¿Podría ser cierto que una papa frita gigante de McDonals me estuviera persiguiendo justo ahora? Bueno, en todos los escenarios de los que podría predecir para este día, este era el más improbable y el que justo se desarrollaba frente a mi. ¿Por qué justo en mi debut como bailarina profesional?Esto era absurdo, sin embargo no iba a quedarme de brazos cruzados mientras una papa frita se robo mi momento y comenzó a atormentarme desde hace cinco minutos, así que pienso en cuales son mis probabilidades para sobrevivir a este atroz y deliciosos monstruo. ¿Puedo usar un brócoli? Tal vez, si tan solo...
Ah si, un brócoli acaba de caer del cielo, casual. Corría a grandes zancadas, ignorando los pedazos de edificios que caían a mi lado y el polvo que se levantaba y chocaba con mi cuerpo, sin importarle manchar mi atuendo para el debut.
Después, recibí un impacto de bala en el pecho, justamente al lado del corazón. La bala era fría y, y,
–AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH– grité sin pensármelo dos veces mientras me levantaba de un salto del camastro donde había dejado caer mi denso cuerpo para un merecido descansito y, vaya sueño el que acabo de tener. Busco al responsable de interrumpir mi sueño comestible ambientado en una película de ciencia ficción, y me encuentro a Eros, parado justo al lado de mi con su mano derecha en la boca, reprimiendo una feroz carcajada.
Su piel ha comenzado a ser un poco más aceitunada y sus músculos resaltan debajo de la luz natural del día. Lleva los lentes de sol puestos, así que no puedo ver directamente sus ojos pues solo refleja mi persona, pero apuesto a que los tiene ligeramente cerrados- ya que es lo que pasa cuando sonríe-.
– Baboso. – digo por fin.
–¿Cómo me has llamado? – Eros quita su mano de su boca y me apunta directamente con una pistola de agua de juguete, ahora se que simulaba la bala que me había impactado en el pecho durante mi sueño.
– Baboso.– vuelvo a retarlo quitándome mis audífonos de las orejas y poniéndolos en el camastro, justo al lado de mis demás pertenencias. Ambos jamás abandonamos el contacto visual, lo cual hace ponerle más tensión a la situación. –¿Ventaja de cinco segundos? – hablo atropelladamente cuando veo que en sus ojos se enciende una llama de venganza.
–Ventaja de cinco segundos, es justo...– Eros no había terminado de emitir dichas palabras, cuando yo ya iba corriendo hacia el mar. Esquivando a las personas que tenía cerca de mi y sin tener la necesidad de voltear ya que eso me distraería lo suficiente como para chocar con alguien o enredarme con mis propios pies y caerme de bruces al suelo.
Estaba a unos diez metros del mar, aproximadamente. Cuando sentí el chorro del agua helada estamparse con mi espalda entonces, desistí y de la impresión caí de bruces al suelo, quedando en una posición de soldada herida.
–¿Ya gane? – se acerca Eros con paso decidido y una sonrisa de oreja a oreja impresa en su rostro.
–Tal vez, el error de muchos es bajar la guardia antes de asegurarse que su enemigo ha caído. – es entonces cuando resurjo como el ave Fénix y me lanzo a el lo suficientemente rápido como para arrancarle de las manos el arma letal que dos veces había disparado contra mi. Y tal como lo había planeado, el cede ante mi engaño y logro quitarle la pistola de agua.
Podría hacer un baile victorioso de victoria, pero realmente prefiero disfrutar el triunfo quedándome inmóvil frente a el.
–¿Hay ventaja para mi? – pregunta temeroso.
Niego con la cabeza y después una sonrisa traviesa de apodera de mi cara. Eros da media vuelta y comienza a correr por la orilla de la arena y yo lo sigo, a trote lento pero constante, como en un entrenamiento matutino escolar. Claro que era más fácil dispararle a la distancia...solo que me gustaba más correr detrás de el siendo una pequeña amenaza de la cual se tiene que cuidar.
–¡Nunca me vas ha atrapar! – se ríe mientras sigue corriendo por la orilla de la arena, es entonces cuando decido dispararle y ver como no se inmuta ante mi disparo.
–A diferencia de ti, yo si disfruto de un chorro de agua fría debajo del candente sol. – me grita desde adelante, con una ventaja de cinco metros aproximadamente.
En ese momento una idea brillante cruza por mi mente, así que dejo de lado la pistola de juguete y apresuro el paso un poco más. Como un corredor en sus últimos metros apunto de ganar, doy todo lo que tengo y me subo en la espalda de Eros de un salto, pero el ni se inmuta.
–¿Es todo lo que tienes? – se ríe acomodando mi cuerpo en una mejor posición para que pueda cargarme y entonces, corremos en dirección opuesta al viento, solo escuchando la suave melodía del mar y nuestras risas haciendo segunda. Obligando a mu subconsciente a grabar todo lo que esta pasando justo ahora, para no perderme ningún detalle.
El sol ha comenzado a bajar así que mi panorama visual si volteo a la derecha se basa en el mar iluminado por la hora dorada, y si volteo a la izquierda, una bonita área verde destinada para el campamento de turistas curiosos que buscan pasar una noche a la orilla del mar, escuchando viejas leyendas, compartiendo el tiempo con su pareja sentimental o simplemente dejando que todas las preocupaciones se evaporen mientras el tiempo transcurre en completa tranquilidad. Y si miro enfrente, puedo ver el despeinado cabello de Eros chocar contra mi rostro, puedo sentir al viento hacerme cosquillas en los oídos y puedo sentirme feliz, sin preocupaciones o cuentas que rendir, sin personas gruñonas a las cuales defender de sus divorcios o a Maddy gritándome porque no he terminado el escrito que se entrega en un mes.
En ese momento, corriendo debajo de la hora dorada en la espalda de Eros, puedo decir que a veces las coincidencias no son malas.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...