v e i n t i c i n c o | Misión suicida (I)

6K 833 930
                                    

Un segundo después de despertar caí en la cuenta de que lo que tenía bajo la cabeza era mucho más duro que una almohada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un segundo después de despertar caí en la cuenta de que lo que tenía bajo la cabeza era mucho más duro que una almohada. A lo primero que le dieron la bienvenida mis ojos al abrirlos fue a un mono de peluche que reposaba frente a mis narices. Su textura era muy suave y producía tocarlo todo el tiempo. Tenía que decirlo.

Obstruía los rayos del sol que intentaban frenar en mi cara.

Anoche, antes de dormir, Jungkook sugirió echarle un vistazo a todos los obsequios. O casi todos. Aún faltaban algunos. Pusimos las flores en agua antes de que se marchitaran —yo pensaba dejarlas así—, él casi inicia un particular desfile de modas con toda la ropa que había y, por último, esparció todos los peluches sobre la cama, convirtiéndola así en un extraño zoológico terrestre, marino y aéreo. Todo con el fin de que su inusual timidez se fuera después de haberme besado en una de las comisuras.

Jungkook tenía un cocodrilo y un búho sobre la cabeza, creo que yo tenía al Pato Donald y a uno de los Angry Birds. Bajo nuestros pies habían otro montón de animales de felpa que no me dio la gana de reconocer.

Ahora mi sien reposaba bajo su brazo —quizá ya lo tenía entumecido—, no había distancia entre su pecho y mi espalda, y su brazo restante se ajustaba a la curva de mi cintura, haciendo de cadena, como si quisiera escapar. Tuvo suerte de nunca llevarse su maleta, de lo contrario no le hubiese gustado dormir con jeans ajustados.

Mientras seguía durmiendo me incorporé lentamente. No por mucho porque pareció tener un sensor; tan pronto me moví agarró mi muñeca y me devolvió a la cama. Su enganche a mi cintura se ajustó más y ahora llevó la colcha hasta la cabeza.

—Hace frío —dijo con una voz rasposa y adormilada. Juraba que tenía los ojos cerrados.

—Okey... Pero hay clases.

—No quiero ir a clases —renegó tal cual niño. Incluso se sacudió un poco como un pez en la orilla.

Las primeras veces que durmió aquí nadie estableció leyes o algo por el estilo. Sin embargo, sabíamos que ninguno de los dos podía llegar al centro de la cama, para cada quien la orilla era lo ideal, sin importar lo incómodo que estuviésemos. Anoche esa ley se rompió, y ni siquiera hubieron palabras. Ahora estaba frente a él, a menos de diez centímetros, pasando mi pulgar por todo su rostro mientras él intentaba disimular que seguía dormido.

Tenía una marcada mandíbula, tan geometría y perfectamente proporcionada, como si hubiese sido esculpida por algún escultor del Renacimiento. Estaba equivocada, todo su rostro fue esculpido: sus labios carnosos rojos, su nariz y sus rosadas mejillas. Su piel tenía la textura de alguna flor de primavera, era tan suave y exquisita. Exquisita como el viento arrullador de la primavera. Creo que empezaba a comprender el hecho de que casi todas estuviesen interesadas en él. Quizá debía atesorarlo más.

—¿Me estás acosando? —soltó cuando seguía en mi viaje hacia su oscuro cabello. Percibí un deje de diversión en esa pregunta.

—Analizo la proporción del rostro como Leonardo Da Vinci. —Abrió sus ojos al mismo tiempo que se encargó de asegurar que mi mano no descendiera. La enredó en la suya, sus ojos sucumbieron sobre los míos, tan fijos—. Entonces... ¿Prefieres ir a descubrir cadáveres que ir a la escuela?

Mentes Criminales » Jeon Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora