sesenta y uno

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Las semanas seguían pasando y entro en desesperación y fue a buscarlo a casa de sus padres pero estaba vacía, fue a su escuela a convencer al director de por favor le diera información pero fue inútil.

Estaba a medio descanso, se suponía que este tiempo lo pasaría con el, solo con él.

Se relajó volviendo a la realidad siguiendo al señor de bienes raíces.

—Ya todo está listo, solo quería hacerle entrega de sus llaves.

—Gracias.

—Espero que lo disfruten. —sonrio y se fue.

Suspiro caminando al centro del gran departamento sentándose en el suelo.
No era así como quería que las cosas pasaran.

Se recostó en el suelo pensando que haría ahora. No quería vender ese departamento ahora por que quería seguir aferrado a la idea que algún día lo encontraría de nuevo que esto que paso fue ridículo.

Conservaría el departamento por que sabía que algún día lo traería ahí y llorara todo lo que no ha llorado estos días.

. . .

Los pensamientos en la cabeza de de Christopher eran todo un tornado pero sería peor si no solucionaba el que Erick solía pasársela mirando a la nada y cuando se distraía demasiado comenzaba a dejar correr lagrimas.

Entonces pensó, que si el no podía solucionar una cosa tal vez debería comenzar por otra.

—Erick.

—¿Si? —se asustó con Christopher limpiándole el rostro.

—¿Que es lo que pasa contigo?

—Nada... solo pensaba demasiadas cosas y...

—¿Quieres salir?

—¿Tu y yo?

—Si, hace bastante tiempo que no te llevo a comer, no es lo que un hermano mayor hace.

—De acuerdo.

—¿Entonces me dirás por qué estás tan perdido últimamente?

—Termine con Nadia y me dijo que era alguien sin corazón y por eso me había engañado hace una semana y entonces me di cuenta que fue algo inútil terminarla por que tu nunca vas a gustar de mi.

—No se que decir ...

—Nada...

Christopher sostuvo su rostro para volver a limpiar esas lágrimas extrañas que corrían por su rostro sin ningún gesto.

—¿Por que lloras?

—Solo... ignoralo. —Erick sonrió. — Entonces, Chris...

—Lo haré. —dijo Christopher sonriendo enternecido con ese pequeño entre sus manos.

—¿Que cosa? —lo miro a los ojos.

—Intentare gustar de ti.

Christopher no estaba seguro de eso pero no podía dejarlo llorar más, donde sea que estuviera Aley le encantaría hacer esto con el, calmarlo y llenarlo de besos y jamás dejarlo ir.

—¿De verdad?

—Si.

—¿Desde ahora? —sus ojos brillaban con gusto.

—Supongo.

—Entonces somos novios...

Christopher se quedó quieto escuchando aquello. —No...

—Si, es lo que acabas de decir.  —Limpio sus ojos y lo sostuvo del brazo haciéndolo caminar fuera. —Vamos. Tengo hambre.

Christopher estaba tratando de entender ese cambio de actitud.

Doble Decisión. ¤ CNCO ¤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora