cuarenta y uno

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Aley escuchó toques a la puerta pensando que sería un paquete por que sus padres estaban trabajando.

Y se asustó al solo ver por un segundo esos ojos enmielados y al otro segundo tenerlo apretando su cuerpo contra el suyo. Tironeo de sus labios y lamió estos dulcemente mientras con cariño acariciaba su cabello.

—¿Chr-Christopher... ah... espera...

—¿Espera?—bajo sus manos a sus muslos. —Esperar es lo que menos voy a hacer hoy, solo quiero llenarte de besos...

—No, es que... —se alejo bruscamente asustando a Christopher. —No puedo...

Estaba por volver a atraparlo y besarlo un poco más pero un chico de su tamaño de ojos oscuros estaba serio solo observándolos.

—¿Que... ¿Quien es el?

—¿Quien eres tu?—pregunto el chico.

Christopher dio un paso para enfrentarlo pero tenía a su enano parado frente a él sosteniendo su pecho para que no se moviera.

—Basta, Christopher.

—¿Que es esto? Solo... solo a pasado un mes...

—¡No es lo que estás pensando!

—Crei que teníamos un acuerdo.

—Lo tenemos.

—No parece.

—Christopher, esto no es...

—¿Entonces que es? —lo sujeto contra el viendo a Aley rendirse y pegarse a su pecho.

—Es mi hermano... maldicion... que vergüenza me has hecho pasar. —susurro escondido en su pecho.

—¿Hermano?

Doble Decisión. ¤ CNCO ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora