Tu nombre es Hope, una hermosa chica oriental que fue encontrada por un hombre latino en una caja de cartón, abandonada bajo la lluvia cuando tenías 5 años.
El hombre que te encontró, se volvió tu padre y tú única familia, pues no recordabas que ha...
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En la mañana, a eso de las 8:30, Hope fue la primera en levantarse, soltando pequeños quejidos por sentir algo de dolor en su parte baja. Claro que le iba a doler, si en la madrugada dejó de ser una joven virgen. Se puso la camisa del alado y bostezó un poco antes de estirarse y liberar sus nueve colas. Con tranquilidad, se acercó a su maleta, donde tiene todas sus cosas, buscó algo en el con mucho afán hasta que por fin dio con el objeto. Una tableta de pastillas de "día siguiente", sacó una y bajó a la cocina por un vaso de agua. Tomó de un trago la pastilla y suspiró antes de ir hacia el baño del lugar. Se retiró la camisa de su esposo y se metió a bañar, deshaciendo el desorden en su cabello para así poder lavarlo con tranquilidad. Cerró los ojos, volviendo a revivir aquello que habían hecho, sintiéndose avergonzada por unos minutos.
Al cabo de unos 30 minutos, salió de la ducha, envuelta en una toalla y otra envolviendo su cabeza. Subió las escaleras e ingresó a la habitación, encontrándose con un recién levantado Keigo.
-Buenos días~ -dice el alado mientras se estira y extiende sus alas-
-Buenos días cariño -se acerca y le da un beso en la mejilla- aún es temprano, duerme más si quieres. -le mira mientras se seca el cabello con la toalla-
-Lo siento, pero me llamaron de la agencia -le mira- dice que es un asunto importante. Créeme, nada es más importante que estar contigo, pero soy el jefe de mi agencia-rie y se pone de pie- me necesitan, prometo volver para la tarde.
-Es trabajo importante, ve -le da un beso corto y sonrie- mañana podremos los tres compartir nuestra linda luna de miel~
-Eso quería oír, mi diosa -sonrie, se acerca y le deposita un suave beso en los labios- Prometo también traerte un analgésico para los dolores, después de todo, creo que fui algo bruto anoche.
Restándole importancia, ella lo empuja hacia el baño fuera de la habitación. Riendo un poco, el alado miró una vez más a la chica y se acercó con intenciones de tocarle la cola, pero ella rápidamente lo tomó de la oreja.
-Ah no señor. -sigue tomándolo de la oreja- puedes ser mi esposo, todo lo que tu quieras, pero con mi cola nadie se mete o nadie lo toca.
-Entendido cariño... ¿m-me sueltas por favor? -sonrie nervioso el alado-
Soltandolo, abrazo su cola y gruñó un poco, escuchando la risa de su esposo mientras baja las escaleras. Rodó los ojos y se acercó a la maleta, rebuscó entre sus cosas y se encontró con un vestido para usarlo en la casa color café claro con pequeños estampados de cerezas. Curiosa, observó una pequeña nota, la tomó entre sus manos y la desdobla para leer su contenido.
