t r e i n t a y c u a t r o | Soledad

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El apartamento era silencio absoluto

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El apartamento era silencio absoluto. Se percibía limpio, pulcro e inmaculado, más que nunca. Las luces naturales del día se extendían por el brillante y oscuro piso ante la ausencia. No hubo sospecha hasta que me adentré a la habitación y comprobé que no había remota vida. Las puertillas del armario estaban abiertas y a evidencia un hueco que denotaba la carencia de ciertas prendas. El compartimiento de las valijas demostraba la falta de una. Tampoco había rastro de todos los papeles, expedientes y pruebas que Raven recolectó en estos meses. Su escritorio jamás estuvo tan limpio como ahora e, irónicamente, era tan raro.

Con el pánico sucumbiendo, revisé los cajones de los veladores; tampoco estaban las medicinas ni mucho menos sus documentos personales como el pasaporte o la identificación. La extrañez se unió a la repentina mezcla de emociones luego de ver que el reemplazo de sus objetos personales era una bolsa plástica que contenía hierva.

Pero todo en lo que pude pensar es que Raven se había ido.

Dispuesto a seguir cegado por la incredulidad, bajé al bar. Vi a Hoseok y Yoongi en la barra, seguramente teniendo una plática muy tranquila hasta que me vieron llegar con un semblante que soltaba más que un mil de preocupaciones.

—¿Han visto a Raven?

—En su apartamento... —dijo Yoongi en lo que trataba de engullar el cereal de su boca. Ver a ambos desayunando más de las diez de la mañana y justo aquí no me fue tan relevante ahora—. ¿Dónde más puede estar? O de seguro debe estarse entrometiendo en la vida de alguien más así como lo hace conmigo. Por cierto, dile que deje de estar destruyendo mi edificio o voy a...

—Raven no está en el apartamento. Se fue. Quiero saber si la vieron irse —solté, a punto de exasperarme por culpa del sujeto pelinegro.

Mis palabras fueron la causa perfecta para que ellos mostraran sorpresa. La definición sorpresa era poca. Hoseok se levantó de la silla ante mis palabras y la emoción, pero no fue él quien habló, fue Yoongi.

—¿Cómo que no está? ¿Dónde se fue la mocosa?

Hice un claro mohín antipático. No me iba a quedar a explicarles.

—¡Jungkook...! —exclamó Hoseok.

A pesar de sus llamados no me devolví a ellos porque lo que menos me apetecía era perder mi tiempo. Sentía una incertidumbre atravesar mi pecho y que amenzaba con perforarlo. Mi dilema era que yo pensaba solucionarlo todo justo hoy. Mi cabeza se repitió todo eso anoche mientras trataba de dormir y convencerme a mí mismo de que las cosas estarían como al principio, antes de mis malditas dudas. Pero si Raven no estaba mi intranquilidad aumentaba al igual que mi preocupación por ella.

Dada las circunstancias y a no más tardar, conduje en mi auto hasta a la jefatura. Me introduje en los pasillos a la velocidad de la luz. Atravesar las oficinas y los cubículos fue lo de menos hasta que cierta vergüenza me invadió cuando crucé las pesadas puertas de vidrio que daban con el laboratorio. El equipo entero —Goeun, el detective Do y otros tantos— reparó en mi llegada, acompañado de un silencio incómodo. Lo único que se escuchaba era el palpitar de mi pecho junto a mi respiración.

Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora