Todo el mundo centro la atención en mi y después hacia donde había lanzado la botella.– ¡El pastel cuesta más que tu casa! – me grita una voz femenina.
¡ Pero si yo agarre una botella!
– ¡El pastel ni es tuyo! – grita alguien más. Un chico pelirrojo de uno ochenta, quien portaba un elegante traje negro se levanta con rapidez y llena su mano izquierda de pastel. – Alguien tiene que aprovecharlo. – se prepara y lo lanza a ningún punto en específico.
Decido unirme y pronto medio mundo está atrapado en una intensa guerra de licor y pastel de tres leches, yo no puedo evitar dejar de reír mientras veo al pelirrojo seguir lanzando el pastel a dimensiones increíbles y a todo el mundo reír sin cesar. Olvidando aquel incómodo momento.
La hora cero
Camino en dirección a mi habitación, por una parte me siento bien. No serán otra pareja que aguante infidelidades el uno al otro y que por ello su relación sea un ejemplo de amor, aunque por fuera todo el mundo sepa quienes son.
Espero, que si algún día llego al altar, este muy segura de la persona con la que uniré mi vida el resto de mi estadía aquí. Y si no llega a funcionar lo que en un principio catalogamos como amor de verdad, espero tener el coraje para alejarme de él.
Alejo mis pensamiento un segundo para mirarme frente al gran ventanal que esta frente a los elevadores, mi vestido esta húmedo y es un desastre. Mientras que mi cabello es un nido de pájaros con trozos de paste por doquier y se que mi olor es similar al de la champaña. Y aún así, me obligo a sonreír.
De pronto escucho al pelinegro hablar, se escucha preocupado. Así que me acerco en dirección al cuarto de servicio y escucho a escondidas todo lo que tiene que decir.
–¿Es que porque quieres hacerme elegir, aún? – cuestiona con cierto nerviosismo y a pesar de no estar viéndolo puedo deducir que su labio inferior está temblando y en un intento por minimizarlo está mordiéndose.
– Porque quiero que me digas en la cara que la prefieres a ella antes que a mis padres. – exclama la otra voz con notable frustración.
– No es cuestión de preferirla a ella o a nuestros padres y bien lo sabes. Si perdemos este hotel, no será el final de sus recuerdos. Porque seguirán viviendo en nuestra memoria, los tendremos cerca. – se excusaba Eros.
Y la curiosidad me carcomía a cada segundo que pasaba ¿Qué era todo aquello?
– ¿Y cuando piensas decirle que le has estado mintiendo en la cara? – le grita.
–Baja la voz por favor, no quiero que nos escuche. Aún no estoy listo para saber que decirle o cómo reaccionar, necesito tiempo.
– Por ultima vez, Ander ¿Anelisse o Sandy?
Y con eso mi paciencia se fue al carajo. Me estaban nombrando, así que creo tenía derecho a saber de que estaban hablando.
–¿Elegir que? – cuestionó. Entrando al cuarto de servicio para mirar a Eros al lado de Zev, su hermano.
– Anelisse, escucha ¿Qué tanto has oído?
–¿Sabes que escuchar detrás de una puerta conversaciones ajenas te hace una persona con mala educación?
Me dicen al mismo tiempo ambos hermanos. Eros y Zev respectivamente.
Primero me dirijo hacia el pelinegro que más conozco, o que al menos eso sabía. – He escuchado lo suficiente como para saber que estoy implicada y necesito saber en qué. Porque si, me incumbe y eso lo hace mi asunto. – exclamó esta vez en dirección al hermano mayor. – Para mi, es más de mala educación hablar de las personas sin que ellas estén presentes.
Después de agregar eso todos nos quedamos en silencio, escuchando el repiqueteo del corazón de Eros acelerado de sobremanera y la respiración levemente agitada de Zev. Yo por mi parte, creo tener ambos signos.
–¿Y bien? – intento agregar con la voz más decente que puedo encontrar.
– No soy yo quien te debe una explicación. – se excusa el pelinegro mayor y entonces ambos centramos la mirada en Eros.
El me mira directamente, sus ojos verdosos con destellos grisáceos parecen apagarse y una lagrima rebelde amenaza con salir de su ojo. Sin embargo la contiene y tras dar dos expiraciones fuertes, encuentra la voz para hablar.
– Necesito que me escuches, necesito que escuches todo lo que tengo que decir y después, yo escucharé todo lo que tienes que decir.
– Creo que es un trato justo. – cruzo mis manos sobre mi pecho y espero con paciencia a que comience a hablar.
Eros imita mi acción y después de frotar sus manos contra los brazos, habla.
– Siempre he sido fiel creyente de que existen las segundas oportunidades, pero si este no es el caso. Debo pedir perdón desde ahora, lo lamento Anelisse te he fallado durante todo este tiempo.
–¿En que se supone que me has mentido? – cuestionó sin comprenderlo, pues una parte de mí está inquieta y quiere terminar con esto de una vez. Una parte de mí desea que todo termine y puedan ir a ducharse para salir a un restaurante a comer o a sentarse en la orilla de la playa a platicar y pasar el rato.
– Haz dicho que permanecerías en silencio. – lo defiende su hermano.
Le lanzó una mirada reprobatoria y el entiende el punto. Así que solo se limita a mover su mandíbula de forma extraña, haciéndola tronar en su proceso.
– Te mentí en cosas básicas, como mi nombre. En realidad yo no me llamo Eros Ivanov.
Comienzo a reír con desesperación ¿De esto se trataba todo? ¿Una broma?
–¿¡Que clase de jodida broma quieres jugarme!? – cuestionó exasperante.
– No es ninguna broma y por eso te pido que escuches por completo lo que quiero decirte. Tal vez mentí en lo básico, pero no he mentido en todo lo que hemos pasado juntos.
Niego y lo vuelvo a interrumpir. Evitando a toda costa la promesa de dejarlo hablar primero. – Si dices que me has mentido en las cosas más básicas ¿Cómo esperas que te crea que algo es si quiera real?
– Porque necesito que me escuches. – pide atentamente.
– ¿Qué es lo que querías desde el principio de mi? ¡Pudiste haberme evitado la pena de enamorarme de ti! – gritó. Las lágrimas comienzan a picar en los ojos, pero no puedo llorar frente a él. No quiero comenzar a desmoronarme frente a la persona que creí real por primera vez en mi vida, aquella con la que creí que por primera vez sería yo. Me acababa de defraudar y ni siquiera entendía del todo como era posible engañar a alguien desde tu nombre.
– Fue una confusión de aviones, Anelisse. Aquello me hizo conocerte y coincidir contigo. Y cuando compartimos tiempo juntos me di cuenta de que en verdad te quería y que las cosas pasan por algo.
–¿ Porque dices que ese no es tu nombre?
– Por que necesitaba cambiarlo, que nadie supiera quien era para un plan que llevábamos elaborando mi hermano y yo. Necesito contarte la historia completa, por favor déjame hacerlo y después serás libre de pensar lo que debes hacer.
Asiento, pero se que es mala idea. Mi instinto dice que debo salir corriendo de ahí en la más mínima oportunidad y refugiarme en las olas calientes que arrastran arena cada determinado tiempo. No quiero estar aquí oyendo una historia de la cual no estoy segura de su veracidad. Quiero volver el tiempo y pasar de largo el pasillo hasta llegar a las habitaciones, no quiero estar aquí.
– Voy a contarte quién soy realmente y la verdadera historia de porque mentí. Espero puedas entenderlo.
–Mentiste y eso ya es algo de lo que debo pensarme.
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EL MAR TATUADO EN TU PIEL
Teen FictionAnelisse Strong es una chica enfadada debido a que la azafata le cambio el boleto de avión con destino a Medellín, Colombia y ahora, no hay vuelta atrás. Eros Ivanov se encuentra viajando por el aniversario luctuoso de sus padres. Piensa que estar...