treinta y cinco

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—Ve a trabajar. —dijo Aley.

—No.

—Es en serio. —el pequeño entrelazo sus dedos y se acurruco mas contra el. —Vete ya, te llamaré cuando llegue.

—No, déjame entrar en ti de nuevo.

—No, acabo de tomar una ducha.

—Esta bien, voy a cobrarme cuando vuelva a verte.

—Estas siendo tan cursi a propósito, quieres que ceda. Pero ya habíamos llegado a un acuerdo.

—Sabes, no entiendo por que no me quieres conceder otra ronda cuando estás aquí tan cerca de mi.

—Me gusta probar tu resistencia, soldado. —sonrio ante el enojo de Christopher.

. . .

—Volveremos a vernos en un mes.

—De acuerdo.

—Espera por mi.—susurro Christopher antes de besarlo y dejarlo ir.

—Lo haré con gusto.—le sonrio aunque una parte de el se quedaba con el mayor.

Estaba en la habitación de Aley por que no debían verlo aunque sabía que las marcas que le dejó en el cuello iban a ser suficientes para que lo regañaran.

Esa mañana regreso al estudio, no tan lastimado como la noche anterior pero ahora sentia que le faltaba algo.

Sus ojos se encontraron con los de Erick.

—Buenos dias, Chris. —se acerco a abrazarlo y aunque Christopher no lo correspondía seguía ahí. — Se que algo está mal contigo, aunque no quieras decirme.

—No es nada.

—Ven, vamos a que desayunes y te sentirás un poquito mejor. —sostuvo su mano con cariño.

—No, gracias. No tengo hambre.

—Bueno, igual te traeré algo.

—Como quieras.

Christopher camino al estudio, no quería ser grosero con el, aún estaba pensando en cómo Nadia lo estaba usando y que discutieron por eso. Además, no estaba de humor para tonterias.

—Te traje un sándwich de queso asado...

—Gracias.

—Iré a trabajar, si necesitas algo, solo dilo.

Christopher asintió.

Doble Decisión. ¤ CNCO ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora