Dos meses después
Los días grises y tormentosos habían pasado, y poco a poco estaban comenzando a reconstruir las piezas que creían estar rotas. Ese día era el cumpleaños de Lucrecia y tanto Regina como Arturo había invitados a todos los mas ha llegado a la familia, para disfrutar de una barbacoa en el jardín. Miranda ya se le notaba su panza abultada y esa noche había llegado al lado de marco, un cirujano plástico muy guapo con el que estaba saliendo y se veía muy feliz. Maddi se llevaba mejor con Marcela, y tanto Sofía como Antonia y Miranda se habían vuelto muy unidas a Lucrecia dejando sus diferencias en el pasado. Tenían a su lado a tres hombres que las amaba con todas sus fuerzas, dos bebes en camino y dos niñas que amaban muchísimos
—Ven conmigo un momento. —susurro Arturo a Lucrecia en su oído, apartándola de todos.
Lucrecia se disculpó con los otros y levantándose de la silla siguió a Arturo dentro de su despacho.
— ¿Y qué hacemos aquí? —pregunto extrañada al ver que Arturo iba hacia ella con una carpeta en la mano, la cual le entrego para que la abriese
Lucrecia la miro recelosa y confusa, la última vez que Arturo le había entregado una carpeta de esa manera no había sido para nada bueno y menos en ese mismo despacho.
—No tengas miedo Cariño, ábrelo —insistió Arturo sonriente
Lucrecia la abrió y al hacerlo se quedó pasmada al ver el contenido. No podía creer que Arturo hubiese sido capaz de haber gualdado eso por mucho tiempo y le hiciese creer lo contrario.
—Ese día en que diste a luz a maddi, —prosiguió Arturo — le pedí a mi abogado que me entregase el documento del divorcio firmado por ambos, porque me di de cuenta que te amaba demasiado y no quería perderte por nada del mundo. Y te hice creer que nos habíamos divorciado porque estaba tan dolido con tu actitud que quise castigarte.
Lucrecia cerró la carpeta y lo miro sonriendo, y se dio de cuenta que desde el primer momento en que cruzo su mirada con ese hombre, Siempre le perteneció y su vida desde ese mismo momento quedaron encadena a él. Fue hasta Arturo y lo tomo por la solapas de su camisa para plantar un beso en sus labios que los sumergió en uno solo sentir.
Arturo la llevo más hacia su cuerpo con la confianza plena que esa mujer era suya en todos los sentidos de la palabra y sin mucho esfuerzo alargo su brazo derecho sin despegar su boca de la de Lucrecia cerrando la puerta de su despacho.
—Arturo los demás.....nos están esperando —Musito apartándose unos centímetros de él, pudiendo percibir sus intenciones.
Arturo la acerco de nuevo a él, desabrochando el primer botón de su blusa con destreza.
—Los demás pueden esperar todo lo que quieran a la festejada. Pero ahora te quiero para mí solo — Contesto pícaro, besando sus labios y todo pensamiento racional de Lucrecia desapareció.
Fin
ESTÁS LEYENDO
Encadenada a ti
RomantizmLucrecia Riveira ha vivido toda su vida en Rio de janeiro Brasil, con padres "adinerado se podría decir que lo tiene todo", pero no contaba que por asistir a una fiesta su vida quedaría atrapada en un matrimonio por chantaje del cual no será tan fác...