MIRA LAS ESTRELLAS NADANDO

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Ayer Yun le había dicho a Nadando que le quería, era algo que el moreno no podía olvidar, no habían hablado más después de esas palabras de chino, estaba extrañado, pero le había alegrado mucho oír aquellas palabras.
Yun se levanto, el reloj marcaba las 02:41 de la madrugada, no podía dormir. Se vistió y salió de la casa, cogió su coche y se dirigió al norte, necesitaba pensar, estaba contento, pero tenía miedo, temía que le pasara algo malo a Nadando o a alguien de la mafia, realmente se sentía en una familia.

Cuando llegó al norte, no se esperaba encontrar a nadie, pero ahí estaba, un chico alto, moreno, era Nadando, estaba ahí, sentado, Yun simplemente se sentó a su lado en silencio.

N:–Hola...

Y:–Hola. Nadando, yo...

N:–No digas nada.

Se quedaron en silencio un rato, solo miraban el cielo oscuro y las estrellas.

Y:–Nadando, tengo miedo.

N:–No tienes porque tenerlo.

Y:–No quielo peldelte, no podlia, a ti no.

Yun no pudo evitar que le cayeran algunas lágrimas, Nadando lo miro a la cara.

N:–Yo tampoco te quiero perder a ti Yun.

Nadando acerco su cara a la de chino y juntaron sus frentes, Yun no podía dejar de llorar, por primera vez en mucho tiempo tenía miedo.

N:–No te preocupes, yo siempre estaré contigo, nunca dejaré que te pase nada, te lo prometo.

Y:–Te quielo Nadando, te quielo mucho malicon.

N:–Yo... También.

Volvieron a quedarse en silencio, simplemente miraban al cielo, Yun tenía la cabeza apoyada en el hombro de Nadando, de repente paso una estrella fugaz.

Y:–¡Mila Nadando mila!¡Mila las estlellas Nadando!

N:–Si...

Y:–Nadando¿Puedo pedil un deseo?

N:–Claro.

Y:–Vale, mi deseo es que nunca te sepales de mi, nunca me dejes solo.

N:–Eso no hace falta que lo digas, siempre voy a estar contigo.

Nadando no podía parar de sonreír, Yun era como un niño pequeño, lo hacía feliz, con sus comentarios, con su mirada, era feliz con el.

N:–Te quiero.

Y:–Nadando...

N:–No quiero que digas nada.

Yun solo lo miro y lo besó. Nadando estaba rojo, le encantaba sentir a chino cerca, lo hacía feliz, quería estar con el.

El cielo oscuro, lleno de estrellas, un silencio inmenso, solo estaban ellos, dos enamorados, era lo único que importaba en ese momento.

YUNANDO: La PromesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora