Captulo 50

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Tres semanas después

Todo lo que había pasado en su vida esos quince años, habían sido un completo calvario. Ya que su felicidad había sido arrebatada por Symon. El día en que Arturo la chantajeo para casarse con ella, había sufrido estando a su lado, sin darse de cuenta que siempre lo amo. Solo que en ese mismo momento no sabía que sentía por él. Se sentía tan confundida que ese día había utilizado la excusa del embarazo de Miranda para poder viajar a Londres y poner todo en orden y pensar mejor las cosas, incluyendo lo que había sido capaz de lograr siendo Eloísa Da Silva. La pastelería seguiría siendo suya pero sus amigas iban a estar a cargo de ella durante su ausencia. Ella se dedicaría a reponer el tiempo perdido con su hija en esos momentos era ella la que más la necesitaba.

Dejo la taza de café en la mesa de la cafetería y al girar se quedó pasmada de ver a Maddi al otro lado de la calle agarrada de la mano de su padre, se levantó sin poder creérselo y fue hasta ellos solo que Maddi no aguanto más y a mitad de la calle corrió hacia ella arropándola con sus dos brazos en su cintura con fuerza.

—No sabes cuánto te he extrañado mama —musito la pequeña con lágrimas en sus ojos, abrazándola con más fuerzas.

Lucrecia la abrazo de la misma manera, dándose de cuenta que la decisión que había tomado era la correcta.

—Yo también te he extrañado muchísimo Cariño y te prometo que no nos volveremos a separar nunca más.

Maddi la miro con los ojos iluminado y giro a ver a Arturo sonriente.

—Mi papa y yo te hemos venido a buscar —repuso con inocencia — para que no nos separemos nunca más.

Lucrecia se tensó a escuchar las palabras de su hija, como iba a explicarle la decisión que ya había tomado sin que saliera lastimada.

Arturo al ver la reacción de Lucrecia se acercó más a ellas e intervino.

—Porque no vamos al hotel donde nos estamos hospedando para hablar —le sugirió a Lucrecia y sonrió a su hija la cual se sintió un poco desconcertada por el tono de su papa

Lucrecia titubeo por un momento, pero al final accedió.

Durante el trayecto en el taxi maddi no le soltó la mano a su mama, Lucrecia miraba por la ventana del taxi sumida en sus pensamientos. Sabía que Arturo no la iba a dejar ir, pero la vida de ambos había cambiado drásticamente desde que dejaron entrar en sus vida a Symon y a Miranda., ya no era nada igual y por más que trataba de ver las cosas de otro modo la verdad era otra.

El taxi se situó en la entrada del hotel, Arturo le pago al conductor y los tres se encaminaron al vestíbulo, maddi iba de la mano de su madre cuando la asistente de Arturo apareció frente a ellos.

—Maddi ve un momento con ella, tu madre y yo tenemos cosas muy importante de las que hablar —dijo con cariño para no preocupar a su hija, pero en fondo no se sentía tranquilo.

Maddi se rehusó aferrándose más a la gabardina de Lucrecia.

—No te preocupes Cariño — añadió Lucrecia en tono tranquilizador, acariciando la cabeza de ella —en unos minutos voy a volver a estar contigo ¿sí?

Maddi fue sin protestar hacia la asistente de su papa y solo cuando estuvo lejos Arturo tomo por el brazo a Lucrecia con fuerza y la hizo caminar hasta el elevador cerrando las puertas molesto.

—Arturo suéltame, me estas lastimando —pidió Lucrecia tratando de soltarse de su agarre pero el solo miraba el frente esperando que el elevador abriera sus puertas.

El elevador se abrió y casi arrastra la llevo a la habitación, cerrando la puerta de un solo golpe. Solo allí pudo liberarla.

Lucrecia se froto el brazo algo a dolorido.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora