v e i n t i c i n c o | Misión suicida (II)

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—¿Qué haces aquí?

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—¿Qué haces aquí?

Miré atrás un par de veces, como si con una vez no fuese suficiente para convencerme de que Raven seguía en la habitación. Ella era tan impredecible que no tenía idea de lo que pudiese suceder si apareciera y viera que una chica está en su apartamento, con una sola intención que ya me imaginaba. La tensión sexual que Su-yeon emanaba me lo dejaba en claro. Y no iba a negar que en algún punto de mi vida, en nuestros encuentros casuales, me planteé la idea de acostarme con ella.

Pero eso ya no era así.

—Yo... —Reparó en el biberón que llevaba en las manos. No fue tan relevante después de que sus ojos terminaron en mi rostro—. Shownu dijo que estarías aquí y bueno...

Hice una nota metal de golpear a Shownu. ¿Qué mierda tenía en el cerebro? Quizá sólo eso: mierda.

—¿Shownu te dijo eso? —Levanté las cejas, algo sorprendido.

—Sí. Le pregunté por ti y él dijo que estarías aquí, que siempre estás aquí. —Su-yeon hablaba tan bajo y tímido. Se le escapó una risita tímida, entonces bajó la mirada—. Está ebrio, así que no sabía si decía la verdad.

«Al muy idiota se le pasó por alto decirle que siempre estoy aquí con Raven —pensé—, y que precisamente es su casa, no mía».

—¿Y qué es lo que vienes a hacer exactamente? —inquirí con suspicacia.

Seguía sin mirarme. Me pareció irónico que viniera por compañía y aun así se pusiera muy tímida. Quizá podía considerarse como agallas. Con su mano izquierda frotó su brazo derecho, mientras aplanaba sus labios y buscaba decirme que quería acostarse conmigo sin perder su porte de chica buena e inocente.

—Bueno...

—No te hagas, Jungkook, ya sabes lo que quiere.

«No puede ser» —fue lo único que pensé en cuanto Raven entró a la sala. Y no sólo eso. Llevaba su amado cuchillo de caza; lo deslizaba sobre la superficie de madera de un lápiz nuevo, como quien afilaba la punta con un cutter. Me pareció estar en la escena donde la asesina en serie era ella.

De forma involuntaria llevé una mano a la cadera y la otra a mi cara. «Aquí vamos de nuevo» —pensé.

A pesar de que su mirada caía sobre sus manos, el cuchillo y el lápiz, sabía que realmente toda su atención estaba en la verdadera situación.

Su-yeon quedó paralizada, con los párpados de par en par. No en sí por el cuchillo. Sin embargo, creo que entendió la situación: yo no estaba disponible.

Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora