CAPITULO 1

822 23 0
                                    

─¡No, no, no, no! ¿Qué te pasa, amiga? ¿Por qué haces eso?
Me había quitado el celular y fingió que lo iba a aventar al agua.
─Ya, amiga. No inventes, te la pasas todo el día con eso, ya párale.
─Eres mala ─alcancé a arrebatárselo de las manos.
─Ja, ja, ja, relájate, no es para tanto. Pero en buen plan, Pamela. Ya bájale, todo el día en el celular, te vas a quedar ciega.
─Me vale madres, déjame, así soy feliz.
─Sal a conocer personas, vete a un antro, ve al cine, a tomar un café con amigas. No todo es el maldito celular.
─Amiga, también tengo vida social, no todo es celular.
─¿Hace cuánto que no coges?
─No, pues ya tengo telarañas, pero igual algún día se van a ir.
─¡Ja, ja, ja! Qué asco de mujer eres.
─¡Ja, ja, ja! También, que preguntas haces.
─¿Qué? No me digas que te da pena decirme hace cuanto no lubricas.
─¡Ja, ja, ja! Me pones rojita, pero ¿me ayudas con eso?
─Sácate a la fregada. Pamela ─giró la cabeza muy enojada─. Ya estás muy vieja para que te pongas rojita, te vas a quedar para vestir santos.
─ ¡Bah! Si me quedo soltera no importa, prefiero estar sola que mal acompañada.
─Me pones de malas, Pamela.
─¡Ja, ja, ja! Ahora resulta que te pone de malas mi soltería.
─No. Me pone de malas tu actitud infantil.
─ Bueno, ya párale, Claudia. Si estoy soltera es porque no ha llegado la mujer que llene mi pupila. Hoy solo piensan en el desmadre, en irse a cotorrear y si les mandas un mensaje te contestan pura estupidez, y si logras hablar con una es solo quieren ver que le ofreces. Mames con tu forma de pensar ─estaba tan enojada que le di la espalda.
─Eso es lo que piensas tú. Dime dónde las buscas para decirte si estas buscando en la sala correcta.
─¡Ja, ja, ja! Mira, yo no busco nada porque no quiero encontrar nada, y si de casualidad mando un mensaje a una niña es porque me gustó su foto, pero se fresean y luego hasta se cotizan. Hay unas que ¡vaya!, se creen la última coca-cola del desierto y están muy feas.
─¡Ja, ja, ja! Pues a esas no las busques.
─No las busco, solo leo sus publicaciones por la risa que me da tanta cosa que suben.
─¡Bueno, ya! Jamás te ganaré una. Siempre tendrás la razón, según tú.
─¡Bueno ya! ¡Ven, coge conmigo! ─la abracé no dejándola escapar.
─¡Ja, ja, ja! Estás loca, estas pulgas no brincan en tu petate.
─¡Ja, ja, ja! Ni quien las quiera. ¡Shu, shu! ─la empujé y casi cae.
─Eres muy tosca para tratar a una mujer, por eso no tienes pareja.
─Calla mujer, cuando fuiste mi novia bien que adorabas mis brazos.
─Tú lo has dicho, ¡adoraba! Ahora solo quiero que encuentres a una mujer que te valore y te sepas valorar.
─¡Aisch! Mejor vete con tu mujer y déjame con mi soledad. ¡Me agobias!
─No te dejare sola, me importas mucho.
─Entiende, mujer, ese no es tu problema.
─Claro que es mi problema, te veo tan solitaria y triste que me duele.
─No sé que pretendas con esto, Claudia. Yo ya no soy tu problema, mejor ve con ella, que sí debe de importante.
─Eres malagradecida, estoy aquí contigo y así me tratas.
─Claudia, yo no te pedí estar conmigo, estás porque así lo quieres. Me gusta, pero es tu tiempo y ella merece este tiempo que me regalas. Ve y llévala al cine, al parque, a comer, que sé yo.
─No has entendido aún nada, ¿verdad, Pamela?
Sí lo entendía, ella aún me amaba, aunque estaba con alguien más. Pero nuestra relación nunca funcionó por sus celos. Claudia y yo estuvimos tres años juntas donde fue una relación muy bonita, la quería y me quería, pero sus celos terminaron con mi paciencia.
─No, no entiendo nada de esto. Ve con quien te está esperando. ─sus ojos se llenaron de lágrimas, Claudia aún estaba enamorada de mí, pero su actitud negativa hizo que me alejara; pasó un año para poder ser amigas nuevamente y dejarlo hasta ahí, solo amigas.
─Me voy entonces, está por demás.
─¡Hey! Deja de ser tan protectora conmigo, algún día encontraré alguien a mi medida, que sepa amarme y respetarme. Yo estoy bien.
─Entonces déjame ayudarte a buscar a alguien.
─No, por Dios contigo, mujer. Qué pereza ─puse las manos en mi cara y por fin acepté─, ¡okey! Vamos a casa y me ayudas, vamos a meternos a esas redes sociales y vemos qué onda ¿va?
─¡Sí! ─me regaló su sonrisa, no sé porque lo hacía, si por amor, por cariño o de vedad quería que yo encontrara a alguien. Solo sabía que estaba conmigo en todo momento y eso me gustaba. Llegamos a casa, estacioné y bajamos.
─¿Vas a querer palmitas?
─Sí, con azúcar.
─Guácala recuerdo que siempre te traía tus palomitas con caramelo.
─Sabes que me encantan. Hazlas, en lo que prendo la computadora.
─Sí, ahora voy.
Encendí mi computadora y me empecé a entrar en esos grupos lésbicos donde hay muchas chiquillas sarcásticas, groseras, engreídas, altivas, dramáticas, y como yo, sentidas.
─¡Listo! Toma, con mucha azúcar.
─Gracias, por eso te amo.
─No juegues con eso, Pamela.
─Ya, ya, ya, relájate, Claudia, vamos a ver a las niñas que se cotizan. ─ encontré un grupo con el nombre de "Lesbianas de México".

Continuará...

Autora: Maru Reyes

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora