No podía dormir, vio la hora en el reloj eran las 12am, los acontecimientos del día anterior no habían sido nada bueno, sabía que no era su asunto lo que pasara con esa niña pero cuando la veía sentía algo muy especial por ella. No sabía cómo soportaba tener a un padre como el que tenía, ese hombre era frio como hielo. La cena había sido de lo más incómoda solo habían tocados temas triviales dejando atrás la discusión de la tarde. Levantándose de la cama fue por un vaso de agua todo estaba oscuro se dirigió a la cocina pero algo capto su atención.
Saliendo al jardín vio la enorme piscina donde nadaba Arturo Medeiro dando grandes brazadas sin percatarse que ella lo observaba. Pudo verlo en todo su esplendor era un hombre impresionante, atractivo y muy viril. Arturo se dio dé cuenta de su presencia saliendo de la piscina con un diminuto traje de baño que dejaba a la vista todo su bien formado cuerpo. Enrollándose una toalla alrededor de su cintura se dirigió a ella.
— ¿Qué hace aquí afuera?
—No podía dormir así que decidí tomar aire fresco, ¿Hay algo de malo en ello? —Le Explicó lo más fría y rápidamente que pudo
—No, pero si no fuera estado yo aquí, la alarma se fuera activado y fuera sido una molestia causada por usted — Afirmo en tono hostil.
—Entonces...buenas noches —Girándose para irse pero una mano la detuvo por el brazo.
Ambas miradas se buscaron perdiéndose el uno del otro. Eloísa Da silva era una mujer muy hermosa. Ahora que la veía detenidamente, tenía un parecido a... Lucrecia aunque su aspecto era totalmente diferente.
—Es mejor que me suelte, señor Medeiro su esposa podría bajar y encontrarnos de esta manera — explico sonriente pero de forma burlona
Arturo la soltó como si su tacto lo quemara
—La acompaño a dentro — indico con la mano para que entraran a la casa—.
—Buenas Noche Señorita Da silva — dijo con un semblante serio, desapareciendo de la vista de Lucrecia, sintiendo molestia por la forma en la que le hablaba sin saber el motivo.
Arturo entro a la habitación, visualizando a Miranda en la cama dormida. Sonriendo fue hasta ella depositando un beso en su frente. Y a su mente vino a esa mujer, esa noche tuvo que reprenderse y hacer un gran esfuerzo para reprimir los deseos primitivos que habían venido a su mente con esa mujer que apenas conocía.
.....
A la mañana siguiente Lucrecia había madrugado con sus amigas para ponerse manos a la obra con los distintos bocadillos que tenían que hacer, y el pastel de tres pisos. Teniendo mucho trabajo que hacer, el cumpleaños era en la tarde y ellas solo disponían de 11 horas para tener todo listo. Arturo Medeiro había dispuesto un espacio para ellas donde no fueran interrumpidas, con los materiales disponibles para dicho fin.
Estaba batiendo la mezcla del pastel de chocolate en la batidora cuando entro Miranda con un semblante serio.
—Veo que están muy ocupadas, pero todo les está quedando de maravilla Señorita Eloísa.
— Ese es mi propósito Señora Medeiro. —rebatió en tono hostil
— Me gustaría preguntarle en frente de sus amigas, ¿De que hablaba con mi marido anoche después de que todos nos fuimos a dormir?
Lucrecia la miro sin poderse creer que esa mujer le estuviera preguntando algo así y sonriendo con burla le respondió.
—Si lo que piensa es que le estaba coqueteando a su marido, está muy equivocada yo tengo mi pareja y mis amigas son testigo de ello, solo coincidimos sin querer, no hablamos de absolutamente nada, que no fueran Unas buenas noche. Yo solo vine a hacer mi trabajo y quiero terminarlo perfectamente bien sin ningún problema.
Se sostuvieron las miradas retadoramente, hasta que Miranda la aparto
— Espero que así sea — contesto con rivalidad en sus palabras. Saliendo del lugar dejando a todas atónitas.
— ¡No puedo creerlo! De verdad te encontraste a solas con ese semejante hombre y no nos los habías contado —expreso Leticia con una sonrisa en la mirada acercándose a su amiga.
—No fue nada si, todo lo que le dije a su esposa es puramente la verdad. —contesto sin ninguna expresión poniendo la mezcla en las bandejas para hornearlas.
—Ya, Leticia ven ayudarme con estas cocadas para terminarlas a tiempo —Repuso Lara salvando a Lucrecia de las preguntas de Leticia
Después de 8 horas ya todo estaba listo, tenían los bocadillos de distintos sabores y presentación. Las tres estaban terminando de decorar el pastel con fondant color rosa, elaborando unas pequeñas flores y mariposas junto con algunos materiales de pintura ya que Maddi le encantaba pintar.
—Podemos pasar —pregunto una voz ronca a sus espaldas que Lucrecia se le había quedado grabada muy bien
—Claro que sí Señor Medeiro —dijo Lara con amabilidad
—Oh Cariño a Maddi le va a encantar, es hermoso
—Sí, es hermoso Felicidades por su trabajo realmente Regina y tu hicieron una buena elección en contratar a la mejor pastelería —Elogio con una sonrisa a Miranda, cosa que a Lucrecia le molesto muchísimo
—Arturo y yo nos gustaría que estuvieran en el cumpleaños y no aceptamos un NO por respuesta.
—Por supuesto que estaremos allí —Aseguro Lucrecia con una sonrisa, cuando una de las empleadas entro asustada
—Señor disculpe la intromisión pero la niña Maddi se encerró en su habitación y no quiere abrir. Dice que no quiere ningún cumpleaños.
Lucrecia vio molestia en el rostro de Arturo y sin saber el por qué se atrevió a preguntarle.
— ¿Puedo hablar con su hija? Tal vez la haga cambiar de opinión, si le parece
Arturo la observo por un momento, estudiándola con la mirada pudiendo apreciar el parecido con Lucrecia cosa que le afectaba en gran manera.
—No es necesario, pero apreciamos tu buena intención, Arturo es capaz de convencer a Maddi mejor que tú o cualquiera. —Replico Miranda con una sonrisa
Lucrecia cerro sus puños con fuerza conteniendo la indignación que sentía, esa niña necesitaba amor y atención y era lo que no tenía. Por eso hacia todo esos espectáculos
—Las dejo para que terminen, —contesto al fin Arturo, saliendo del lugar con Miranda sin a verle permitido que hablara con Maddi.
Al quedar solas, retomaron la terminación del pastel, cuando Lucrecia sintió un fuerte dolor de cabeza. Cayéndosele de la mano el pincel con el que estaba terminando de decorar
—Elo, te encuentras bien —Exclamaron Leticia y Lara preocupadas al verla tan pálida. Sentándola en una butaca
Lucrecia solo era consciente del dolor que sentía, pero así como llego fue remitiendo hasta desaparecer. Cosa que le pareció extraño. Nunca había experimentado una cosa así
—Si...estoy bien, no se preocupen, solo fue un dolor de cabeza ¿Pueden terminar de dar los últimos retoques?, necesito recostarme un momento. —pidió todavía pálida
—Sí, pero quieres que pidamos que te suban algo O se lo notifiquemos al Señor Medeiro.
—No es necesario, voy a estar bien. —Dejando a sus amigas preocupadas.
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Encadenada a ti
RomanceLucrecia Riveira ha vivido toda su vida en Rio de janeiro Brasil, con padres "adinerado se podría decir que lo tiene todo", pero no contaba que por asistir a una fiesta su vida quedaría atrapada en un matrimonio por chantaje del cual no será tan fác...