Capítulo cincuenta. "Las verdades que nunca te conté."

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– ¡Por favor, Anel! – me grita Ronnie por encima de la música. – Debes bailar como si mañana cayera una pandemia y nos mandara a encerrar en cuarentena a todos. – vocifera cerca de mi oído para que pueda escucharlo con más claridad.

– ¡Estoy dando lo mejor que puedo! – me excuso, se que no es lo mejor que tengo. Pero estos tacones plateados en verdad me quieren matar.

– ¡Pareces un pollo espinado! – me grita.

– Entonces úsalos tú. – le regreso el grito y el asiente.

Son aproximadamente las cuatro de la madrugada y la fiesta para nosotros aún no termina, para Jenna y Derek termino hace un rato. Pero para los hermanos de Derek, Ronnie, las amigas de la Universidad de Jenna y para mi. Esto no se termina.

Me quito los tacones y se los extiendo, ¡Al fin puedo caminar! saco los pasos prohibidos mientras siento el ritmo de la melodía palpitar dentro de mi, lo estoy logrando hasta que Ronnie vuelve a interrumpirme.

– Creo que alguien te busca. – me susurra al oído.

Doy media vuelta y veo a Eros en el umbral de la puerta. Nuestras miradas chocan y el me saluda con la mano tímidamente.

– Creo que me ausentare un rato. – le respondo a Ronnie y el asiente con una sonrisa ladina, creo que el alcohol ya esta en todo su sistema nervioso.

Me aliso el vestido color Maube que Jenna había elegido para las damas de honor e intento ayudar a mi peinado. Pero al ver que no se esta quieto en mi cabeza, decido quitarme los pasadores y dejar que caiga mi nuevo estilo de cabello.

Salgo de la fiesta y le sonrió a Eros.

– Volviste. –digo por fin.

– La fiesta de Zev termino en tragedia.– ríe por lo bajo.

Elevo una ceja, demandando que continúe y el vuelve a reír mientras niega con la cabeza.

– Nada de que preocuparse, problemas de parejas. – explica con las manos. – Como sea, ¿Quieres dar un paseo por la playa?

– Me gustaría. – sonrió y paso a su lado. Eros tiene un bonito traje color plata y una camisa de vestir color blanca, en ves de corbata tiene puestos unos tirantes negros y sus característicos lentes de armazón negro. – ¿Y que se siente ser famoso? – cuestiono mientras comenzamos a caminar por la orilla del mar y jugueteo cada vez que la solas llegan a mis pies mientras que con la mano derecha sujeto mi vestido para que no se moje.

– No es nada del otro mundo, siento que a Ethan le va peor. – ríe y se quita el saco para llevarlo en el hombro. – La verdad es que no me lo creo, con tantas personas bailando y escuchando mi música... me hace sentir que soy importante y que encontré lo que me gusta hacer. – se encoge de hombros queriendo restarle importancia.

– ¿Tú y Ethan ya componían música?

El asiente.

– ¿Por que no me lo habías dicho? ¡Recuerdo que hasta me contaste que tu sueño era crear una banda! – le reclamo y el se sonroja. Acomoda sus lentes y después voltea a verme.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora