Capítulo cinco. "Secretos bajo llave."

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Me despierto cuando escucho repiquetear a un pájaro a un lado de mi, intenta entrar a mi habitación picando. Es cuando me doy cuenta de que ya ha amanecido y me he quedado afuera, espero no pescar un refriado.

Me levanto de un salto y entró en la habitación haciendo que el pájaro se estante y vuele, vuele lejos de mi.

La habitación esta intacta y justo cuando estoy por tirarme y descansar un poco más alguien toca la puerta así que suspiro y me acerco.

–Hola, emm yo, estaba en la habitación de enfrente.– Eros estaba frente a mi puerta con unos pantalones cortos de mezclilla, una playera color menta y unos tenis blancos. Bastante presentable lo contrario a mi. –Si aún sigue en pie lo de "tomar un respiro" podríamos ir de compras el día de hoy, como ya te dije unas cosas se me han olvidado y tal vez tu necesites ropa para este clima. – se encoje de hombros y veo con claridad su cara, el día de ayer debido a la vaga luz artificial que emitía el avión, el aeropuerto y el hotel no pude analizarlo a detalle hasta ahora.

Sus facciones eran finas, sus pómulos eran marcados y la nariz un poco ancha, sus labios carnosos y delgados y por fin admire con detalle sus ojos, verdes en definitiva con destellos repetidos de gris enmarcados con una espesa y tupida capa de pestañas negras levemente curveadas hacia arriba.

– Sería un placer ir contigo de compras, no he traído nada para este clima. –le doy la razón.

– ¿Nos vamos en media hora?

Asiento sin pensarlo y sonrió, después el se da la media vuelta y cierro la puerta.

Me dirijo al baño y me doy una ducha rápida. Después me pongo los mismos jeans que traía el día de ayer y una blusa elegante que podría pasar bien desapercibida, me calzo los mismos zapatos de ayer y salgo de la habitación solo con mi celular y tarjeta de crédito, esperando a que Maddy cumpla su promesa de depositarme mi liquidación.

– Vaya, apenas venía a tocar.– sonríe Eros con su teléfono en la mano.

– No he querido demorar, hace calor y necesito ropa adecuada.

– Sí, emm eh decidido rentar un auto creo que saldría mas barato que tomar muchos taxis, tengo muchos planes aquí y no se si quieras acompañarme... pero bueno sí, alquile un auto.

– Me gustaría ir contigo a conocer la ciudad, sería un placer Eros Ivanov.

El sonríe y me deja pasar primero por el angosto pasillo que separa nuestras habitaciones del corredor principal que conduce a los ascensores y escaleras. Nos mantenemos en silencio mientras caminamos y aguardamos a que el ascensor suba del piso cinco.

– Oh, ¿quieres desayunar algo? o ¿Desayunamos algo rápido en el centro comercial?

– Creo que prefiero desayunar allá, entre más rápido consiga las cosas necesarias sería mejor. – el ascensor se abre y ambos nos metemos.

Asiente en silencio y el ascensor empieza su descenso, y por fin las puertas se abren dejando al descubierto los grandes ventanales que había visto el día de ayer por la noche. Hasta ahora soy consiente de lo grande y espaciosos que es el hotel.

– ¿Cuántas habitaciones tiene? – pregunto mientras caminamos a la salida.

Las personas van y vienen, dejando sus maletas en el centro de la gigante sala de estar mientras corren de un lado a otro. Los padres a registrar y pedir las llaves de sus habitaciones, los niños corriendo sin preocupaciones anhelando estar ya en la playa, sintiendo la brisa fresca mientras manipulan con sus pequeñas manos la arena o sumergen el cuerpo en agua salada.

– Más de dos mil creo, pero no usa el cien por ciento de su capacidad. – Eros me guía por la salida y bajamos por un gran pasillo que nos conduce a las afueras del hotel.

– Las habitaciones deben ser costosas. – me detengo en seco imitando sus movimientos mientras él sigue con la vista perdida en su teléfono celular, checando de seguro la ubicación del automóvil que ha rentado.

– Ya te he dicho que soy cliente frecuente, si no puedo evitar que pagues el hospedaje al menos te harán un generoso descuento. – sonríe. – Mira, ha llegado nuestro vehículo. – sonríe y guarda su dispositivo celular en su bolsa trasera del pantalón.

Sigo su mirada y me encuentro con un automóvil negro, elegante y largo. No conozco de marcas pero apuesto a que es un cavalier.

El piloto sale del auto portando unos jeans negros y una playera sencilla blanca. –¿Eros Ivanov? – cuestiona el piloto y mi acompañante asiente, el primero le avienta unas llaves plateadas, sencillas. – Disfruta tu automóvil. – sonríe y me saluda con un asentimiento de cabeza, le regreso el gesto.

Eros y yo nos dirigimos al automóvil prestado y el me abre la puerta del copiloto con educación. – Gracias. – exclamo y entro.

Espero con paciencia a que Eros suba en el lado del piloto y después añado. – Debes dejar que pague por lo menos la mitad de la renta. – pido.

– ¿Alguna vez te han pedido alguna tarea en el Instituto? – cuestiona mientras enciende el motor.

Asiento y las ventanillas comienzan a descender dándole el paso a un aire fresco y limpio.

– Gracias Peter, nos vemos después. – le grita al chico que trajo el automóvil y después acelera a velocidad moderada. – Tengo muchos contactos en muchas partes del país y siendo sinceros algunos compañeros son del instituto, a Peter especialmente lo conocí en clase de sociología y le ayude a salvar el semestre, estudio administración de empresas y ahora administra una red de presta-carros.

– Wow, que bueno es ayudar a tus compañeros.

– Principalmente cuando no te reprueba el profesor. – Eros suelta una risa y yo me uno a el.– Así que mi estimada Anelisse, pagare solo una pequeña parte de la renta de este automóvil semi-nuevo.

– Vaya que sabes hacer negocios ehh, yo una vez tome una promoción que eran dos papas por veinte pesos o una por diez.

– Cuanto ahorro. – vuelve a reír mientras entramos al estacionamiento del centro comercial, del cual solo veo un cine y un supermercado.

– Jamás me gustaron las matemáticas mi querido amigo Ivanov.

– Eh, me has dicho que no te nombre por el apellido.

– ¿Te molesta? – elevo una ceja mientras que él estaciona el automóvil.

– De hecho no. – sonríe. – Me recuerda tanto a mis padres... –de pronto se calla. – Dejemos eso para después ¿Lista para ir de compras?

Asiento y salgo por el lado del copiloto, pensando en como sus facciones cambiaron cuando intento hablar de sus padres, sin embargo se que eso no es de mi incumbencia. Y que el me contará cuando se sienta listo o si es necesario, algunos secretos son mejor mantenerlos bajo llave.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora