Recuerdo que luego de ese encuentro tan opresor todos terminamos en el apartamento de Yoongi que, para variar, era más lujoso que el de cualquiera. No me sorprendió al acecho porque, después de todo, él siendo el dueño del edificio podía escoger el que le viniera en gana, y si era el más lujoso, mejor.
Todos, aunque apenas se hubiesen visto un par de veces o hayan cruzado pocas palabras, terminaron invadiendo el espacio de soltería de ese ser. Jungkook, yo y las tres bacterias también. Eso implicaba que la amargura y el reniego de Min Yoongi aumentara en un doscientos por ciento, sobre todo con los niños que no dejaban de tocar sus piezas más preciadas, las mismas que adornaban su sala.
Más tarde, Jungkook, yo y las bacterias regresamos a casa porque la promesa de asistir a la cena de año nuevo estaba vigente. El cansancio me invadió en el transcurso de la madrugada, así que me fui a mi habitación, con Jungkook siendo de compañía. Lo último que escuché de él fue toda una explicación suya de lo que implicaba el hockey.
Pero cuando desperté ya no estaba en mi habitación.
Me desperté sintiendo pequeñas raspaduras y pequeños pétreos adherirse a mi piel. Las corrientes de frío se calaron al instante. Creí que vería la claridad de la mañana en mi ventana, pero lo que había era oscuridad, la maldita oscuridad de la noche al acecho. La luna y las estrellas en estos momentos me parecían tan aterradoras. Alguien arrastraba mi cuerpo por lo que parecía ser un bosque lleno de hojas secas.
«Sloane» se repetía con cierta musicalidad en medio de la oscuridad. Estaba en una mezcla entre lo aterrador y perturbador.
El tintineo de unas cadenas llegó a mis oídos y entonces supe que alguien tiraba de aquella cadena para arrastrarme desde uno de mis tobillos.
Un grito ahogado salió de mi garganta al ver rodar sangre fresca por mi pierna. «Una trampa de oso» —pensé. Junto con ello llegó el dolor a causa de la presión que emanaba aquella trampa que atravesaba parte de mi pierna. El dolor se hizo más intenso con cada arrastre, las lágrimas fueron inevitables.
Luché por aferrarme a cualquier alternativa de este bosque, incrusté lo más que pude las uñas sobre la tierra; todo era inútil mientras me ahogaba en el desespero y llanto. Pronto noté la ancha espalda de un hombre añadida a sus casi dos metros y el horror se desbordó por todo mi ser.
Fenton.
Cuando por fin pude gritar desde mis entrañas, me di cuenta de que todo fue un sueño, un maldito y podrido sueño que trajo consigo lágrimas. El techo de mi habitación me dio la bienvenida y la luz matutina ya no fue tan agradable.
Se sintió como una eternidad recobrar la conciencia y convencerme de que esta era mi realidad y no un sueño dentro de otro. Respirar incluso se sentía pesado.
Tras el largo minuto de mutismo un pie se estrelló en mi cara. Fue como el detonante para traer consigo el recuerdo de que anoche las tres bacterias decidieron seguirme y adueñarse de mi habitación. Los tenía a los tres a mi alrededor tal cuales rocas, uno por una esquina, otro por la siguiente y el último a mi lado a punto de caerse. Estos niños sí eran un torbellino cuando se trataba de dormir.
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Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTS
FanfictionLos psicólogos afirman que retener las emociones no es nada recomendable, pero ¿qué pasa cuando aquello se cumple y alguien tiene que sobrellevar algo amargo a lo largo de su vida? ¿Qué es lo que pasaría si el detonante preciso aparece y promete der...