15. Ardilla Inmoral (Borrador)

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—¿C-cómo que me quieres q-quitar el vestido ahora? —preguntó con las mejillas ardiendo. Doflamingo no respondió con palabras, pero su sonrisa traviesa y su lengua coqueta le dio a (Tn) la pauta de lo que trataba de decirle, mejor dicho... hacerle.

—Ardilla, has sido muy mala conmigo. —le habló al oído, muy seductor—. Sólo me has dejado tocarte una vez. —mientras le hablaba, Doflamingo deslizaba sus traviesos, escurridizos e inquietos dedos en el escote del vestido traslapado de (Tn).

—D-Doffy... ¿q-qué estás haciendo? —preguntó nerviosa al ver hacia todos lados. Aunque le gustaba sentir las caricias que él le hacía en los pechos, le resultaría vergonzoso si alguien la veía en esa situación en un lugar público.

—Toco lo que es mío. —respondió Doflamingo, al buscar los labios de (Tn) para besarla suave, lento, y muy apasionadamente a la vez que sus dedos viajaban desde los pechos de la hasta las piernas, para luego escabullirse debajo del vestido.
Al besarla, se abrió paso en medio de esa sensible y palpitante humedad que recibía gustosa la yema de sus dedos, para que jugaran y masajearan a su antojo—. Mmn... estás húmeda. —le susurró en los labios, al introducir un dedo en el interior.

—Dof... mn-no Dof... —intentaba negarse pero terminó abriendo más las piernas para sentir ese dedo que se deslizaba dentro y fuera.

—¿No? —preguntó con una sonrisa traviesa. Disfrutaba al ver los gestos sensuales que ella hacía al verlo a la cara.

—Mn-noo...

—¿No qué...? —inquirió excitado al escucharla quejarse. Quería hacerla suya allí, en ese mismo instante, quería dejarse ir dentro de ella, y eso era un deseo sofocante al que no estaba dispuesto a negarse.

Tenía varios minutos antes de que el camarero regresara con la orden, así que sacó la mano de la entrepierna de (Tn), y soltó esa cinta que permitía que el vestido se mantuviera en su lugar.

—¡D-Doffy! —exclamó sonrojada, con sus pechos al aire.

—Ven acá. —la tomó de la cintura y la sentó sobre su regazo.

—Doffy, nos... mmn-Dof... —Intentaba decirle que alguien podría verlos, pero a él no parecía importarle esa posibilidad.

—Te deseo tanto... —le susurró Doflamingo al oído, justo al morderle el lóbulo de la oreja.

—Doffy, van... aaj...van a...

—¿Van a vernos? —inquirió al completar la pregunta ella no terminó de formular—. ¿Te preocupa? —preguntó sin dejar de masajearle los pechos y comérselos completos.

—S-sí... —respondió arqueando la espalda, casi apoyándose sobre la mesa, a la vez que presionaba a Doflamingo por detrás de la cabeza, atrayéndolo mientras le lamía la garganta y los erectos botones de sus pechos.

—No me importa si nos ven. —dijo el descarado rubio.

Dicho eso, (Tn) sintió que él le hacía a un lado el pantie, y esta vez no fue un dedo lo que le introdujo en su interior, no, Doflamingo la penetró con su duro y venoso falo, y la hizo montarlo ahí, al aire libre de la terraza del restaurante, en el segundo nivel.

El rubio le estrujaba los glúteos mientras la guiaba para que ella se moviera al ritmo que él le marcaba. Sí, él adoraba la inocencia de su ardilla, pero a veces le parecía que debía pervertirla aunque fuese un poco. Y ahora..., verla moviéndose sobre él; acostumbrándose a la cadencia de ese pecaminoso vaivén que la enseñaba a hacer, escucharla jadear y gemir al volverse loca, morderse el labio inferior, y sentir cómo le apretaba su falo con esas paredes que tanto ansiaba volver a penetrar... eso lo motivaba a seguirla corrompiendo a su antojo. Porque sabía que la podía moldear a su conveniencia.

Sympathy for the devil  ━━  [Finalizado] 《6》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora