t r e c e | Celos

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—¿Para qué rayos me

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—¿Para qué rayos me...

«llamaste», completé en mi mente.

Creo que no debí entrar a su habitación sin antes tocar, bien podría estar desnuda y yo pudiera ser parte del momento. Aunque si bien no sabía cómo reaccionaría, pues Raven a veces se me hacía igual que un témpano de hielo.

Kim Raven estaba sentada en el sillón que quedaba a los pies de la cama, haciéndose un delineado perfecto. No es que fuese cosa del otro mundo, pero hasta donde había visto, Raven no se preocupaba mucho por eso. Pestañas recargadas de máscara, largas y rizadas; párpados cubiertos de sombras; pómulos empapados de polvo y unos labios perfectamente pintados; todo en cantidades adecuadas, que no iban de lo sensillo o lo exagerado, estaba en un punto medio. Todo le ayudaba a darle un toque oscuro a la tonalidad verde de sus ojos.

Normalmente su cabello tenía ligeras ondas en las puntas, ahora estaba totalmente liso. Además, dejó en evidencia su flequillo.

Llevaba unas mallas oscuras, una falda de cuero negro en la que un cierre se atravesaba desde la parte inferior hasta la superior, y un suéter celeste. En este caso, no había mucha diferencia en lo que solía usar antes.

Se puso de pie, entonces tomó la gruesa chaqueta negra y la colgó sobre sus hombros. Se miró unos instantes al espejo y luego cayó en mí con los brazos en posición horizontal.

—¿Qué tal me veo? —Quiso saber, lidiando con una sonrisa que me decía que esperaba una respuesta positiva—. Martina dice que me veo fatal.

Sí, se veía bien, muy bien; pero no iba a decírselo.

—¿En serio hablas con esa cosa?

Encogió los hombros.

—No tenía con quién más hacerlo. Rápido, responde.

—Lo normal, Raven. ¿Para qué coño te has arreglado así? ¿Ahora que ocurre en tu extraña cabeza?

Lo cierto era que, dentro de un par de horas iba a tener entrenamiento, y yo aseguraba que lo que sea que Raven tuviera en mente no sería cosa de dos horas.

Nuestro primer partido estaba a la vuelta de la esquina, necesitaba entrenar más si quería esa maldita victoria.

—Tengo algo en mente —respondió, tomando un bolso sobre el sillón—, y quiero que vengas conmigo.

—Sí, porque no hay nadie más quien lo haga, ¿no?

—Exacto. —Sin previo aviso me tomó de la mano y me arrastró al ascensor.

Raven empezaba a tomar demasiada confianza.

—¿Qué es lo que normalmente se le lleva a una persona cuando la visitas? —cuestionó mientras nos encaminábamos al Jeep.

—¿Que no has visitado a alguien?

Se detuvo al lado de la puerta del copiloto, yo del otro extremo, y entonces se tomó un momento para divagar en su mente. Chasqueó la lengua, negó e hizo un puchero.

Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora