Capitulo 46

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Lucrecia tuvo que soportar pasar la noche bajo el mismo techo que Miranda, pero no tenía otra opción. Symon no la había dejado de llamar ni por un momento, pero ella solo había ignorados las llamadas, bajo al comedor donde ya todos estaban desayunando, pero se detuvo al ver a Miranda y a su hija allí también.

—Hija, ven a sentarte a desayunar —la invito Regina señalando la silla

—No, gracias, prefiero desayunar fuera de esta casa. —Agrego bruscamente —desayune como la familia que son —dando media vuelta, desapareciendo de sus vistas.

Arturo se levantó de la silla bruscamente, tirando la servilleta a la mesa, yendo a buscar a Lucrecia para detenerla. Lucrecia iba a mitad del camino del jardín de la casa, cuando Arturo la detuvo con fuerza por el brazo.

— ¿Se puede saber porque te estas comportando de esta manera? —rugió con voz de trueno.

Lucrecia se quitó el brazo de Arturo del de ella molesta.

—No me dejas ver a mi hija, y si fuera poco tengo que sentarme en la misma mesa que Miranda y la hija de Symon —repuso colérica.

Arturo se pasó la mano por la frente suspirando.

—Realmente eres una persona egoísta Lucrecia, —le grito con rabia, clavando sus manos en los hombros de ella con fuerza —te creíamos muerta, Miranda fue un gran apoyo en esos momentos más difíciles de mi vida. Ha tenido que soportar todos los desplantes habido y por a ver de nuestra hija. Y lo único que a ti te importa es que las eche como si fueran un trapo viejo que es desechado.

Lucrecia abrió los ojos de par en par, por el ataque que le estaba haciendo Arturo. Y bruscamente de zafo de él, con la mirada inyectada de rabia y algo más.

— ¿Sabes qué? —Espeto con los brazos extendido a modo de rendición —Haz lo mejor que te parezca, lo único que me importa es mi hija y me alegro de que ahora este bien. Aunque no la pueda ver por ahora.

—Puedes verla cuando quieras, y si te dije que no la podías ver anoche, fue porque......

Pero Lucrecia lo dejo con las palabras en la boca, se fue al tiempo que Arturo le empezaba a explicar. Arturo lanzo una maldición ¿realmente no entendía la reacción tan egoísta de Lucrecia?

.......

Miranda vio la escena por la ventana, ella sabía que Arturo amaba a Lucrecia y no se le estaba haciendo fácil tenerlas a las dos bajo el mismo techo. Y todo se iba a poner peor cuando le confesase a Arturo de que estaba embaraza de dos semanas, nadie lo sabía y quería mantenerlo oculto por los momentos.

—Miranda, no te preocupes, Lucrecia está un poco afectada por todo lo que está pasando. Pero ella comprenderá cuando logre calmarse y deje los celos a un lado. —le dijo Regina tocando su hombro para reconfortarla.

Miranda sonrió con pesar, dando la media vuelta

—Ellos estuvieran juntos, si Symon no fuera echo lo que hizo y aunque es el padre de mi hija y en algún tiempo lo ame. Debo confesar que debe pagar por lo que hizo Regina.

Regina asintió ante lo que ella había dicho.

—Tienes razón y Lucrecia no debería estar sola, sabiendo que Symon es capaz de hacer cualquier cosa. —Busco su teléfono móvil —voy a llamarla para que tenga cuidado, ya la perdí una vez no pienso perderla de nuevo.

........

Lucrecia entro a la casa donde había estado viviendo con Symon, todo estaba revuelto como el día anterior. La casa estaba silenciosa al parecer había salido, mejor para ella subió las escaleras rápidamente entrando a la habitación donde estaban todas sus cosas.

Busco la maleta en el closet y empezó a meter todas sus pertenecías en ellas, lo último que quería era encontrarse con Symon. Estaba terminando por empacar al sentir que la puerta se abría, su corazón latió muy fuerte al ver a Symon en el umbral con un alma en la mano. Su rostro estaba desfigurado por la rabia y daba mucho miedo todo su aspecto.

— ¿A dónde crees vas cariño? —pregunto caminando hacia ella peligrosamente. —No me digas que piensas dejarme para arrojarte a los brazos de Arturo Medeiro. — tomo la maleta con una mano quitándola del alcance de Lucrecia, mientras con la otra la apuntada con el alma.

Su teléfono móvil empezó a sonar y solo pudo ver que era su madre, antes que Arturo se lo arrebatara de las manos. Tirándola a ella a la cama con brusquedad.

— ¿Qué crees que estás haciendo Symon? ¿Por qué haces esto? —Musito con voz de angustia.

Symon sonrió maliciosamente

—Pensabas que me ibas a seguir engañando Lucrecia, —completo con resentimiento —Me estuviste viendo la cara de imbécil haciéndome creer que no habías recuperado la memoria y mandándome todos esos anónimos ¿te divertiste? —le grito fuera de sí, destruyendo su teléfono móvil contra la pared

Lucrecia rio con ironía ante su reclamo

—Me lo dice el hombre, que me mantuvo engañada, ocho años de mi vida y alejada de mis seres queridos, ni siquiera pude tener la dicha de que mi hija me llamara mama, por tu culpa. Y tú me vienes Con todo esto —reclamo molesta, levantándose de la cama para encararlo.

—Todo lo que hice fue por tu bien, a mi lado ibas a ser más feliz que con el maldito de Arturo ¿Acaso no lo quieres entender? —exclamo el con los ojos centellantes, y enredo el cabello de Lucrecia entre sus manos para que lo mirase a los ojos.

Lucrecia lo miro desafiante.

—Incluso sin recordar nada de mi vida, nunca fui feliz a tu lado. Cada vez que me tocabas era una gran tortura para mí. Siempre tenía que imaginarme a otra persona para soportar que me hicieras el amor. —repuso con rencor para herirlo

Symon se enfureció e inclino su cabeza halándola por el cabello con fuerza para infundirle dolor. Lucrecia emitió un grito y pensó que Symon le arrancaría el cuero cabelludo.

—Te vas arrepentir de cada palabra que has dicho, te voy a quitar una de las cosas que más ambas en esta vida querida Lucrecia. —declaro con malicia, su rostro reflejaba crueldad. —Aunque debo confesarte que ese día fui yo el responsable de que tu adorada hija tuviera ese horrible accidente y me sentí mal por unos momentos. Pero ahora me arrepiento que no haya muerto al instante.

Lucrecia escucho las palabras que salían de los labios de Symon, y lo miro con horror. Como había sido capaz, cuando él también tenía una hija. Pero no pudo pensar nada más porque symon le dio un cachazo con el alma en su cabeza, cayendo inconsciente al piso.

Symon marco el número de Arturo, sin dejar de ver a Lucrecia inconsciente.

—Habla Arturo.

—Soy yo, Symon, ahorrémonos el saludo y vayamos al grano, si no quieres que tu hija vuelva a perder a su madre ven a la dirección que te voy a enviar. Ah...y mantén a la policía fuera de esto. Porque te aseguro que no me voy a tentar de dispararle en la cabeza. —y colgó antes de que Arturo pudiese decir una sola palabra.

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora