22. Morí, ¿cierto? (Borrador)

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—¡¡Maldita sea, te dije que no sigas!! —exclamó a punto de quebrarse. Odiaba la idea de que ella lo viese así, llorando, lleno de pesar. Pero en realidad, lo que no quería era darse cuenta que si estaba arrepentido de lo que había hecho en su pasado. 
«A los ocho años maté a mi padré, a los veintiocho a mi hermano..., no merezco que me ames a pesar de todo esto, ¿que no te das cuenta? No debí haber permitido que te enamoraras de mi. Eso también es mi culpa». Pensaba Doflamingo al abrazarla de la cintura, sin darse cuenta..., ya estaba llorando.

—¿Ves? —dijo (Tn), con un suave y dulce tono de voz—. Sí te arrepientes. —le acariciaba su puntiagudo cabello rubio mientras lo dejaba desahogarse—. Llora mi amor, llora como sé que nunca lo has hecho a causa de esa culpa que te has negado en aceptar.

—Ardi-ardilla... —musitó con la voz entrecortada—. ¿Cómo puedes decir que me amas a sabiendas que soy un demonio?

—Es sencillo Doffy... —lo tomó de las mejillas y con gran suavidad lo obligó a mirarla a la cara—. No hay luz sin oscuridad, y no hay oscuridad sin luz. —El iris de los ojos de Doflamingo se abrió ante esas palabras. Sabía que él la amaba desmedidamente, pero al parecer su amor se quedaba corto en comparación del que ella sentía por él—. ¿Comprendes ahora, mi Donquixote Doflamingo? —le habló con dulzura—. No justifico lo que hiciste, tampoco te perdono por ello. —Doflamingo se sintió confundido al escuchar esa contradicción, y un horrible dolor le invadió su corazón—. ¿Te dolieron esas palabras? —preguntó tocándole el pecho con una mano. Él asintió en respuesta—. Te dolieron porque eres humano, no un demonio. Y te dije que no te perdono, porque no soy yo quien debe perdonarte, sino tú. —Su expresión atónita le develó a (Tn) que había llegado a su corazón, sabía con certeza que sus palabras habían tocado el alma de Doflamingo, y eso le reafirmaba que él no era insalvable, que no estaba totalmente perdido, y lejos de juzgarlo y menospreciarlo, se dedicó a entenderlo, y se fijó la meta de traerlo de vuelta—. ¿Lo harás Doffy? —preguntó sin permitirle apartar la mirada—. ¿Intentarás perdonarte?

—No puedo... —musitó quebrándose nuevamente.

—Eso tan sólo te vuelve más humano, no un demonio.

—¡No! —exclamó al levantarse de golpe—. Los humanos son seres despreciables, yo soy un Dragón celestial, no hay comparación entre un maldito humano normal y yo.

—¿Estás seguro de lo que dices? —inhaló llenando sus pulmones de aire, necesitaba ser paciente y mantenerse calmada—.  ¿Soy despreciable Doffy?

—No... —extendió su mano dudosamente sin llegar a tocarla, no fue su intención hacerle sentir que ella era lo mismo que el resto de la población mundial—. Tú eres distinta. —respondió muy serio.

—Si te hago una herida en la palma de la mano y hago lo mismo con la mía, ¿hay alguna diferencia en el color de nuestra sangre, o tu sangre es color azul? —Él negó con la cabeza—. Ambos sangramos rojo, ¿cierto? —Él asintió—. Pasa lo mismo con cualquier otro ser humano Doffy, hasta los animales a quienes consideramos estar abajo de nosotros en la cadena alimenticia sangran rojo. ¿Qué nos hace diferentes de los animales?

—¿Que son criaturas inferiores? —preguntó irónicamente.

—No Doffy, nos diferencia que nuestra especie tiene la capacidad de raciocinio. —dijo lo ultimo haciendo comillas con los dedos—. Naciste en Mariejois, por eso tienes ideas locas sobre los humanos. Pero te diré algo Doffy y grábatelo bien.... —lo haló de su abrigo para hacer que se inclinara a su altura—. Los Tenryuubitos no son dioses y tampoco son especiales. Los dioses no sangran. —le dijo muy seria—. Lo único que veo entre ese montón de idiotas, es un complejo de superioridad. ¿Acaso eres un idiota como ellos? —Él negó con la cabeza—. El hecho de que no te juzgue por lo que le hiciste a tu padre y tu hermano no quiere decir que me reserve lo que pienso. —dijo con un poco de temor a herirlo, mientras lo mantenía sujetado del cuello de su camisa—. Tanto tu padre como tu hermano comprendieron que no había diferencia entre los humano. Los dos, al igual que tú actuaron siguiendo su propio sentido de la justicia. ¿Pero quién decide lo que está bien o lo que está mal?

—Aquellos que tienen el poder.

Sympathy for the devil  ━━  [Finalizado] 《6》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora