Capítulo treinta y uno "Buscar una aguja en un pajar."

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Voy a seguir la pista de cada estrella brillante del cielo, por todas las veces que cenamos debajo de las estrellas.

Me despierto en cuanto siento los pequeños rayos solares del mediodía impactarse contra todo mi rostro. Abro los ojos con lentitud y me acoplo al mundo con cada pestañeo, mis ojos pronto son consientes de las nubes cual algodones de azúcar que van quedando atrás con forme el avión se mantiene en movimiento, los pequeños rayos solares ya dejan de ser molestos o quizá, es que ya no me importa.

Esa es mi vista panorámica hasta que el avión aterriza y se nos obliga a descender. No hace falta esperar a que bajen mi equipaje, puesto que solo traigo una pequeña mochila negra.

Salgo del aeropuerto mientras enciendo mi celular, en la barra derecha un símbolo rojo me notificaba que no tenía la suficiente carga y que necesitaba conectarse a una corriente eléctrica antes de que se apagara.

Para mi suerte, a mi lado izquierdo se encontraba un bonito y sencillo centro comercial llamado "Antes de volar." Me reí por lo certero que fue aquella frase y por la referencia de estar justo al lado de un aeropuerto internacional.

Guardo el celular después de ponerlo en modo ahorro de batería y camino con paso decidido hasta dicho establecimiento, a mi lado muchas personas corren de un lado a otro, otras solo están estáticas platicando animadamente o mirando fijamente la pantalla de sus dispositivos digitales, tal vez esperando un taxi.

La fachada del centro comercial esta enfocada en el medio ambiente, lleno de distintos tipos de plantas y colores plateados, con una pared de ladrillos grisácea que tenia en letras grandes, blancas y luminosas el nombre de la plaza.

Con forme iba avanzando por los pasillos y admirando las tiendas desde afuera, recordando las veces que salí con Anelisse de compras, recuerdo que ella era bastante torpe para algunas cosas.

Flashback, semanas antes. POV Eros

– ¿Qué más te apetece comprar? – pregunto con naturalidad mientras le ayudo a la pelinegra con algunas de las grandes bolsas que cargaba desde que salimos de la última tienda que visitamos .Era la segunda vez que veníamos de compras a este, mi centro comercial favorito de la zona.

– Tal vez un vestido, lo he visto en esa tienda de allá. – señala con la cabeza a unos nueve metros de donde nos encontrábamos. – No me decidía si comprarlo, ya que es un poco ostentoso para la playa. Pero de algo puede servir.

Asiento comprensivamente. De todo el tiempo que habíamos estado aquí, Anelisse me había hecho volver tres veces a las mismas tiendas de siempre, alegando que se había decidido a comprar algo solo "por si acaso".

– Debo admitir que has roto el record mundial como la persona que mas me ha aguantado de compras. – hace unos ademanes con ambas manos, simulando que expone tan prestigioso titulo en el aire. – Felicidades Eros Ivanov, acabas de ganarte un premio.

Sonreí de media luna y sentí ese piquete de culpa en el corazón. Aquel que me pedía decir la verdad antes de hacer una mentira más grande, aquel que había ignorado por un par de días.

– Disculpe, no he leído bien el contrato ¿De que trata dicho premio mencionado?

Me hago a un lado para que ella entre primero y lo hace, después de pasar por el escáner entramos a la bonita tienda decorada con flores naturales y colores pastel.

– A veces me da miedo tu formalidad, es decir podrías ser un abogado muy bien recibido. – ríe.

– No solo para la carrera de derecho se necesita la correcta expresión. – le regaño poniendo mi dedo índice en su nariz, ella se hace hacia atrás negando con la cabeza al sentir el roce de mis dedos fríos.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora