Capitulo 48

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Regina no soportaba la incertidumbre de no saber que estaba pasando, Arturo le había prometido que la mantendría al tanto de lo que pasara. Pero todavía no había recibido ninguna llamada, eran ya las 9 de la noche y no sabía nada.

—Abuela ¿Qué te pasa? —pregunto Maddi desde la cama, al ver a su abuela mirando por la ventana pensativa.

Regina voltio tratando de cambiar su semblante para no preocupar a su nieta.

—Nada cariño, —dijo sonriendo —solo estoy un poco cansada.

Fue hasta ella sentándose a un lado de la cama cerca de Maddi, acaricio su cabello con ternura. Su nieta era igual a Lucrecia cuando tenía esa edad.... Su pobre hija estaba en manos de ese demente.

Maddi dudo un momento, y titubeando le pregunto a su abuela.

—Abuela....Elo ¿porque no me ha venido a visitar?..... ¿O es que todavía no sabe que ya no estoy en coma? —indago con inocencia para sí misma. — Ese día ella me dijo que me iba a buscar a esa heladería y yo la espere, pero de pronto apareció.... El papa de Marcela, me dijo que Elo no iba a irme a buscar porque era una niña malcriada que nadie quería y que ella solo me tenía lastima por eso siempre estaba conmigo. Por eso Salí corriendo sin darme de cuenta que venía un auto ¿realmente Elo me tiene lastima abuela?

Regina se cubrió la boca con la mano por lo que le estaba confesando su nieta. Symon había sido el causante del accidente. Realmente ese hombre era un monstro. ¿Cómo había sido capaz de decirle todas esas mentiras a una niña?

—Por supuesto que no, Elo te quiere muchísimo cariño, de eso estoy totalmente segura — le confeso con seguridad en sus palabras.

Los ojos de maddi se iluminaron por la confesión de su abuela.

— ¿Y entonces porque no ha venido?

Regina tomo la mano de su nieta entre las suyas.

—Ella va a venir, eso te lo aseguro. —Añadió sonriendo —ahora descansa y no pienses en más nada. —depositando un beso de buenas noche en su frente.

........

Arturo había llegado al lugar donde lo había citado Symon, no sin antes de avisar a la policía de lo que estaba pasando. Era una casa abandonada a las afuera de la ciudad, salió de su auto y entro a la casa con determinación. Todo estaba oscuro y en silencio. Sintió la presencia de Symon detrás de él y al girar quiso saltar encima de él y estrangularlo con sus propias manos.

—Aquí me tienes Symon, ahora deja ir a Lucrecia —ordeno con voz rotunda, apretando los puños con fuerza.

Symon salió de entre las sombras, encendiendo el interruptor de la luz, con una sonrisa burlona.

—Aquí las ordenes las doy yo —Apuntándolo con la pistola —pero primero siéntate en esa silla.

Arturo fue hasta la silla con naturalidad percatándose del lugar. Y al momento en que se sentaba vio bajar a Lucrecia seria con unas esposas en sus manos titubeando con cada paso que daba hasta Symon sin verlo ni un segundo a él. Arturo quiso ir hacia ella pero Symon se lo amenazo con la pistola.

—Si intentas hacer algo imprudente, te aseguro que no la volverás a ver nunca más Arturo. ¿Eso es lo que quieres? —pregunto con maldad en su voz.

—Eres un maldito Symon, pero no te voy a dejar que te salgas con la tuya, vas a pagar todo lo que has hecho ¡me entendiste! —exclamo con la mirada centellante de rabia.

Symon rio con ironía y sin apartar la pistola de enfrente de Arturo le ordeno a Lucrecia que le pusiera las esposas en cada mano.

Lucrecia camino conteniendo las lágrimas en sus ojos, nunca se iba a perdonar lo que se avecinaba. Pero no tenía opción. Tomo cada mano de Arturo con una caricia tierna y sin mirarlo lo esposo a la silla, tenía que mantenerse fría si quería evitar que Symon lo matase como se lo había prometió y ella sabía que no se iba a tentar el pulso para hacerlo. Ese era el trato, Symon estaba demente y lo que tenía planeado era aún más enfermo.

—Lucrecia cariño, ¿te encuentras bien? —le susurro para que lo mirase forcejeando para liberarse. — ¿Qué le dijiste Symon? ¿Acaso te atreviste a amenazarla?

Lucrecia volvió al lado de Symon la cual la tomo por la cintura para acercarla más a él con posesión, la giro hacia el con firmeza. Besándola con urgencia y brusquedad delante de Arturo mientras sus manos acariciaban su cuerpo.

Arturo forcejeo más al ver la escena, no podía soportar ver a Symon tocando a la mujer que él amaba y Lucrecia no hacía nada para impedirlo. Todo pasó demasiado rápido y para Arturo fue la peor tortura que sus ojos hayan podido ver. Allí en una silla frente a sus ojos Lucrecia estaba teniendo sexo con Symon y este no apartaba la mirada de Arturo con una sonrisa llena de triunfo.

Por otro lado Lucrecia ya no soportaba tener las manos de Symon en sus cuerpos. Su cuerpo estaba siendo ultrajado por ese demente. Lo único que sentía era dolor, Symon era violento y todo lo estaba haciendo para hacerlos sufrir. Estaba de espaldas a Arturo con la mirada perdida. Pero aun así podía sentir su mirada en ella y lo torturador, decepcionante que debía de ser para el todo ello y sin darse de cuenta todo término. Ella se vistió ante los ojos de Arturo sintiéndose sucia y avergonzada.

— ¿Qué te ha parecido nuestro espectáculo Arturo? —rebatió con una sonrisa de triunfo — ¿Que se siente que la mujer que amas fuese mía, mientras tu mirabas?

Arturo sonrió con burla ante la pregunta.

—No seas imbécil, Lucrecia jamás va hacer tuya, ¿sabes porque? —Repuso con crueldad —porque aunque estuviera en tus brazos hace un momento, en sus pensamientos solo estaba yo.

A Symon se le borro la sonrisa del rostro, y apretando el gatillo de la pistola con odio le disparo a una rata que estaba muy cerca de Arturo. Fue hasta el con rabia y le voltio el rostro de un golpe y después otro descargando su odio hacia él.

Lucrecia busco algún objeto que pudiese usar como alma y tomando una botella fue hasta Symon golpeando su cabeza con fuerza, cayendo este al piso inconsciente. Lucrecia soltó lo que le quedo de la botella sorprendida y buscando entre el pantalón de Symon encontró las llave. Le quito las esposas a Arturo y sin perder el tiempo encadeno de una mesa con la ayuda de Arturo a Symon que todavía estaba inconsciente.

Luego reino el silencio entre ellos, Arturo quiso tocarla pero Lucrecia solo lo esquivo. No hubo palabras ni una muestra de afecto entre los dos, en ese momento llego la policía y ellos se encargaron de todo, y se llevaron a Symon que los miraba con un odio profundo a los dos.

Arturo la llevo a su casa y Lucrecia estaba extraña, no quiso ni que su madre la abrasara. A todos les extraño todo. Arturo sabía que le pasaba y respeto que quisiera estar sola en ese momento,

Lucrecia no tenía cara para que Arturo la tocara y estuviese cerca de ella. Solo quería darse un baño y olvidar todo lo que había pasado. Ya mañana seria otro día, y todos hablarían con más calma. 

Encadenada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora