Capitulo 35

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Después de que se despidió de sus amigas en el aeropuerto marco el número de Symon esperando a que le contestara

—Elo Cariño, me tenías preocupado, pero no me atrevía a llamarte esperando que tú lo hicieras para que no te sintieras que te presiono

Lucrecia tuvo que contar hasta cinco para no gritarle y desearle del mar que se iba a morir

—Estoy bien, solo te llamo para decirte que decidí quedarme en Brasil hasta que finalice este mes, y quisieras que tú me acompañaras en ella, realmente te extraño muchísimo. —dijo cruzando la calle

Symon maldijo en su interior todo se le estaba complicando pero por nada del mundo pensaba perderla así tuviera que ir al fin del mundo.

—Tengo que poner todo en orden aquí, pero te aseguro que dentro de una semana estaré en Brasil Cariño

Lucrecia sonrió para si

—Te amo, no Sabes lo feliz que me haces con esa decisión. Te estaré esperando —añadió con falsedad

Al cortar la llamada se dirigió al hotel subiendo al ascensor cuando Arturo entro en el cerrando las puertas quedando solamente ellos

— ¿Señor Medeiro se le ofrece algo? ¿Le paso algo a maddi?

—No, quiero hablar con usted, ¿le parece bien que sea en su habitación?

—Por supuesto —Confeso ella sonriendo

Al abrirse las puertas, ambos salieron, Lucrecia abrió la puerta dejándolo pasar a el primero. Puso la llave en la mesa y indicándole que se sentara ella hizo lo mismo

— ¿Y de que quiere hablar conmigo Señor Medeiro?

—Cuáles son las sus intenciones con mi hija, ¿Por qué se empeña en estar cerca de ella? —pregunto con seriedad

—Maddi es una niña encantadora, que se siente muy sola y desde el primer momento que la vi hubo algo en ella que me agrado. No veo que sea algo malo que te agrade una persona y menos una niña. —protesto con sinceridad

Arturo al estudio por unos momentos hasta que por fin soltó lo que él quería

—Si tanto le simpatiza mi hija y usted a ella, no me voy a oponer a que pasen tiempo juntas pero con dos condiciones

Lucrecia lo miro viendo algo en su mirada que le gusto, había deseo puro y eso era lo que ella quería

— ¿Cuáles son sus condiciones?

—Que mi chofer las lleves a donde vayan y la segunda que usted acepte navegar conmigo por todo un día en mi yate —propuso el con voz ronca sin quitarle la mirada de encima

—La primera la puedo acertar Señor Medeiro, pero la segunda no, usted está casado y yo estoy comprometida con el hombre que amo y no pienso acertar su proposición —espeto levantándose para ir a la puerta y abrirla —le pido ¡por favor que se vaya!

Arturo se enojó al escucharla demitir su propuesta, ¿esa mujer a que estaba jugando? Ese día en la cama habría jurado que no era inmune a él, pero ahora se tapaba con su amado prometido. Yendo así ella cerró la puerta de un portazo y acorralándola contra la puerta inmovilizo sus manos

—No sé a qué juegas, pero créeme que yo también se jugar y nunca pierdo, si tanto quieres estar con mi hija aceptas mis condiciones o considera no volverla a ver nunca más —Explico sin darle tregua

Lucrecia se pasó la lengua por sus labios resecos provocándolo y a la misma vez haciéndose la inocente

—Señor Medeiro recuerde que está casado y tiene una familia y yo pronto también me voy a casar —le recordó muriéndose de las ganas de besarlo.

Las respiraciones de ambos estaban agitadas y sus pupilas dilatadas por el deseo. Arturo enredo su mano en el cabello de Lucrecia atrayéndola hasta su boca, en un apasionado beso lleno de necesidad de algo primitivo que despertaba esa mujer en él. Abrió su boca con sus labios buscando su lengua saboreándola. Lucrecia no se resistió enredando sus brazos en su cuello atrayéndola más a ella. Habían pasado ocho años y la explosión de deseo en ellos seguía siendo la misma. Arturo no paraba de besarla hambriento embriagado por su sabor y aroma que despertaba todos sus sentidos. La levanto en vilo enredando las piernas de ella en su cintura llevándola a la cama posicionándose encima de ella, le quito la camisa dejándola en un sostén que apenas sostenían sus voluminosos pechos, Lucrecia se sentía en las estrellas las manos de Arturo estaban en sus senos estimulando sus pezones por encima del sostén pero cuando se lo quito fue la gloria remplazando sus manos por su boca. Pero sabía que debía detenerlo ahora antes de que fuera tarde,

—Deténganse Señor Medeiro, esto no está bien —pidió agitada y excitada

Arturo inmovilizo sus brazos a cada lado de su cabeza fulminándola con la mirada

—Así que este es tu juego, excitarme y luego detenerme —aseguro con la respiración agitada y muy excitada

—No sé de qué habla, pero de lo único que le puedo asegurar es que esto está mal, así que quítese de encima —ordeno con seriedad haciendo un gran esfuerzo para contenerse

Arturo se levantó acomodándose la camisa casi explotando por la reacción de esa mujer, girándose hacia ella la miro como se ponía la blusa marcándosele los pezones por encima de ella. Y tuvo que apretar los puños para no abalanzarse sobre ella y hacerla suya,

—La espero pasado mañana en el puerto Señorita Da silva, si no viene queda advertida de lo que va a pasar. —Espeto dándole un ultimátum., cerrando la puerta detrás de si

Lucrecia sonrió feliz, sabía que la deseaba a pesar de que no sabía que era ella y se iba aprovechar de ello para estar cerca de su hija, hasta que su plan finalizara. Y hacer sufrir a Arturo por un tiempo con su rechazo de la prometida fiel. Aunque por dentro lo deseaba y amaba con locura.

........

Sofía fue a buscar una foto de Lucrecia que tenía en su habitación, nadie en el mundo se podría parecer tanto a otra persona y Eloísa y Lucrecia era dos gotas de agua. Algo estaba mal allí y ella pensaba averiguarlo.

— ¿Pasa algo Cariño? —inquirió Mauricio acercándose a ella sonriente

—Nada, —Escondiendo la foto detrás de ella, pero Mauricio con destreza se la arrebató frunciendo el ceño

—No es lo que estoy pensando ¿Verdad?, esa mujer no puede ser Lucrecia Sofía, tal vez si se parezca pero eso no quiere decir que lo sea. —espeto con seriedad entregándole la foto

—Tu no lo entiendes, sabes, es algo que sentí cuando la vi, al ver como enfrentaba a Arturo era igual a Lucrecia y que si sobrevivió al accidente y en su lugar iba otra mujer. Ya no sé, debes creer que estoy loca pero nadie en el mundo puede ser idéntica a otra persona al menos de que sean gemelas. —Explico sentándose en la cama confundida

Mauricio se sentó a su lado pasándole un brazo por el hombro con cariño.

—Para tu tranquilidad aunque sea absurdo voy a investigarla, estuve en la casa de Arturo y me entere por maddi que estaba más que emocionada. Que esa mujer se iba queda unas semanas en Brasil. Incluso maddi creo un vínculo con ella por su parecido con Lucrecia

— ¿De verdad harías eso por mi Mauricio? —dijo con los ojos brillantes

—Por supuesto, voy a contratar a un investigador privado para que la vigile —Besando sus labios con pasión quitando de la cabeza de Sofía cualquier cosa que no fuera él.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora