Capítulo quince. "Invitados de honor"

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– Me agrada que la playa tenga luces, si no yo creo que preferiría quedarme sentada en un punto de la arena para evitar perderme si intento llegar al hotel. – hablo, después de unos minutos en silencio.

–Creo que yo soy bastante bueno orientándome en la oscuridad, de hecho...– las palabras de Eros quedan suspendidas en el aire cuando voltea a verme. Sus ojos se hacen grandes, tanto que amenazan con salirse de sus cuentas y su boca se abre llena de sorpresa. – ¿Te lo ha hecho el mar? – señala su pecho, cerca del corazón. Indicándome donde debo de mirarme.

El lugar permanecía enrojecido y con rasguños por todos lados, supongo que inconscientemente mi cuerpo intento liberarse de aquel dolor.

–Los rasguños tal vez fueron míos y no se si lo rojo es por ellos o porque en un momento sentí que no tenía más aire en los pulmones. – me reí.

– Deberíamos volver mañana y reclamarle a los cobardes del futbol de americano, uno te tacleo y ni adiós dijo. Cuando voltee la playa estaba desértica. – gruño por lo bajo.

–No es necesario, estamos bien. ¿Te asusta el mar? – pregunte después de un momento de pensármelo mucho.

–Antes, no era así. Solía aventurarme en el y dejar que me abrazara con su agua salada, hasta era divertido sentir a la arena acariciarme todo el cuerpo, sin embargo ahorita es diferente y me da un miedo gigante adentrarme más de lo estrictamente necesario, además creo que perdí la habilidad para nadar o tal vez solo me dan ataques de pánicos suficientes como para inmovilizarme y no poder avanzar o para tener esa sensación en el pecho que me grita ¡Me estoy ahogando! Es, difícil de explicar. – se regaña mientras niega con la cabeza.

– Esta bien Eros, a mi también me dan ciertos ataques de pánico. Como por ejemplo una vez, debía recitar un poema en un concurso de mi prestigioso instituto y lo había ensayado dos meses antes, cada tarde cuando mis clases llegaban a su fin, iba a mi habitación y me encerraba hasta que el sol se ocultaba. Porque quería hacerlo bien, y durante ese tiempo... sabía que lo haría bien. Sin embargo cuando llego el día y todos mis compañeros estaban sentados en el auditorio principal, comencé a sentir una sensación horrible en el pecho, y no pude minimizarla o hacerla desaparecer. Así que tuve que presentarme con ella, sí todo fue un completo desastre, pero creo que al final me divertí y aprendí un par de cosas.

– ¿Te sirve imaginar a todos en ropa interior?

–Honestamente, nunca he podido lograrlo. – sonrió mientras nos acercamos a los camastros que habíamos estado ocupando durante toda la tarde, para recoger nuestras pertenencias. Y tomar nuestras respectivas toallas marrones para secarnos por lo menos un poco el rastro de que estuvimos en el mar.

–A mi tampoco, la verdad. – ríe, recobrando la chispa de felicidad en su deje de voz. – Cuando estoy nervioso solo me pregunto ¿Qué es lo peor que puede resultar? y después de imaginarme ciertos tipos de escenarios horribles y graciosos, pienso que al final no serpa tan malo. – se encoge de hombros.

– Algún día lo aplicare en los juzgados. – comienzo a reír y caminamos adentrándonos al hotel para darnos una merecida ducha después de ser revolcados por el mar y bajar a cenar.

– Oh, espera ¿Aún quieres volver a ese horrible lugar? – cuestiona con sorpresa.

–¿Qué haré si no vuelvo? Tal vez en el despacho de Maddy sea muy difícil, pero...

–Nonono. – me interrumpe. – Esta es la oportunidad que buscabas para salir de ahí, es ahora o nunca. Si no huyes ahora que se te ha presentado la oportunidad, ¿Cuándo lo harás? Piénsalo An, la vida te ha dado una oportunidad de oro para renunciar a lo que se supone debes hacer pero que no te gusta y puedes cambiar por lo que no debes hacer pero te gusta.

Su pregunta me hace cuestionarme durante un momento, tal vez tenga razón y sea una buena oportunidad para dejar todo atrás, o tal vez sea una pésima idea y termine viviendo debajo de un puente.

Hemos llegado a los asesores así que esperamos pacientemente a que alguno este disponible para poder subir a nuestra habitación. Después de dos minutos el asesor tres se abre y nosotros entramos, este comienza su asenso y entonces decido romper el silencio.

–Diseño de interiores.

–¿Eh? – cuestiona Eros regresando al presente.

– Si me dedico a lo que no debo pero me gusta, sin duda alguna seria diseños de interiores, siempre ha sido mi sueño. – sonrió recordando de todas esas tardes en casa de la abuela mientras veíamos un programa acerca de dos hermanas que se encargaban de diseñar las casas y, en algunos casos, también de construirlas.

Desde ese entonces yo dije que quería dedicarme por el resto de mi vida a decorar casas,

– Eses es un buen punto.

–¿Disculpa?

–Has estado hablando en voz alta todo este tiempo, Anelisse. – se ríe Eros al mismo tiempo que el elevador abre sus angostas puertas metálicas para dejar que nos bajemos.

Aceptamos su oferta y caminamos en silencio hasta las habitaciones. –Debo comenzar a ser más consiente de las cosas que digo.

–Si quieres evitar problemas, yo creo que si. – Eros se encoje de hombros. –¿Te veo en media hora para cenar?

Asiento repetidas veces y después nos vamos a nuestras respectivas habitaciones. Me aseguro de ponerle el letrero de "No molestar" y me dejo la toalla en la entrada para no mojar o ensuciar más de lo necesario el piso del cuarto. Tomo unos shorts de mezclilla oscuros y una blusa de tirantes color blanca, mi ropa interior y después me meto a la ducha.

Mi playlist favorita se encontraba pausada, así que solo desconecte mis audífonos y deje que la melodía inundara la estancia, no se que tipos de vecinos tengo...pero espero que no les moleste tener a una vecina que pone música arriba del promedio normal y se dedica a cantarlas con sentimiento, como el primer día en que las escucho por primera vez.

Se que si me baño con agua fría el color rojo bajara y los rasguños podrían inclusive desaparecer, así que al ritmo de mis canciones favoritas, me dedico a bañarme con agua fría.


Salgo veinte cuatro minutos después y me pongo con rapidez las sandalias blancas, me cepillo el cabello con rapidez y rizo ligeramente mis pestañas, después les pongo una leve capa de rímel y tomo mi chamarra de mezclilla que tengo en la cama.

Me aseguro de llevar mi celular y mi llave y salgo de la habitación, la cual aun no ha podido ser arreglada decentemente. Toco la puerta y aguardo pacientemente a que Eros abra.

–Eres bastante puntual, eso me agrada.– ríe y sale de su habitación. Tiene puestos unos vaqueros de mezclilla azules y una playera vino sin estampado.– ¿Quieres cenar en el restaurante "Universal"? se me ha pasado hacer la reservación para el elegante.

Asiento repetidas veces. – Me gustaría cenar en el restaurante universal.

Esperamos pacientes a que el elevador abra sus gruesas puertas de metal y nos encontramos con Zendaya y Alan listos para bajar a cenar.

–Se nos desaparecieron.– bromeo Alan mientras se hacia a un lado para dejarnos entrar. Tenía puesto un pantalón de mezclilla negro y una playera color melón, sin estampado.

–Ustedes lo hicieron primero. – se ríe Eros y volteo a ver a Zendaya, la cual permanece un poco ausente de la situación. Ella lleva un bonito vestido primaveral y unas sandalias que se miran, bastante costosas, su cabello rubio va atado en una cola alta y su maquillaje es discreto y sencillo.

–Oh, ya que estamos aquí y el elevador tarda un minuto, yo quería invitarlos a mi boda. – sonríe con emoción Alan.

– Yeiii.– miro a Zendaya para felicitarla, pero me detengo. Pues recuerdo lo que me ha dicho horas antes y entonces comprendo porque esta tan ausente.

– Y yo no soy la novia. – espeta con frialdad y sale del elevador cuando este apenas esta abriendo sus puertas.

– No yeei. – dice a mi lado Eros.

EL MAR TATUADO EN TU PIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora