EL MAR TATUADO EN TU PIEL

Capítulo cuarenta y dos. "Bruja, abogada y malvada."

– ¿Anel? – cuestiona alguien a mis espaldas.

Me incorporo de golpe porque no se en que momento el sueño me venció y me quede en mi lugar de descanso, sollozando y con la mitad de la hoja de laurel entre mis manos.

– Ve a descansar Jenna, Derek se preocupara si no te ve ahí. – le aconsejo y me limpio las lagrimas secas.

– Necesito decirte algo, me acorde y si no te lo digo ahora nunca lo diré. – hace un puchero y me mira con ojos de cachorrito. ¿Ahora que hiciste Jen?

Mi mejor amiga estaba ebria y tenía un secreto que contarme antes de que los extraterrestres lleguen por nosotras ¡Que novedad!

Me hago aun lado para que se siente y ella lo entiende. Nos quedamos un minuto en silencio y después ella lo rompe.

– Vi a Eros.

Mis ojos amenazan con salirse de sus cuencas en cuanto soltó aquello y no podía creer que estuviera actuando de aquella manera si eso era cierto.

– ¿Qué? – logre preguntar después de salir del shock.

– En verdad no se porque me lo calle y no se porque Derek tampoco dijo nada...

– ¡También lo vio Derek! – chille.

– Fue cuando fui a recoger tus papeles. – agacho la mirada y sentí que el aire comenzó a faltarme en los pulmones. ¿Qué tan cierto era lo que decía mi mejor amiga estando borracha?

– ¿Por qué no podemos hablar de esto mañana? – esbozó una sonrisa de media luna para evitar perder toda la cordura que aun tengo.

– Porque mañana ya habré recobrado el conocimiento y mi capacidad de valentía que habrá ido a la mierda. – agacha la mirada con vergüenza.

– ¿Qué paso?– trate de calmarme contando hasta diez y soltando el aire que retenía en los pulmones.

– Fue sin intención, acaba de salir de la oficina de Maddy cuando el cielo amenazo con soltar una lluvia torrencial sobre toda la ciudad. Derek no me respondía el teléfono así que corrí a la primer parada de bus que vi. Ahí estaba un chico como Eros, me presente con torpeza...El comento que había venido a buscarte y me dijo tu nombre...

– ¿Por qué no me lo dijiste antes? – demande con la mirada perdida. ¿Qué caso tenía esperar tanto tiempo para decir algo que en su momento fue importante? Miento, aún es importante.

– Volvió a mentir.

Eleve una ceja y me levante para caminar un poco y tratar de respirar más aire.

– ¿Cómo sabes que volvió a mentir?

– Se presento como Eros Ivanov. – aseguro mientras juntaba sus manos nerviosamente sobre el regazo.

– ¿Y tú? – cuestione, pues sabía que era imposible que Eros dejará ir a Jenna si sabía su verdadero nombre.

– Lisa Halls. – recuerda y me dedica una sonrisa ladina.

Esa rubia me había salvado siempre que no podía seguir adelante, me prestaba su hombro para llorar cuando yo me sentía insuficiente. Había estado para celebrar cuando obtuve el mejor promedio de mi generación cuando me gradúe en la carrera de leyes.

– ¿Por qué mentiste?

– No te mentí, solo oculte la verdad porque el pelinegro volvió a mentir sobre su nombre y porque te veía muy mal. Tal vez lo hubieras ido a buscar si te decía que rondaba cerca.