dilema con Jungkook y yo es que las acciones eran algo pobres en comparación a lo investigado. Más tarde hice una investigación de campo, aprovechando que mis padres decidieron ir a hacer las compras ellos mismos. Luego hice una investigación descriptiva con cada pareja que hallaba. El lenguaje corporal dijo bastante. Y más tarde armé mi marco teórico: introducción, antecedentes, hipótesis, justificación. Objetivos: generales y específicos. Agregué estadísticas.
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...