Capitulo 41

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La enorme serpiente emergió para escalar lentamente por la silla de Voldemort. Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemor; su cuello era más grueso que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas,
no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos dedos finos, todavía mirando a Lucius Malfoy.

-¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es nuestro retorno, nuestro ascenso al poder, lo que profesaban desear durante tantos años?

— Por supuesto, mi Señor— dijo Lucius Malfoy. Su manotemblaba cuando se limpió el sudor del labio superior— Lo deseabamos… lo deseamos.

A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extraño y rígido asentimiento, sus ojos evitaban a Voldemort, Amelia y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que había
estado mirando fijamente hacia arriba, al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.

— Mis Señores— dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constrecnida por la emoción— es un honor tenerlos aquí, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.

Donde Narcissa se sentaba rígida e impasible, Bellatrix, a su lado, se inclinaba hacia Voldemort y Amelia, como si las meras
palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.

— No hay más alto placer— repitió Voldemor, su cabeza se inclinó un poco a un lado mientras evaluaba a Bellatrix— Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.

La cara de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite— ¡Mi Señor sabe que no dijo mas que la verdad!

— No hay más alto placer…— dijo Amelia viendo a la mujer— ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he oído, ha tenido lugar esta semana en tu familia!— una sonrisa burlesca apareció en su rostro.

Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa— No sé lo que quieres decir, mi Señora.

— Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la suya, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombreloboRemus Lupin. Deben estar orgullosos.

Hubo una explosión de risas socarronas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los puños. La gran serpiente, disgustada
por el disturbio, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mortífagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, tan recientmente ruborizada de felicidad, se había vuelto de un feo y
manchado rojo.

— No es prima nuestra, mi Señora— gritó sobre el regocijo— Nosotros… Narcissa y yo… nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangresucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se
haya casado.

— ¿Qué dices tú, Draco?— preguntó la pelinegra aún con su sonrisa burlesca— ¿Harás de canguro a los engendros?

El regocijo creció; Draco Malfoy miraba aterrorizado a su padre, que bajaba la mirada a su propio regazo, entonces captó la mirada de su madre. Ella sacudió la
cabeza casi imperceptiblemente, después reasumió su propia mirada impasible hacia la pared opuesta.

— Ya basta— dijo Voldemort, acariciando a la furiosa serpiente— Ya basta—Y la risa murió al instante— Muchos de nuestros más antiguos árboles familiares se han vuelto un poco descuidados con el paso del tiempo— dijo cuando Bellatrix le miró fijamente, sin aliento e implorante-. ¿Qué debes podar y qué no para mantenerlo saludable? Cortas aquellas partes que amenazan la salud del resto.

— Si, mi Señor— susurró Bellatrix, y sus ojos se inundaron de nuevo con lágrimas de gratitud— ¡A la primera oportunidad!

— Debes hacerlo— dijo Voldemort— y en tu familia, al igual que en el mundo… debemos cortar el cáncer que nos infecta hasta que solo los de la sangre auténtica permanezcan…

Voldemort alzó la varita de Lucius Malfoy, apuntando directamente a la figura que se revolvía lentamente suspendida sobre la mesa, y le dio una pequeña sacudida. La figura volvió a la vida con un gemido y
empezó a luchar contra ataduras invisibles.

— ¿Reconoces a nuestra invitada, Severus?—preguntó Voldemort.

Snape alzó los ojos a la cara que estaba bocabajo. Todos los mortifagos estaban mirando hacia la cautiva ahora, ya que se les había dado permiso para mostrar curiosidad. Cuando volvió la cara hacia la luz del fuego,
la mujer dijo con voz rota y aterrada.

— ¡Severus! ¡Ayúdame!

— Ah, si— dijo Snape cuando la prisionera volvió a girar lentamente hacia otro lado.

— ¿Y tú, Draco?— preguntó Voldemort, acariciando el hocico de la serpiente con la mano libre de la varita.

Draco sacudió la cabeza tirantemente. Ahora que la mujer había despertado, parecía incapaz de seguir mirándola.

— Pero no tendrás que asistir a sus clases—dijo Amelia poniendo ambas manos en los hombros del joven Malfoy— Para aquellos que no lo sepáis, nos reunimos aquí esta noche por Charity Burbage quien, hasta recientemente, enseñaba en la Escuela
Hogwarts de Magia y Hechicería.

Se produjeron pequeños ruidos de comprensión alrededor de la mesa. Una mujer ancha y encorvada con dientes puntiagudos cacareó— Si… la profesora Burbage enseñaba a los hijos de brujas y magos todo sobre los muggles…. como no son tan diferentes a nosotros…

Uno de los mortifagos escupió en el suelo. Charity Burbage volvió la cara de nuevo hacia Snape— Severus… por favor… por favor.

— Silencio— dijo Voldemort, con otro golpe de la varita de Malfoy Charity cayó en silencio como amordazada— No me alegra la corrupción y contaminación de las mentes de niños magos, la semana pasada la Profesora
Burbage escritió una apasionada defensa de los sangresucia en el Profeta. Los magos, dijo, deben aceptar a ladrones de su conocimiento y magia. La mengua de los purasangre es, dice la Profesora Burbage, una circunstancia de lo más deseable… Haría que todos nosotros nos emparejáramos con muggles… o, sin duda, con hombreslobo…

Nadie rio esta vez. No había duda de la furia y el descontento en la voz de Voldemort. Por tercera vez, Charity Burbage se revolvió para enfrentar a Snape. Corrían lágrimas desde sus ojos hasta su pelo. Snape le devolvió la mirada, impasible, mientras ella giraba otra
vez lentamente.

— Avada Kedavra.

El destello de luz verde iluminó cada esquina de la habitación. Charity cayó con un resonante golpe sobre la mesa de abajo, que tembló y se partió. Varios de los mortífagos saltaron hacia atrás en sus sillas. Draco cayó fuera de la suya hasta el suelo.

— que suettuda eres, nagini, tu cena ya está lista— dijo Amelia suavemente, y la gran
serpiente se balanceó y se deslizó de los hombro de su hermano hasta el suelo pulido.


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Dos capítulos en un solo día.
Bueno, espero que les guste.

No olviden comentar y votar. Nos leemos después.

Y no lo olviden: Toujours pur 🐍💚🖤

𝙇𝙤𝙨 𝙃𝙚𝙧𝙚𝙙𝙚𝙧𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝙎𝙡𝙮𝙩𝙝𝙚𝙧𝙞𝙣 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora