La empatía es la causa de nuestras debilidades, nunca lo olvides.
Los gritos salían del pasillo más recóndito de la vieja mansión, la madera se estremecía con cada paso establecido de aquella fuerza que la obligaba a moverse. Los gritos eran míos. No lo supe hasta que lo vi con mis propios ojos. Aquel brazo tosco se aferraba a mi delgado brazo con fuerza, amenazaba con arrancármelo con cada paso que daba mientras me rehusaba a hacerlo. Los gritos se volvían más infernales, desgarradores, bramaban auxilio.
Equivocarse estaba mal, la perfección era lo ideal. Debía ser como él lo pedía. Yo me había equivocado y por eso la estaba pagando. Pero quería saber si, suplicando podía despertar un poco de remordimiento. En ese tiempo entendí que las emociones eran ficticias y que no servían de nada. Lo bloqueaban todo.
Fui arrastrada a ese lugar en el que ahora podía definir como el infierno. La metáfora pareció hacer efecto después de que el mismo lugar ardiera en llamas.
Todo ardió, todo amenazaba con caer sobre mí. Todo se volvió fuego, sentía mi respiración obstruirse. El momento de pánico estaba en su cumbre. Los gritos de ayuda se mezclaban con los míos. ¿Quién era y por qué no podía verlo? El pánico aumentó, no sabía hasta cuánto podía crecer. Todo dio vueltas y, entonces, cuando me pareció que el techo junto al cielo iba a caer sobre mí, desperté.
Me incorporé sobre la cama de golpe con una agitación descomunal, sentía como si mi corazón se desembocaba. Varias gotas de sudor se deslizaban por mi pecho y por mis sienes. Nunca me pareció tener el pulso tan acelerado como ahora, como un auténtico ataque cardíaco. Tenía una sensación extraña en el pecho, era como una advertencia, como si algo terrible fuese a pasar. Reparé en Jungkook, seguía durmiendo plácidamente, a un lado, dándome la espalda. Salí de la cama directo al balcón porque extrañamente me sentía acalorada, pese al frío.
Pensé que solo necesitaba aire y que luego volvería a dormir como lo estaba haciendo en las últimas semanas, así como Jungkook parecía haberse también olvidado del insomnio, pero supuse que esta sería otra larga temporada en la que no volvería a dormir con placer. Las últimas horas de la madrugada me la pasé quieta con la vista perdida, haciendo un esfuerzo para pegar un ojo. Apenas pude hacerlo unos minutos, y cuando creí que me quedaría el resto de la mañana en la cama, alguien entró como si esto se tratara de un allanamiento.
—¡¿Qué carajos...?!
—¡Raven! ¡¿Dónde estás?! Necesito que...—Nam Ju-ri abrió la puerta encontrándose con el pelinegro y yo, tal cual una escena de esposos. No me inmuté, pero Jungkook sí lo hizo; de inmediato se sentó sobre el colchón, alarmado. La boca de Ju-ri se abrió y hasta creí que parte de su quijada quedaría estampada en el piso, el rubor en sus mejillas también fue muy visible—. Ay, por Dios. ¡Lo siento! —Azotó la puerta, de modo que quedó afuera.
Jungkook volteó a verme como si quisiera que dijese algo o me indignara igual que él, pero me sentía muy cansada como para prestarle atención a esta situación. Frunció las cejas, notó algo y entonces preguntó:
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...