Ya eran las 10 de la mañana y Lucrecia no había bajado, ya todos estaban en el comedor y Arturo ya no soportaba más. Se levantó de la mesa e iba a irla a buscar, pero se detuvo al verla bajar las escalera con seriedad como si nada hubiese pasado. Arturo fue hasta ella para abrazarla pero Lucrecia lo rechazo de nuevo.
—Prefiero que no lo hagas, después de que desayune voy a ir a ver a mi hija —añadió fríamente pasando a su lado hasta el comedor donde estaban todos los de la casa.
—Espero que el desayuno sea de tu agrado hija —comunico Regina sirviéndole café, a la vez que Lucrecia tomaba asiento.
Lucrecia miro a su madre y luego a Miranda y a su hija que se mantenían en silencio desayunando. Había pasado toda la noche pensando y había tomado una decisión que cambiaría la vida de todos. Arturo volvió a la mesa y todos se limitaron a comer en silencio.
Después de tres minutos Lucrecia se levantó de la mesa y con una reverencia subió a ver a su hija.
Al abrir la puerta Maddi estaba saliendo del baño con la ayuda de una enfermera, al verla fue hasta ella con dificultad abrazándola.
—Elo, viniste —exclamo la niña con felicidad —No sabes lo feliz que me haces
Lucrecia la ayudo a ir a la cama sentándola para que no estuviese mucho de pie. Acaricio su carita con ternura, besándola en cada mejilla con amor de madre.
—A mí me hace más feliz poder volverte a ver mi cielo, no sabes cuánto te amo— confeso sin poder contener sus emociones.
Lucrecia la ayudo a vestir y llevándola al tocador empezó a peinarle el cabello, disfrutando de poder hacerlo, elaborando una linda trenza en el cabello de su hija.
—Elo,.... Nunca te vas a ir ¿verdad? ¿No me vas a dejar como me dejo mi madre? —quiso saber con un semblante triste.
Lucrecia sonrió con pesar, como explicarle a una niña de ocho años la decisión que ya había tomado. Iba a responderle cuando Arturo entro a la habitación.
—Elo, no va a ir a ninguna parte cariño, —contesto con determinación, retándola con la mirada a que negara lo contrario.
Lucrecia se giró con el cepillo en la mano e iba a responder cuando Arturo prosiguió.
—Ella no se va a separar de ti.......porque ella es tu madre Maddi. —Declaro mirando a su hija que abrió sus ojos ante la noticia.
Lucrecia miro a su hija que los miraba a ambos sin poder creerlo y por un momento sintió que iba a desfallecer ¿Cómo había sido capaz de confesarle a Maddi la verdad así?
Maddi se quedó en silencio por un momento
—Ya....lo sabía papa, —confeso con madurez en sus palabras —ese día los escuche discutir por la ventana sin querer. Al principio tenía muchas dudas y no entendía nada.....pero le pregunte a Miranda y ella me lo conto todo.
Lucrecia y Arturo se miraron a los ojos, sorprendidos por lo bien que Maddi estaba tomando la noticia.
—Espero que me perdones, por no haber estado estos ocho años de tu vida junto a ti cariño —pidió Lucrecia mirando a su hija con recelo por su reacción.
Maddi sonrió abiertamente abrazando su cintura con un brazo.
—Lo importante es que tú eres mi mama y estas aquí y nunca más me vas a dejar — declaro sin poder reprimir su felicidad.
Lucrecia miro a Arturo angustiada, mas este la siguió retando con la mirada a que ella misma le dijese a su hija lo contrario.
Lucrecia acaricio su cabello y le respondió.
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Encadenada a ti
RomanceLucrecia Riveira ha vivido toda su vida en Rio de janeiro Brasil, con padres "adinerado se podría decir que lo tiene todo", pero no contaba que por asistir a una fiesta su vida quedaría atrapada en un matrimonio por chantaje del cual no será tan fác...