– El día es muy bonito, ¿Ya me dirás a donde me vas a llevar? – cuestiona Anelisse, ansiosa por el paseo.– ¿Te has enterado de lo que consta una "sorpresa"? – cuestiono divertido mientras sigo manejando con entusiasmo el automóvil rentado que se había encargado de transportarnos estos últimos días.
– Okey, supongamos que lo entiendo. – parece reflexionarlo un momento y después regresa la mirada hacia la ventana. – ¿Ni una pequeña pista podrías decirme?
Me relamo los labios -porque debía de aceptar que también estaba un poco nervioso y eso ocasionaba que mis labios comenzaran a partirse- antes de contestar.
– Te daría una pista, pero prefiero que lo averigües por ti misma. Hemos llegado. – aparco el automóvil al lado de una tienda de pan recién horneado. El propietario era mi tío, así que no había que preocuparse por el letrero que decía "NO ESTACIONARSE, SE UTILIZARA GRÚA."
– ¿Contactos? – me pregunto Anelisse ladeando la cabeza una vez que vio el letrero en letras rojas.
Me limite a asentir y después ambos bajamos del automóvil. Le extendí mi mano y ella la tomo gustosa. Mientras caminamos por las angostas calles, gire a ver a la pelinegra, ella parecía asombrada por lo rustico que podría llegar a ser el lugar, y eso que solo estaba viendo la entrada.
Pronto cruzaríamos la puerta en dirección a la historia de este viejo pueblo, aquella historia que tanto adoraba.
– ¿Cuántos años tienen estas casas? – mi compañera me saca de mi ensoñación. Y antes de que pueda agregar algo más, ella prosigue. – Esta zona es un completo contraste al hotel y sus alrededores, es más pequeña, secreta y...
– ¿Mágica? – aproveche para completar su oración y ella asintió con exageración.
– Necesito tomar una foto de este momento. – se excuso mientras sacaba con torpeza su teléfono. Al final, la ayude sosteniendo su bolsa de mano mientras ella luchaba con el sombrero café y sus lentes de sol que tenía sobrepuestos en la cabeza. – Sonríe, pequeño Eros.
Era difícil cuando ella utilizaba ese nombre, porque yo sabía que ese no era yo. Y siempre me hacía recordar como una pequeña mentira era capaz de darle tantas vueltas hasta convertirse en algo casi real.
Sin embargo, tuve que alejar esos pensamientos y poner la mejor sonrisa que tenía en el repertorio. Anelisse pareció muy convencida y también sonrió mostrando sus dientes.
– Debes pasarme tu número o tu user para poder reclamarte esas fotos, todas han salido increíbles. – admití mientras me colocaba su sombrero, ya que a ella no le hacía mucha gracia llevarlo y si de por sí, siempre que salíamos le decía "An, ¿llevas el sombrero?" a lo que ella respondía "estoy harta, mamá. El sombrero es gigante y pesado, además el sol de esta playa es increíble ¡Por que no puedo vivir mi vida!" Ya saben, vida de una adolescente.
– Aún hay tiempo, te lo pasaré después. – me guiño un ojo. – ¿Podemos seguir adelante?
Asentí y a seguí por el resto de la calle angosta que nos separaba de la gran plaza Dorada.
– Bienvenida a la Gran Plaza Dorada. – comento mientras extiendo mis brazos y me hago a un lado para que la ojiazul pueda ver lo hermosa y grande que era.
– Esto puede ser el escenario perfecto para una película de fantasía. Es, simplemente perfecto. – exclama con asombro mientras camina con lentitud hacia la majestuosa fuente y yo sigo sus pasos muy de cerca.
Hemos llegado relativamente temprano, así que no hay mucha gente al rededor. A demás de que esta parte suele estar oculta a los turistas superficiales, así que solo es visitada por locales o turistas muy bien estudiados. Eso la hace más especial, casi tan especial como la historia que esta detrás de ella.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...