Capitulo 15

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 —Señor hay alguien que quiere verlo —le informo su asistente desde la puerta haciendo que Arturo dejara los documentos a un lado algo extrañado

— ¿Quién es?

—la señora Lucrecia y por más que le dije que estaba ocupado ella insiste en hablar con usted.

Arturo dio un suspiro y pensándolo por un momento de si quería recibirla o no al fin accedió dándole la orden a Vanessa que la dejara entrar y que nadie los interrumpiera.

Al entrar Lucrecia se quedó paralizada Arturo la miraba con frialdad con odio y rencor tragando saliva se acercó a su escritorio añadiendo:

—Hola, como has estado —le dijo nerviosa

— ¿Qué haces aquí? acaso no te deje claro que no quería volver a verte —le expreso con sequedad levantándose de su ejecutiva para dirigirse a la barra de bebidas

—Ya lo sé, pero la razón por la que estoy aquí es porque quiero ver a mi hija—sé que cometí un error terrible al firmar ese acuerdo y todas las cosas horribles que dije pero al verla ese día en mis brazos tan pequeñita quede encantada por ella y el hecho de renunciar a ella me ha perseguido. todos me dieron la espalda por lo que hice estoy sola, he con un gran vacío en mi corazón, por eso te suplico que me dejes ser parte de su vida.

Arturo dejo la copa de coñac en su sitio al escuchar la declaración de Lucrecia haciéndolo enfurecer y revivir todo lo que había pasado. girándose iracundo fue hasta ella y agarrándola de los brazos le espeto

—Tú no tienes ningún derecho y por nada de este mundo te vas acerca a ella. metete en la cabeza que nunca tuviste una hija, ese día te di la oportunidad de que no firmaras pero a ti no te importo así que ahora no me vengas con esa sarta de mentiras

Lucrecia lloraba desconsoladamente por las palabras crueles de Arturo estaba arrepentida y sabía que su error le iba a costar muchísimo —

—Solo te estoy pidiendo que me des una oportunidad de remediar lo que hice —le declaro entre sollozos.

Por momentos el corazón de él se quiso ablandar al verla en ese estado se veía frágil y desconsolada seguía amándola a pesar de lo que había hecho—soltándola se dirigió al otro lado de la habitación con el rostro contrariado

—Es mejor que te vayas si no quieres que llame a seguridad para que te saque, y no intentes absolutamente nada porque ni siquiera un juez te daría su custodia porque tú misma me la cediste—así que no intentes desobedecerme si no te vas arrepentir —le indico el fríamente sin dejar de mirarla

Lucrecia se sentía perdida Arturo no quería racionar con ella, y no sabía que hacer sabía que si salía de esa oficina se le iba hacer imposible volver a verlo y por ende a su hija—secándose las lágrimas fue hacia el quedando a centímetros y jugándose su última carta se puso en puntillas posando sus labios suaves en los duro de él.

Lo beso lentamente queriendo obtener alguna reacción de él. Pero Arturo se mantenía firme observándola, Lucrecia a no obtener respuesta se fue separando de él. Cuándo sintió unas manos poderosas en su cintura que la acercaba a él devorando su boca como a un melocotón. Se ciñó lo más que pudo a su cuerpo enredando sus lenguas en un beso apasionado ardiente y vibrante, después de varios días se sentía viva. Arturo la acariciaba por encima de su ropa haciendo que la piel de ella ardiera como fuego. Agarrándola de las nalgas hizo que ella enredaras sus piernas en torno a él llevándola hasta su escritorio depositándola encima de él, quitándole sus ropas. Quedando ella simple en tanga ya que no cargaba sostén. Torturándola hasta que Lucrecia no pudo más y suplicándole le pido que la hiciera suya sin embargo no le hizo caso sino que comenzó atormentarla con sus dedos donde se encontraba el centro de su deseo dejándola deseosa de mas

—Arturo por favor te necesito —le confeso entre jadeos abierta solo para el

—En serio —le pregunto con sarcasmo el todavía vestido sin dejar de torturarla llevando a Lucrecia a un clímax que la dejo agotada.

—Lucrecia se incorporó para desvestirlo a él también sin embargo a Arturo la tomo fuerte de las manos levantándola del escritorio para voltearla quedando esta de espaldas a él. Lucrecia no pensaba con cordura y no le importaba lo que le fuese hacer ella estaba deseosa, Arturo se acercó a ella susurrándole con un tono desdeñoso cerca de su oído —"Eres una zorra, si pensabas que entregándome tu cuerpo iba a acceder a dejarte estar cerca de mi hija estas muy equivocada ahora vístete y lárgate de mí vista"

.......

—Cómo has estado—le pregunto symon al otro lado de la línea

—De maravilla, tengo Arturo qué más puedo pedir, aunque tengo que admitir que ya no es el mismo, sé que sufre por ella aunque no lo dé a demostrar y más ahora con la chiquilla que los une así no estén junto. Si lo vieras la trata como si fuera una princesa pero yo sé que es porque es la hija de la mujer que ama y no sabes cómo tengo que soportarlo. —le chisto molesta mirándose las uñas de las manos

—Pues, esfuérzate más Arturo no puede estar con Lucrecia y mucho menos perdonarla por haberse desentendido de su hija firmando ese acuerdo. Hazte indispensable en su vida. Y acércate más a esa pequeña, que el vea que te interesa. De Lucrecia me encargo yo

— Así, ¿y qué vas hacer? Porque creí que tu venganza era contra Arturo y ya esos dos están divorciados

—Nunca hay que confiarse mí querida Antonia, Lucrecia años atrás estuvo enamorada de Arturo y aunque ella no lo quiera admitir sé que en el fondo de su corazón ese odio que dice sentir por él no es más que amor. Por eso quiero que Arturo la vea en brazos de otro, que sienta que la perdió para siempre y no voy a descansar hasta conseguirlo solo así mi venganza será completa —le respondió el con malicia

Antonia sintió miedo, ese hombre estaba tan empecinado en hacer sufrir a Arturo que no miraba las consecuencias —sin más nada que decir se despidió de él dejándola pensativa.

—Con quien hablabas amor —le pregunto Miranda sospechosa

—Era del trabajo, no es nada, ven vamos a la playa ya que Marcela está dormida, y te tengo para mí solo — le declaro con deseo besándola sin darle tregua a pensar. Pero ella no era tonta y sabía que algo se traía y lo iba a averiguar.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora